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jueves, diciembre 18, 2008

VIKINGO ESPACIAL -- H. BEAM PIPER --1º

VIKINGO ESPACIAL -- H. BEAM PIPER --1º

A LA LUZ DE LOS MUNDOS EN LLAMAS
Lucas Trask de Traskon no era un admirador de los vikingos espaciales; el ataque, el pillaje y el asesinato no eran de su agrado. Y en aquel ansiado día de su matrimonio con la adorable Lady Elaine, todo esos pensamientos parecían hallarse bien lejos de su mente.
Pero Lucas iba a despertar de repente a un mundo de caótica violencia, donde el crimen sucedía al crimen y el único motivo para la avaricia rival era la venganza. Para Lucas la antigua vida había muerto y la nueva que escogió le conducía por los infinitos reinos del espacio galáctico y las superficies de los planetas saqueados con un único objetivo - la muerte de un hombre del espacio renegado.
VIKINGO ESPACIAL es una epopeya interestelar que puede compararse con las novelas ((Fundación)), de Asimov y «Guardia estelar», de Heinlein.
H. Beam Piper es bastante enigmático en cuanto respecta a facilitar sus datos personales. Podemos afirmar que vive en Williamsport, Pensilvania; que es experto en historia y en el uso de armas manuales; que ha estado escribiendo y publicando obras de ciencia-ficción durante muchos anos para y en las principales revistas y que los lectores le tienen catalogado como uno de los autores de imaginación más fértil. Tiene varias novelas editadas, incluyendo las del género de misterio y juveniles.

GRÁM
I
Estaban juntos en el baluarte, Cogidos por la cintura, la cabeza de ella apoyada en a mejilla de él. Detrás, la amplia y frondosa maleza murmuraba suavemente mecida por el viento. Desde la terraza principal inferior venía música y sonido de risas. La ciudad de Warshaven se extendía ante ellos, edificios blancos alzándose desde los amplios espacios verdes formados por las copas de los árboles, bajo un brillo de coches reflejando los rayos de sol. Coches aéreos. Lejos, las montañas eran violeta en la bruma de la tarde y el en6rme y rojo sol colgaba del firmamento tan amarillo como un melocotón maduro.
Los ojos de él captaron un destello a quince kilómetros al sudoeste y durante un instante pareció turbado. Luego frunció el ceño. La luz solar ardía en el globo de seiscientos metros que formaba la nueva nave de Duke Angus, el Enterprise, allá en los muelles Gorram después de su primer viaje de pruebas. No quería pensar en eso, ahora.
En su lugar la apretó con más fuerza y murmuró su nombre:
- Elaine – y luego acariciando cada sílaba - Lady Elaine Trask de Traskon.
-… ¡Oh, no, Lucas .. la protesta de ella era medio divertida y medio aprensiva -. Da mala suerte que la llamen a una por su nombre de casada antes de la boda.
- Te llevo llamando así en mi mente desde la noche del baile del duque, cuando acababas de salir del colegio en Excalibur.
Ella le miró por el rabillo del ojo.
- Entonces yo también empecé a llamarme así mentalmente - confesó.
- Hay una terraza al oeste de Traskon New House - la dijo .... Mañana cenaremos allí y veremos juntos la puesta del sol.
- Lo sé. Ya pensé que éste sería nuestro lugar favorito para las puestas de sol.
- Te has adelantado mucho - la acusó -. Traskon New House debía ser una sorpresa para ti.
- Yo siempre fui curiosa en cuanto a los regalos, los de Año Nuevo y de mis cumpleaños. Pero sólo la vi desde el aire Me sorprenderá todo su interior - prometió -. Y me sorprenderá agradablemente.
Y cuando ella lo hubiera visto todo y Traskon New House ya no fuera sorpresa, efectuarían un largo viaje espacial. Todavía no se lo había mencionado. Algunos de los otros Mundos de la Espada de Excalibur, claro, y Morglay, y Flamberge, y Durendal. No, Durendal no; la guerra había estado allí de nuevo. Pero se divertirían mucho. Y ella vería otra vez claros cielos azules y estrellas por la noche. El velo nuboso que ocultaba las estrellas de Gram, y Elaine las había echado de menos desde su venida a casa desde Excalibur.
La sombra de un coche aéreo cayó brevemente sobre ellos, que alzaron la vista y volvieron las cabezas a tiempo para verlo descender con graciosa dignidad hacia el piso de aterrizajes de Karvall House. Lucas divisó sus insignias: espada y símbolo atómico, el emblema de la casa ducal de Ward. Se preguntó si era el propio Duke Angus en persona, o alguien de su personal que se le adelantaba. Deberían volver los invitados, supuso. Entonces la tomó en sus brazos y la besó y ella le respondió con ardor.
Una tos ligera tras ellos les hizo separarse y girar sus cabezas. Era Sesar Karvall, digno con su pelo blanco y la pechera de su chaqueta azul reluciendo de ordenes y condecoraciones y el zafiro en el pomo de su daga de vestir centelleando.
- Pensé que os encontraría aquí a los dos – el padre de Elaine sonrío -. Tendréis mañana, y pasado mañana, y al otro para estar juntos, - pero es preciso que recuerde que hoy tenemos invitados y llegan más a cada instante.
-¿Quién vino en el coche Ward? - preguntó Eláine.
- Rovard Grauffis. Y Otto Harkaman; no le conoces, ¿verdad, Lucas?
- No - no hemos sido presentados. Me gustaría antes de que salga al espacio - no tenía nada personalmente contra Harkaman; sólo contra lo que él representaba -. ¿Va a venir Duke?
- Oh, seguro. Lionel de Newhaven y el Señor de Northport le acompañarán. Está ahora en el Palace - Karvall dudó -. Su sobrino regresó a la ciudad.
- ¡ Oh, querido! Espero que no...
-¿Ha estado Dunnan molestando otra vez a Elaine?
- Nada que tener en cuenta. Estuvo aquí, ayer, pidiendo hablar con ella. Le dijimos que se fuese sin mucha ceremonia.
- Tendré que tomarle en cuenta si sigue viniendo después de mañana.
Por su bien y por el de Andray Dunnan confiaba ea no tener que tener que llegar a eso. No deseaba disparar contra un pariente de la casa de Ward y era un hombre demasiado salvaje para echarlo a patadas.
- Lo siento mucho por él - decía Elaine -. Padre, debiste permitirme que hablase con Audray. Quizá le hubiera hecho comprender.
Sesar Karvall se mostró sorprendido.
- Criatura, no debías someterte a eso. ¡ Ese hombre está loco.! - Entonces vio los hombros desnudos de ella y se quedó todavía más sorprendido-: ¡ Elaine, tu chal!
Las manos de ella se alzaron y no pudo encontrarlo; miró a su alrededor en confuso embarazo. Divertido, Lucas lo recogió del matorral sobre el que ella lo dejara caer y se lo puso en torno a los hombros, sus manos acariciándola brevemente. Luego hizo un gesto al anciano para que les precediese y entraron en el arbolado paseo. Al otro extremo, en un círculo abierto, una fuente jugaba, chicas de mármol blanco y niños bañándose en la pileta de verde jade. Otra pieza de botín de uno de los planetas de la Antigua Federación; eso era algo que había tratado de evitar al amueblar Traskon New House. Habría mucho material de esa clase que vendría después de que Otto Harkman llevase al Enterprise al espacio.
- Tendré que volver alguna vez y visitarles le susurro Elaine -, Me echaran de menos..
- Encontrarás a muchos nuevos amigos en tu nueva casa la contestó también susurrante -.espera hasta mañana.
- Voy a decir una palabrita al oido de Duke sobre ese tipo - Sesar Karvall, aún pensando Dunnan, anunció -. si le habla, quizás sirva de algún bien.
Lo dudo No creo que Duke Angus tenga ninguna influencia sobre él.
La madre de Dunnan había sido la hermana menor de Duke. De su padre heredó lo que originalmente fué una baronia próspera. Ahora estaba hipotecada hasta el mástil aéreo de la antena del tejado. Él Duke una vez se hizo cargo de las deudas de Dunnan y rehusó repetir su gesto en la segunda ocasión. Dunnan salió al espacio unas cuantas veces, como suboficial en viajes comerciales y de saqueo en la Antigua federación. ~e suponía que era un buen astronavegador Esperó que su tío le cediese el mando del Enterprise, lo que fue una esperanza ridícula. Desilusionado, reclutó una compañía de mercenarios y buscaba un empleo militar. - se sospechaba que estaba en correspondencia con el peor enemigo de su tío, el Duke Omfray de Glaspyth.
Y estaba obsesivamente enamorado de Elaine Karvall, una pasión que parecía nutrirse en su propia desesperanza. Quizás sería una buena idea empezar de inmediato ese viaje espacial. Pronto debía zarpar algún navío de Bigglersport hacía uno de los Mundos de la Espada.
Se detuvieron al pie de las escaleras mecánicas: el jardín estaba atestado de huéspedes. Los chales brillantes de las damas y los abrigos de los hombres formaban armonías de color entre los macizos florales en los céspedes y bajo los árboles. Robots de servicio, amarillo llama y negro, colores de Karvall, flotaban por los alrededores creando música y ofreciendo refrescos. Había allí una espiral continua de cambiantes trajes de color en torno a la circular mesa robótica. Las voces sonaban felices como el murmullo de un río montañoso.
Mientras estaban mirando hacia abajo, otro coche aéreo dio una vuelta a poca altura. Con letras verdes y doradas se leía SERVICIO DE NOTICIAS PANPLANETARIO. Sesar Karvall masculló irritado.
-¿Es que no puede haber ningún lugar en donde reine la intimidad?
-Es una gran noticia, Sesar.
Lo era; más que el matrimonio de dos personas que estaban enamoradas. Era la boda de la baronia granjera de Traskon y de las fábricas de acero Karvall. Era un anuncio público de que los hombres ricos y luchadores de ambas baronías se alineaban ahora tras el Duke Angus de Wardshaven; era una fiesta general. Cada industria había cerrado hoy a mediodía y permanecería así hasta pasado mañana y luego habría bailes en cada parque y fiestas y festines en cada taberna. Los Mundos de la Espada buscaban cualquier motivo para hacer fiesta y la aprovechaban con eficiencia.
- Son nuestro pueblo, Sesar; tienen derecho a pasarlo bien con nosotros. Conozco a todos los Traskon y sé que estarán mirando nuestra fiesta en sus pantallas.
Alzó la mano saludando al vehículo periodístico y cuando giró y alzó un poco de más altura dando la vuelta, volvió a saludar. Luego bajaron por la larga escalera mecánica.
Lady Alvina Karvall era el centro de un grupo de matronas y viudas, en torno a quien las doncellas de mañana revoloteaban como mariposas multicolores. Tomó posesión de su hija y la arrastró al interior del círculo femenino. Vio a Rovard Grauffis, pequeño y taciturno, secuaz de Duke Angus, y a Buró Sardanas, hermano de Lady Alvina. Hablaban y luego un superintendente, su tabardo destellando con la llama amarilla y el martillo negro de las fábricas Karvall, se acercó a su amo con alguna noticia de crisis doméstica y los dos se fueron juntos.
- No conoces al capitán Harkaman, Lucas - dijo Rovard Graulfis -. Desearía que le saludases y bebieras una copa con él. Conozco tu actitud, pero es de buena clase. Personalmente, desearía tener a unos cuantos como él a mi alrededor.
Esta era su principal objección. Había cada vez menos hombres de aquella clase en los Mundos de la Espada.


II
Una docena de hombres se apiñaban en torno al robot tabernero. Su primo y abogado de la familia, Nikkolay Trask; Lothar Ffayle, el banquero; Alex Gorram, el constructor de navíos y su hijo Basil; Baron Rathmore; más nobles de Wardshaven a quienes conocía sólo de lejos. Y Otto Harkaman.
Harkaman era mi Vikingo Espacial. Eso le habría distinguido incluso si no sobrepasara al más alto de todos por una cabeza. Llevaba una cazadora negra y corta, bordada pesadamente en oro y pantalones también negros cuyas perneras se metían en botas que le llegaban hasta el tobillo; la daga de su cinturón no era un simple ornamento de gala. Su pelo rebelde rojo pardo era lo bastante largo como para proporcionar un acolchado extra a un casco de combate y su barba estaba cortada cuadrada en la parte inferior.
Había estado luchando en Durendal, para una de las ramas de la casa real que peleaba fraticidamente por el trono. Como se equivocó de bando, perdió su nave y la mayor parte de sus hombres y, casi, su propia vida. Fue una ruina de refugiado en Flamberge, poseyendo sólo las ropas que llevaba, sus armas personales y la lealtad de media docena de aventureros tan sin un céntimo como él mismo, cuando Duke Angus le invitó a Gram para mandar el Enterprise.
- Un placer, lord Trask. He conocido a su adorable futura esposa y ahora que le conozco a usted, permítame que les felicite a ambos luego, mientras bebían juntos, preguntó -: ¿Usted no tiene nada invertido en la aventura Tanith, verdad?
Contestó que no y lo hubiera dejado estar así. Lo malo es que también tuvo que intervenir el joven Basil Gorram.
- Lord Trask no aprueba la Aventura Tanith - dijo desdeñoso -. Piensa que deberíamos quedarnos en casa y producir riqueza, en lugar de exportar el robo y el asesinato a la Antigua Federación.
La sonrisa persistió en el rostro de Otto Harkaman; solo que había desaparecido toda sensación amistosa. Inequívocamente se cambió la copa a la mano izquierda.
Bueno, nuestras operaciones son definibles como robo y asesinato – asintió -. Los Vikingos Espaciales son ladrones y asesinos profesionales. ¿Y usted se opone? ¿Usted me encuentra personalmente reprobable?
- No le habría estrechado la mano ni bebido con usted si lo considerara así. No me importa cuántos planetas asaltó o ciudades saqueó, ni cuántos inocentes, si es que lo eran, asesinó en la Antigua Federación. Posiblemente no pudo hacer nada peor que esa gente había estado realizando unos contra otros durante los diez pasados siglos. A lo que presento objeciones es al modo en que ustedes atacan a los Mundos de la Espada.
- Está usted loco! - Estalló Basil Gorram.
- Joven desaprobó Harkaman -, la conversación era entre lord Trask y yo mismo. Y cuando alguien hace una afirmación que usted no entienda, no le diga que está loco. Pregúntele lo que significa. ¿Qué quiso decir, lord Trask?
- Debiera usted saberlo; acaba de atacar Gram con ochocientos de sus mejores hombres. Me atacó y saqueó llevándoseme cuarenta vaqueros, trabajadores agrícolas, madereros, maquinistas y dudo que sea capaz de reemplazarlos con gente tan experta y buena - se volvió hacia el mayor de los Gorram -. Alex, ¿cuántos te ha hecho perder el capitán Harkaman?
Gorram trató de decir que una docena; acuciado, admitió que eran seis más. Supervisores robóticos y de maquinaría, programadores, un par de ingenieros, un capataz. Hubo un asentimiento reguñón por parte de los otros. Las fábricas de motores de Buró Sardanas habían perdido casi tantos de la misma clase. Incluso Lothar Ffayle admitió la pérdida de un computador y un sargento de la guardia.
Y después de que se fueron, las granjas y ranchos y factorías seguirían adelante, no del todo como con anterioridad. Nada en Gram, nada en ninguno de los Mundos de la Espada, se hacía de manera tan eficiente como tres siglos antes. Todo el nivel de la vida de los Mundos de la Espada se hundía, como la costa oriental de este continente, tan despacio pero de manera evidente según los archivos y monumentos del pasado. Dijo todo eso v añadió:
- Y la pérdida genética. Los mejores genes de los Mundos de la Espada se escapan al espacio, como la atmósfera de un planeta de baja gravedad, cada generación abrumada por padres ligeramente inferiores a los últimos. No era tan malo cuando los Vikingos Espaciales atacaron directamente desde los Mundos de la Espada; volvían a casa de vez en cuando. Ahora conquistan planetas para hacerlos bases en la Antigua Federación y se quedan allí.
Todo el mundo había empezado a relajarse; eso no degeneraría en pelea. Harkaman, que había vuelto a coger la copa con la mano derecha, soltó una risita
- Está bien. Yo he sido padre para una docena de bastardos en la Antigua Federación, y conozco a vikingos Espaciales cayos padres nacieron en planetas de la Antigua Federación - se volvió a Basil Gorram -. Mire, el caballero no está loco, en absoluto. Eso es lo que sucedió a la Federación Terrena, de paso. Los buenos hombres todos se fueron para colonizar y las camisas almidonadas y tipos acomodaticios y gregarios y los que buscaban primero su seguridad se quedaron en la Tierra y trataron de gobernar la Galaxia.
- Bueno, quizás sea todo esto nuevo para usted, capitán - dijo sombrío Rovard Grauffis-, pero Lucas Trask ansía la Declinación y Caída de los Mundos de la Espada, y esto resulta una vieja canción fúnebre para el resto de nosotros. Yo tengo demasiado que hacer quedándome aquí y discutiendo con él.
Lothar Ffayle pensaba quedarse y discutir.
- Todos os quedáis, Lucas, y por eso es por lo que nos extendemos. Queréis que nos sentemos aquí y construyamos una presión de población como la Tierra en Siglo Primero, ¿verdad?
-¿ Con trescientos cincuenta mil millones de personas extendidas en doce planetas? habían tantos sólo en la Tierra. Y nos costó ocho siglos llegar hasta eso.
Eso había sido desde el siglo noveno de la Era Atómica, al fin de la Gran Guerra. Diez mil hombres y mujeres en Abigor rehusaron rendirse y se llevaron al resto de los navíos de la Alianza del sistema y Estados al espacio, buscando un mundo que la Federación desconociese y que no encontrase durante mucho tiempo. Ese había sido el mundo que llamaron Excalibur. Desde él, sus nietos colonizaron Joyeuse y Durendal y Flamberge, Haulteclere fue colonizado en la siguiente generación desde Joyeuse, y Gram desde Haulteclere.
- No nos extendemos, Lothar; nos contraemos. Dejamos de extendernos hace trescientos cincuenta años, cuando ese navío volvió a Morglav desde la Antigua Federación e informó lo que había estado ocurriendo desde la Gran Guerra. Antes de eso, descubríamos nuevos planetas y los colonizábamos. Desde ello, hemos estado recogiendo los huesos de los muertos de la Federación Terrena.
Algo subía por las escaleras automáticas hacia el rellano. La gente se movía excitada en aquella dirección y el coche aéreo del noticiario circulaba como un buitre sobre una vaca enferma. Harkaman se preguntó como esperanzado si no habría pelea.
Algún borracho al que despiden - dijo Nikkolay Trask -. Sesar ha dejado que todo Wardshaven esté aquí hoy. Pero, Lucas, esta Aventura de Tanith; no efectuamos un ataque de improviso. Estamos ocupando todo un planeta; habrá otro Mundo de la Espada dentro de cuarenta o cincuenta años. Un poco lejano, quizás, pero...
- Dentro de otro siglo, conquistaremos la Federación entera - declaró el barón Rathmore. Era político y jamás dejaba que la exageración le preocupara.
- Lo que yo no entiendo - intervino Harkaman -, es por qué sostiene a Duke Angus, lord Trask, si cree que la aventura de Tanith va a hacer mucho daño a Gram.
- Si Angus no lo hizo, alguien más lo haría. Pero Angus va a coronarse rey de Gram y yo no creo que otra persona fuera capaz de hacerlo. Este planeta necesita una soberanía única. No sé lo que han visto ustedes fuera de este ducado, pero no acepten Wardshaven como típico. Algunos ducados, como Glaspyth o Didreksburg son literales nidos de víboras. Todos los barones mayores están a punto de lanzarse mutuamente a estrangularse y ni siquiera pueden mantener a sus propios caballeros y sus barones en el debido orden. O, hay una triste guerrita allá en el continente Southmain que sigue durando casi dos siglos.
- Probablemente ahí es donde llevará Dunnan su ejército - dijo un barón fabricante de robots -. Espero que lo barra y Dunnan sea barrido con él.
- No es preciso ir a Southmain; sólo a Glaspyth - dijo otra persona.
- Bueno, si no conseguimos una monarquía planetaria para mantener el orden, el planeta se descivilizará como cualquier cosa de la Antigua Federación.
- ¡ Oh, vamos, Lucas! - protestó Alex Gorram -. Llevas eso demasiado lejos.
- Sí, por una cosa; no tenemos a los neobárbaros - apuntó alguien -, y si alguna vez vinieran aquí, los barreríamos al Em-See.Square de un manotazo. También podría ser una buena cosa que lo hiciesen; eso nos impediría destrozarnos mutuamente.
Harkaman le miró sorprendido.
-¿Dónde cree, de todas mane ras, que están ahora los neobárbaros? – preguntó ~. ¿Alguna raza de invasores nómadas, hunos de Atila en el espacio?
- Bueno, ¿no es eso lo que son? - preguntó Gorram.
-¡Claro que no! No hay ninguna docena y media de planetas en la Antigua Federación que sigan poseyendo la hiperimpulsión. y todos están civilizados, es decir, si consideramos que Gilgamesh se considera civilizado –añadio - Son bárbaros caseros. Trabajadores y campesinos que se revolucionan para apoderarse y dividir la riqueza y luego se encuentran con que han destrozado los medios de producción y han matado a todos los cerebros técnicos. Supervivientes en planetas atacados durante las Guerras interestelares, desde el décimo primero al siglo decimotercero, que perdieron la maquinaria de la civilización. Seguidores de jefes políticos en planetas con dictaduras locales. Compañías de mercenarios sin empleo y viviendo del pillaje. Fanáticos religiosos siguiendo a profetas autonominados.
-¿Cree que no tenemos abundante material neobárbaro aquí en Gram? - preguntó Trask -. Si es así, eche un vistazo a su alrededor.
- Glaspyth - dijo alguien.
- Esa cosecha de frutos supermaduro que reclutó Andray Dunnan - mencionó Rathmore.
Alex Gorram gruñía diciendo que su astillero estaba lleno de ellos; agitadores buscando jaleo, tratando de organizar una huelga para desembarazarse de los robots.
- Sí advirtió Harkaman al fin -. Sé de cuanto menos cuarenta ejemplos, en docena y media de planetas, en los últimos ocho siglos, de movimientos antitecnológicos. Los tuvieron en la Tierra, allá en el Siglo Segundo Preatómico. Y después de que Venus se separase de la Primera Federación, antes de que se organizara la Segunda Federación.
-Le interesa la historia? preguntó Rathmore.
- Como pasatiempo. Todos los hombres espaciales tienen pasatiempos. Hay muy poco trabajo en una nave del hiperespacio; el aburrimiento es el peor enemigo. Mi oficial de artillería y cohetes dirigidos, Van Larch, es pintor. La mayor parte de sus obras se perdieron con el Corísande en Durendal, pero nos impidió que nos muriéramos de hambre unas cuantas veces en Flamberge pintando cuadros y vendiéndolos. Mi astronavegante hiperespacial, Guatt Kirbey, compone música; trata de expresar las matemáticas de la teoría hiperespacial en términos musicales. Yo no me intereso mucho por eso, personalmente – admitió -. Estudio historia. Ya saben, es raro; prácticamente todo lo que ha ocurrido en cualquiera de los planetas no habitados pasó en la 'fierra antes de la primera nave espacial.
El jardín que les rodeaba de inmediato estaba ahora en silencio; todo el mundo se había acercado a las escaleras mecánicas. Harkaman hubiera dicho más, pero en aquel momento vio a media docena de los guardias uniformados de Sesar Karvall corriendo por su lado. Iban con casco y uniformes a prueba de balas; uno de ellos llevaba un auto rifle y el resto portaban aniquiladores con culata de plástico. El Vikingo Espacial dejó a un lado su copa.
- Vamos – dijo -. Vuestro anfitrión llama a sus tropas; creo que los invitados debemos encontrar también nuestros puestos de combate.

III
La engalanada multitud formaba un semicírculo de cara al rellano de las escaleras mecánicas; todo el mundo miraba con embarazada curiosidad, los de detrás estirando el cuello para ver mejor. Las damas se habían subido los chales en frígida formalidad; muchas incluso se habían tapado la cabeza. Habían cuatro coches aéreos del servicio de los noticieros dando vueltas por encima; lo que ocurriese estaba consiguiendo una plena difusión por todo el planeta. Los guardas de Karvall intentaban cruzar la multitud; su sargento decía una y otra vez:
- Por favor, señores y caballeros; perdone, noble señor - sin llegar a ninguna parte.
Otto Harkaman juró disgustado y apartó al sargento.
- Paso! – bramó -. Dejen pasar a estos guardias - con eso, casi derriba a un caballero gentilmente vestido y echa por los suelos a otro con igual atuendo de gala; ambos se volvieron para mirarle furiosos y luego, rápidamente, le cedieron el paso.
Meditando brevemente sobre la utilidad de los malos modales en un caso de emergencia, Trask le siguió con los demás. El corpulento Vikingo Espacial 1legó hasta la parte delantera, en donde Sesar Karvail y Rovard Grauffis y otros varios estaban inmóviles.
Frente a los cuatro hombres con capas negras daban la espalda a las escaleras. Dos eran vulgares esbirros; pistoleros alquilados para ser exactos. A duras penas mantenían sus manos claramente a la vista y parecían desear tenerlas en otra parte. El individuo de delante llevaba una salida de sol diamantífera en su bonete y la capa estaba forrada de seda azul pálido. Su rostro delgado y puntiagudo tenía profundos surcos en la boca y quedaba recortado por un mostacho negro. Los ojos mostraban el blanco en torno a las pupilas y de vez en cuando su boca se retorcía en una mueca involuntaria. Andray Dunnan; Trask se preguntó brevemente lo que tendría que tardar en tener que mirarle a veinticinco metros desde el punto de mira de su pistola. La cara del hombre ligeramente mayor que se encontraba junto a Dunnan estaba blanca como el papel e inexpresiva, pese a la barba negra. Se llamaba, Nevil Ormm: nadie estaba seguro de cuándo apareció y si se sabía que era compañero constante de Dunnan y su lugarteniente.
- ¡Miente! - gritaba Dunnan -. Miente condenadamente con sus malolientes dientes v todo su ser. Usted interceptó cada mensaje que ella intentó enviarme.
- Mi hija no le ha enviado ningún mensaje, lord Dunnan - contestó Sesar Karvall, con forzada paciencia - ninguno, excepto el que acaba de entregarle y que dice que no quiere tener nada que ver con usted.
- Y piensa que me lo voy a creer. Usted la retiene prisionera; Satán sabe como la habrá torturado para obligarla a contraer este abominable matrimonio.
Hubo agitación entre los presentes; eso era algo más de lo que las personas bien educadas podían soportar. Saliendo del murmullo de voces incrédulas, una mujer exclamó en forma perfectamente audible:
- ¡ Vaya, realmente! Ese está loco!
Dunnan, como cada cual, lo oyó.
-¿Que estoy loco? – bramó -. ¿Por qué puedo ver a través de este hipócrita complot? Aquí tenemos a Lucas Trask... desea un interés en las fábricas Karvall; y aquí está Sesar Karvall... ansía acceso a los depósitos de hierro de la tierra de Traskon. Y mi adorable tío... quiere la ayuda de ambos para robar el ducado a Omfray de Glaspyth. Y aquí está este tiburón prestamista de Ffayle, tratando de arrebatarme mis tierras con sus zarpas, y Rovard Graulfis, el sabueso de mi tío que no alzaría un dedo por salvar a su pariente de la ruina, y este extranjero de Harkaman, que me birló el mando del Enterprise. Todos intrigando en mi contra.
- Sir Nevil - dijo Grauflis -, ya puede ver que lord Dunnan no es dueño de sí. Si es usted buen amigo suyo, lléveselo de aquí antes de que llegue Duke Angus.
Orm se inclinó y habló apremiante al oído de Dunnan. Dunnan colérico le apartó a un lado.
- Gran Satán, ¿también estás contra mí? - demandó.
Ormm le cogió del brazo.
- Estúpido, ¿quieres estropearlo todo ahora? - bajó la voz; el resto fue inaudible.
- No, maldito, no me iré hasta que haya hablado con ella, cara a cara...
Hubo otra agitación entre los espectadores; la multitud se apartó y Elaine cruzó por entre ella, seguida por su madre y Lady Sardanas, con cinco o seis otras matronas. Todas se habían subido los chales por encima de sus cabezas, las puntas de la derecha sobre los hombros izquierdos; todos se detuvieron excepto Elaine, que dio unos cuantos pasos más hacia adelante y se plantó ante Andray Dunnan. El jamás la había visto más hermosa, pero era la helada belleza de una daga que apuntase el corazón.
- Lord Dunnan, ¿qué desea decirme? - preguntó ella -. Dígalo pronto y váyase; aquí no es usted bien recibido.
- ¡ Elaine! - gritó Dunnan, dando un paso adelante -. ¿Por qué te tapas la cabeza; por que me hablas como a un desconocido. Soy Andray, que te ama. ¿Por qué dejas que te obliguen a este perverso matrimonio?
- Nadie me obliga; me caso con lord Trask voluntaria y felizmente, porque le quiero. Ahora, por favor, váyase y no arme mas escándalos en mi boda.
- ¡Eso es mentira!. ¡Te obligan a decirlo! No tienes que casarte con, él; no pueden obligarte. Vente conmigo ahora. No se atreverán a detenerte. Te apartare de esta gente cruel y codiciosa. Tú me amas, siempre me amaste, me has dicho que me quieres una y otra vez.
Si en su particular mundo de ensueños, un mundo de fantasía que había cobrado realidad dentro de Andray Dunnan, una tal Elaine Karvall creada por su imaginación existía sólo para amarle. Enfrentando a la verdadera Elaine, simplemente Andray rechazó la realidad.
Nunca le amé, lord Dunnan, y nunca se lo dije. Nunca le odié, tampoco, pero hace muy difícil para mí que no experimente hacia usted ese sentimiento. Ahora váyase y que no le vuelva a ver jamás.,
Con eso, se dio media vuelta y comenzó a retroceder por la multitud, que se apartó para dejarle paso. Su madre y su tía, y las otras damas, la siguieron.
- Me mentiste le gritó Dunnan-. Mentiste todo el tiempo. Eres tan mala como los demás, todos intrigando y obrando en mi contra, traicionándome. Sé de qué se trata; todos queréis despojarme de mis derechos y mantener a mi tío usurpador en el trono ducal. Y tú, tú, hipócrita ramera, eres la peor de todos.
Sir Nevil Orm le cogió del hombro y le hizo girar en redondo, empujándole hacia las escaleras mecánicas. Dunnan forcejeó, gritando de manera inarticulada como un lobo herido. Ormm maldecía furioso.
-¡ Vosotros! Gritó -. Ayudadme. Sujetadle..
Dunnan aún estaba aullando cuando le obligaron a subir a la escalera, los dorsos de las capas de los dos secuaces. con la insignia del sol creciente de Dunnan, azul claro sobre negro, le taparon. Al cabo de poco un coche aéreo con el mismo emblema alzó el vuelo y se alejó.
- Lucas, está loco - insistió Sesar Karvall -. Elaine no ha hablado cincuenta palabras con él desde que volvió de su último viaje.
Lucas soltó una carcajada y puso la mano en el hombro de Karvall.
- Lo sé, Sesar. ¿No creerá que necesito seguridades?
- Loco, yo diría que está loco - intervino Rovard Granffis -. ¿Oyeron lo que dijo sobre sus derechos? Esperen hasta que su Gracia se entere.
-¿Acaso reclama el trono ducal, sir Rovard? - preguntó Otto Harkaman aguda y seriamente.
- Oh, pretende que su madre nació un año y medio antes que el Duke Angus y, que la verdadera fecha de su nacimiento se falsifico para conceder a Angus la sucesión. Oh, su presente Gracia tenía tres años de edad cuando nació ella. Yo fui antiguo caballero de Duke Fergus y llevé a Angus en mi hombro cuando la madre de Andray Dunnan fue presentada a los señores y varones al día siguiente de nacer.
- Pues claro que está loco - asintió Alex Gorram-. No se por qué el Duke no le coloca bajo tratamiento psiquiátrico
- Yo le hubiese puesto bajo tratamiento - dijo Harkaman. pasándose el dedo por debajo de la barba -. Los locos que pretenden ocupar los tronos son bombas que deberían ser desactivadas antes de que estallen.
- No podemos hacer eso - contestó Grauffls -. Despues de todo, es el sobrino del Duke Angus.
- Yo sí podría - dijo Harkaman -. Sólo tiene trescientos hombres en su compañía. Sólo Satán sabe por qué le dejaron ustedes reclutarlos - hizo una especie de paréntesis -. Yo tengo ochocientos; quinientos buenos combatientes de tierra. Me gustaría ver cómo se comportan en combate antes de que salgamos al espacio. En dos horas puedo tenerlos listos para la acción y todo habría pasado a la media noche.
- No, capitán Harkaman; su Gracia nunca lo permitiría - prohibió Graufis -. Usted no tiene idea del daño político que haría entre los señores independientes en quienes contamos para su apoyo. Usted no estaba aquí en Gram cuando Duke Ridger de Didreksburg hizo que el segundo marido de su hermana Sancia fuese envenenado.

IV
Se detuvieron bajo la columnata; más allá, la terraza interior principal estaba atestada v un putpurri de antiguas canciones de amor se alzaba desde los puntos sonoros, por sexta u octava vez consecutiva. Lucas consultó su reloj; eran noventa segundos más tarde de la última vez que hizo lo mismo. 5i se le daban quince minutos más para empezar v otros quince para marcharse después de los brindis matrimoniales y las felicitaciones, habría bastante. Y ningún matrimonio, por pomposo que fuese, duraba más que media hora. Una hora, pues y el y Elaine estarían en el coche aéreo, disparados hacia Traskon.
Las canciones de amor cesaron bruscamente; al cabo de un momento de silencio una trompeta, considerablemente amplificada sonó; el Saludo Ducal. La multitud dejó de agitarse, el murmullo de las voces se suspendió. Al pie de la escalera mecánica hubo un fulgor colorista y el grupo ducal empezó a moverse descendiendo. Un pelotón de guardas, de rojo y amarillo con relucientes cascos y pulidas alabardas. Un caballero portando la Espada del Estado. El Duke Angus con su consejo, Otto Harkaman entre ellos; la duquesa Flavia y sus damas de compañía. Los caballeros del séquito y sus esposas. Más guardas. Hubo una gran ovación; los aerocoches del servicio de los noticiarios se colocaron encima de la comitiva. El primo Nikkolay y unos cuantos más salieron de entre las columnas a la luz del sol; hubo un movimiento similar a la otra parte de la terraza. La comitiva ducal llegó al extremo del paseo central, se detuvo v se desplegó.
Está bien; despejemos - dijo el primo Nikkolay, adelantándose.
Diez minutos desde que llegaron al exterior; otros cinco para situarse en sus puestos. Quince minutos, ahora, hasta que él y Elaine, Lady Elaine Trask de Traskon, de verdad y para siempre, empezasen la marcha hacia su casa.
- ¿Seguro que el coche está preparado? -preguntó por centésima vez.
Su primo le aseguró que sí. Figuras con el uniforme negro y amarillo llama de Karvall aparecieron por la terraza. La música tornó a sonar, esta vez la obligatoria Marcha Nupcial de los Nobles, arrogante y al mismo tiempo tierno. El caballero secretario de Sesar Karvall, y el abogado de los Karvall, los directivos de las factorías de acero, el capitán de la guardia de Karvall. El propio Sesar, llevando a Elaine del brazo; ella vestía un chal negro y amarillo. Lucas miró en su torno asustado súbitamente.
- ¡ Por amor de Satán, dónde tienes el chal! - exigió y luego se relajó cuando uno de sus caballeros lo exhibió, con los colores de Traskon. Las damas de honor, conducidas por Alvina Karvall. Finalmente se detuvieron, a diez metros de distancia, delante del Duke.
-¿ Quién se nos acerca?, pregunto el Duke Angus al jefe de su guardia.
Tenía un rostro delgado y puntiagudo, sensitivo casi femeninamente y una barbita también puntiaguda. Iba destocado excepto la diadema estrecha de oro que trató durante casi toda su vida de convertir en una corona real. El capitán de la guardia repitió la pregunta.
- Soy Sir Nikkolay Trask; traigo a mi primo y coseñor, Lucas, lord Trask, barón de Traskon. Viene a recibir a la dama señorita Elaine, hija de lord Sesar Karvall, barón de Karvallmills, y la sanción de su Gracia al matrimonio entre ellos.
Sir Maxamon Zhorgay, lugarteniente de Sesar Karvall, se llamó a sí mismo y a su señor; ellos trajeron a dama señorita Elaine a la boda ante lord Trask Traskon. El Duke, satisfecho de que fuesen personas, a quienes pudiera dirigirse directamente, preguntó si los términos del acuerdo matrimonial habían sido aprobados; ambas partes así lo afirmaron. Sir Maxamon entregó un pergamino al duque; el Duke Angus comenzó a leer la rígida y precisa fraseología legal. Los matrimonios entre casas nobles no eran cosa de dejarse abiertos a cualquier disputa - se había derramado mucha sangre y quemado pólvora en exceso por la ambigüedad en algunos puntos de la. sucesiones o herencias o derechos accesorios. Lucas lo soportó con paciencia; no quería que sus nietos y los de Elaine se enzarzaran a tiros por alguna coma mal situada.
-¿Y esas personas ante nos aceptan libremente este matrimonio? - preguntó el Duque, al término de la lectura. Avanzó mientras hablaba y su caballero le entregó el mandoble que se llamaba la Espada del Estado, lo bastante pesada como para partir por medio a una persona. Trask también se adelantó; Sesar Karvall trajo a Elaine. Los abogados y del séquito se hicieron más a un costado.
-¿Qué dice usted, lord Trask? - preguntó, casi en tono de observación.
- Con todo mi corazón, vuestra Gracia. Y usted, lady señorita Elaine?
- Es mi deseo más caro, vuestra Gracia.
El duque tomó la espada por la hoja y la extendió; los jóvenes posaron sus manos en el enjoyado pomo.
-¿Y vosotros, y vuestras casas me juráis a mí, Angus, Duque de Wardshaven, como vuestro príncipe soberano, y afirmáis fidelidad a nos y a nuestros legítimos sucesores?
- Juramos - no sólo lo dijeron él y Elaine, sino cuantos les rodeaban y toda la masa en el jardín, respondió, los espectadores a gritos. Muy claramente, por encima de todo, alguien, con más entusiasmo que discreción, vociferó:
- ¡Viva Angus 1, de Gram!
- Y nosotros, Angus, os conferimos a vosotros dos y a vuestras casas el derecho de llevar nuestra insignia, como concierne, y me obligo a mí mismo a mantener vuestros derechos contra algo o alguien que pueda tratar de arrollarlos. Y nosotros declaramos que este matrimonio entre vosotros dos y este acuerdo entre vuestras respectivas casas, nos complacen, y os juramos a los dos, Lucas y Elaine, que estáis legalmente casados y quien objete este matrimonio nos desafía a nos, en nuestros dientes y a nuestro pesar.
Esa no era exactamente la fórmula autorizada por un señor ducal en Gram. Era la empleada por un rey planetario como Napolyon de Flamberge o Rodolf de Excalibur. Y, ahora que lo pensaba, Angus consistentemente utilizó el plural real en primera persona. Quizás el tipo que gritase lo de Angus 1 de Gram había la estado únicamente haciendo el trabajo para el que se le pagó. Esto estaba siendo teledifundido y Omfray de Glaspyth y Ridgerd de Didreksburg estarían escuchando; desde ahora empezarían a contratar a mercenarios. Quizás eso serviría para desembarazarse de Dunnan indirectamente.
El duque devolvió la Espada a su caballero. El joven que portaba el chal verde y pardo se lo entregó y Elaine dejó caer el negro y amarillo de sus hombros, la única vez que una mujer respetable lo hacía en público y su madre lo tomó y lo plegó. El avanzó y colocó los colores detrás sobre los hombros de la muchacha y luego la tomó en sus brazos. La ovación volvió a estallar y algunos de los guardas de Sesar Karvall comenzaron a disparar salvas.
Costó algo más de lo que se había esperado acabar con los brindis y los apretones de manos de la gente que se apiñaba a su alrededor. Por último, la comitiva empezó recorriendo el largo pasillo hasta el rellano de las escaleras y el Duque y su séquito se alejaron por la parte de atrás para prepararse para el festín de bodas en el que todo el mundo, excepto los novios, celebrarían el acontecimiento. Una de las damas de honor dio a Elaine un ramo enorme de flores, que ella tenía que arrojar desde la escalera mecánica; Elaine lo sostuvo con el brazo doblado y se agarró al de su marido con el otro.
- ¡Cariño, realmente lo logramos! - susurraba ella como si fuese todo demasiado maravilloso para ser creído.
Uno de los coches de la televisión, naranja y azul, correspondiente a la empresa «Westlands Telecast & Teleprint», había flotado por delante de ellos y bajaba hacia el rellano. Durante un momento él se enfureció; eso quedaba más allá de los limites orbitales de la libertad periodística, incluso para la «Westlands T & T». Entonces soltó la carcajada; hoy se sentía demasiado feliz ara enfadarse por nada. Al pie de las escaleras, Elaine se quitó las relucientes zapatillas – había otro par en e coche; de eso se había encargado personalmente- y subieron a los peldaños y dieron media vuelta. Las damas de honor se precipitaron hacia adelante y comenzaron a forcejear por coger las zapatillas, estropeando y desarreglándose sus vestidos y cuando estuvieron a mitad de camino, Elaine lanzó el ramo que se rompió sobre ellas como una bomba de colorada fragancia y las chicas cogieron las flores, gritando de delicia. Elaine se quedó plantada, enviando besos a todo el mundo y él estrechaba las manos que se le tendían por encima de la cabeza hasta que estuvieron en lo alto.
Cuando se volvieron y bajaron del aparato, el vehículo aéreo naranja y azul había descendido directamente delante suyo, bloqueándoles el paso. Ahora estaba realmente furioso y empezó una maldición. Entonces vio lo que había en el coche.
Andray Dunnan, su rostro fino descompuesto y su estrecho mostacho vibrando; tenía una rendija junto a la ventana abierta y estaba apuntando el cañón de una ametralladora hacia él.
Gritó y al mismo tiempo empujó a Elaine haciéndola caer. Se lanzó a sí mismo hacia adelante para cubrirla cuando se oyó la múltiple detonación. Algo le golpeó en el pecho; su pierna derecha se le dobló. Cayó.
Cayó y cayó y cayó, sin fin, por la oscuridad, fuera de toda consciencia.
V
Estaba crucificado y coronado de espinas. ¿A quién se lo habían hecho? A alguien hacía mucho tiempo, en la Tierra. Tenía los brazos extendidos rígidamente y le dolían; los pies y las piernas también le hacían daño y no podía moverlos y estaba aquello de su frente. Y se notaba ciego.
No; tenia loa ojos cerrados, los abrió y había una pared blanca ante él, con una especie de dibujo en forma de cristal de nieve y se dio cuenta que era un techo y estaba acostado de espalda.. No podía mover la cabeza pero cambiando la dirección de su mirada advirtió que estaba del todo desnudo y rodeado por un laberinto de tubos y cables, lo que le turbó brevemente. Luego, supo que no estaba en una cama, sino en un robomedico y los tubos serían para medicación, drenaje de las heridas y alimentación intravenosa, y los cables serían electrodos incrustados en su cuerpo para diagnosis, y la corona de espinas no serían más que los electrodos de un encafalógrafo. Había estado antes en una de esas cosas, cuando fue corneado por un bisonoide en los prados ganaderos.
Eso es lo que era; seguía en tratamiento. Pero le pareció hace tanto tiempo; tantísimas cosas parecían haber ocurrido que creyó haberlas soñado.
Luego recordó e inútilmente forcejeé para levantarse.
-¡Elaine! – llamó -. Elaine, ¿dónde estás?
Hubo una agitación y alguien penetró en su limitado campo de visión, su primo, Nikkolay Trask.
- Nikkolay – dijo -.. ¿Qué le pasó a Elaine?
Nikolay parpadeó, como si algo que esperaba que le hiriese le hubiera hecho un daño mas profundo de lo calculado.
- Lucas - tragó saliva -. Elaine - Elaine ha muerto.
Elaine ha muerto. Eso no tenía sentido.
- Murió en el acto, Lucas. Recibió seis impactos; no creo que notase ni siquiera el primero. No padeció
Alguien gimió y luego Lucas se dio cuenta de que había sido él mismo.
- Te hirieron dos veces - le decía Nikkolay -. Una en la pierna; el fémur destrozado. Y otra en el pecho. Esa no te alcanzó el corazón por dos centímetros.
Lástima ahora comenzaba a recordar claramente -. La hice caer y traté de taparla. Debí meterla directamente en la ráfaga y yo sólo recibí los últimos proyectiles, pero había algo más; oh, sí -. Dunnan, ¿lo derribaron?.
Nikkolay sacudió la cabeza.
- Escapó. Robó el Enterprise y partió del planeta.
- Quiero capturarlo yo mismo.
Otra vez comenzó a levantarse; Nikkolay hizo un gesto a alguien fuera de la vista. Una mano fría le tocó la barbilla y olió el perfume de una mujer, completamente distinto.. al de Elaine. Algo como un insecto pequeño le mordió en el cuello. La habitación pareció oscurecerse.
Elaine estaba muerta. Ya no existía Elaine, en absoluto. Oh, eso significaba que ya no había más mundo. Por eso empezaba a oscurecerse tanto.
* .* *
Volvió a despertar, decidido y de haber habido luz diurna hubiese distinguido el cielo amarillo por la ventana abierta, o ser de noche estarían encendidas las paredes luminosas. Siempre habría alguien con él. La esposa de Nikkolay, dama Cecilia; Rovard Grauffis; lady Alvina Karvall.. debía haber dormido mucho tiempo; porque ella era mucho más vieja de lo que la recordaba... y su hermano, Buró Sardanas. Y una mujer con el pelo negro, una bata blanca con un caduceo de oro en el pecho. Una vez, la duquesa Flavia, y una vez el propio Duke Angus.
Preguntó dónde estaba, sin importarle demasiado. Se lo dijeron, en el palacio ducal Deseó que todos se fuesen y que le dejaran marchar a donde estaba Elaine.
Luego volvería a la oscuridad y él trataría de encontrarla, porque había algo que él deseaba desesperadamente enseñarle. Estrellas en el firmamento por noche, eso era. Pero no habían estrellas, no había Elaine, no había nada y él deseaba que tampoco hubiese Lucas Trask.
Pero allí estaba un tal Andray Dunnan. Podía verle plantado con su capa negra en la terraza, los diamantes de su joya del bonete reluciendo diabólicos; podía ver el rostro enloquecido mirándole por encima del cañón de la metralleta. Y luego le cazaría sin encontrarle, a través de la fría oscuridad del espacio.
Los períodos de lucidez se hicieron mayores y durante ellos su cerebro quedó claro. Le quitaron su corona de espinas electrónicas. Le despojaron de los tubos de alimentación y le dieron tazas de caldo y jugo de frutas. Quería saber por qué le habían llevado al palacio.
- Era lo único que podíamos hacer - le contesté Rovard Grauffis-. Tuvieron muchas dificultades en Karvall House tal y como estaban las cosas. Mira, Sesar también fue baleado.
- No - por eso Sesar no había venido a verle -. ¿Le mataron?
- Herido; está peor que tú. Cuando se inicié el tiroteo, subió volando por la escalera. No llevaba nada excepto su daga de gala. Dunnan le dirigió una rápida ráfaga; creo que por eso no tuvo tiempo de acabar contigo. Para entonces, los guardas habían estado disparando salvas y la rapidez del ataque les desconcertó, por lo que tardaron cierto tiempo en contestar al fuego. Se fue lo más de prisa que pudo. Tienen a Sesar en un robot médico como el tuyo. Ya no está en peligro.
Los tubos de drenaje y de medicación le fueron desconectados; la tela de araña de cables que le rodeaba fue quitada y con ellos los electrodos. Le vendaron las heridas y le vistieron con una túnica suelta y le quitaron del robomédico para llevarle a un diván en donde podía estar sentado cuando así le viniera en gana; empezaron a darle alimento sólido, vino para beber y le permitieron fumar. La doctora dijo que lo había pasado muy mal, como si él no lo supiera. Se preguntó Lucas si ella esperaba que le diese las gracias por mantenerlo vivo.
- Estará en condiciones de salir dentro de unas pocas semanas - añadió su primo -. Ya he procurado que todo lo de Traskon New House esté preparado para recibirte.
- Mientras viva jamás entraré en esa casa y desearía no existir dentro de un minuto. Aquello iba a ser el hogar de Elaine. No entraré en él a solas.
Los sueños le turbaban mientras dormía cada vez menos y menos mientras se fortalecía. A menudo tenía visitantes, trayéndole regalitos diversos v Lucas encontré que disfrutaba con su compañía Deseaba saber lo que había sucedido en realidad y como Dunnan escapó.
- Abordó como un pirata el Enterprise - le contó Rovard Grauffis-. Le acompañaba su compañía de mercenarios y sobornó a unos cuantos del muelle Gorram. Creí que Alex mataría a su jefe de seguridad cuando se enteró de lo ocurrido. No pudieron probar nada... lo intentamos con ahínco... pero estamos seguros de que Omfray de Glaspyth proporcionó el dinero. Lo han negado demasiado enfáticamente.
-¿Entonces todo el asunto fue planeado con anticipación?
- Apoderarse del navío sí; debió prepararlo durante meses, antes de que empezase a reclutar esa compañía. Creo que pensaba hacerlo la víspera de la boda por la noche. Luego intenté convencer a lady señorita Elaine para que se fugara con él... parece ser que lo creyó posible... cuando ella le humilló, decidió mataros a ambos antes - se volvió a Otto Harkaman, que le acompañaba -. Mientras viva, lamentaré no haberle aceptado a usted, y a su palabra y también aceptado su oferta de entonces.
Cómo logró apoderarse del coche aquel de la «Westlands Telexas & Teleprint»?
- Oh. La mañana de la boda se presentó en la oficina editorial de la Westlands les dijo que tenía la historia interna del matrimonio y de por qué lo patrocinaba el duque. Lo hizo sonar como si hubiese algún escándalo; insistió en que fuese un repórter a Dunnan House para una entrevista cara a cara. Enviaron a un hombre y esa fue la última vez que le vieron vivo; nuestra gente encontró su cuerpo en Dunnan House cuando buscábamos por el lugar después de los disparos. Hallamos el coche en el muelle; había recibido un par de impactos de las armas de Karvall House, pero ya sabes lo que pueden soportar esos coches de prensa. Se dirigió derecho al muelle, en donde sus hombres ya se habían apoderado del Enterprise; en cuanto llegó, la nave zarpó.
Miró al cigarrillo que tenía entre los dedos. Era tan corto que casi le quemaba. Con un esfuerzo u. inclinó hacia adelante para apagarlo.
- Rovard, ¿cuándo estará terminado el segundo navío?
Grauffis rió con amargura.
- Construir el Enterprise nos costó cuanto teníamos. El duque está al borde de la bancarrota ahora. Hace seis meses que dejamos de trabajar en la segunda nave porque no teníamos dinero suficiente para seguir con ella y terminar el Enterprise. Esperábamos que el Enterprise consiguiese bastante de la Antigua Federación para acabar el segundo navío. Luego, con dos naves y una base en Tanith el dinero comenzaría a venir en lugar de salir. Pero ahora...
- Eso me deja donde estaba yo en Flamberge - añadió Harkaman -. Peor. El rey Napolyon iba a ayudar a los elmersanos y me hubiesen dado el mando en eso. Ahora ya es demasiado tarde.
Lucas cogió su fusta y la utilizó para ponerse en pie. La pierna rota había sanado, pero todavía se sentía débil. Dio unos cuantos pasos dubitativo, se detuvo para apoyarse en el bastón y luego se encaminó hasta la ventana abierta y se quedó un momento mirando hacia afuera. Después se volvió.
- Capitán Harkaman, puede que aún consiga usted un alto mando, aquí en Gram. Es decir si no le importa estar bajo mis órdenes como propietario a bordo. Voy a cazar a Andray Dunnan.
Ambos le miraron. Al cabo de un momento, Harkaman dijo:
- Sería un honor, lord Trask. ¿Pero de dónde sacara un navío?
- Está ahora a medio acabar. Usted ya tiene su tripulación. El Duke Angus puede acabarlo por mí y pagar subastando su nueva baronia de Traskon.
Conocía a Rovard Grauffis toda la vida; hasta este momento nunca había visto al lugarteniente del Duke Angus tan sorprendido.
-¿Quieres decir, que cambias Traskon por esa nave? preguntó.
- Terminada, equipada y preparada para el espacio, sí.
- El duque aceptará - se apresuró a decir Grauffis-. Pero, Lucas, Traskon es tu única propiedad. Tu título, tus ingresos...
Si tengo un navío, no necesito ingresos. Lo voy a convertir en vikingo espacial.
Eso hizo que Harkaman se pusiera en pie con un rugido de aprobación. Grauffis le miró, la boca entreabierta.
- Lucas Trask... vikingo espacial -dijo. Ahora ya no me queda nada por oír.
Bueno, ¿por qué no? Había deplorado los efectos de los ataques vikingos en los Mundos de la Espada, porque Gram era un Mundo de la Espada y Traskon estaba en Gram, y Traskon iba a ser el hogar en donde Elaine y él vivirían y nacerían sus hijos, y los hijos de sus hijos. Ahora el diminuto punto en que todo se basó había desaparecido.
- Ese fue otro Lucas Trask, Rovard. Ahora ha muerto.

VI
Grauffis se excusó diciendo que tenía que hacer una llamada y cuando regresó volvió a excusarse. Evidentemente Duke Angus había dejado cuanto estaba haciendo nada más se enteró de lo que su lugarteniente tenía que decirle. Harkaman guardó silencio hasta después de que hubo salido de la habitación, entonces dijo:
- Lord Trask, esto es algo maravilloso para mí. No ha sido agradable para un capitán sin navío estar viviendo de la bondad de un desconocido. Sin embargo, me sabría mal que usted pensase, alguna vez, que yo había progresado en mi propia fortuna a expensas de la suya.
- No se preocupe por eso. Si alguien debe aprovecharse, que sea usted. Necesito un capitán espacial y su desgracia es mi propia buena suerte.
Harkaman empezó a llenar de tabaco su pipa.
¿Ha estado alguna vez fuera de Gram? - preguntó.
- Unos cuantos años en la universidad de Camelot, en Excalibur. Por lo demás, no.
- Bueno, ¿tiene usted alguna concepción de la ciase de cosa a la que se va a dedicar? - El vikingo espacial encendió su encendedor y fumó-- Usted sabe, claro, lo grande que es la Antigua Federación. Conoce las cifras, es decir, ¿pero significan algo para usted? Sé que no lo significan ni siquiera para un buen número de grandes hombres espaciales. Hablamos a la ligera sobre de diez a cien energías, pero imaginalmente seguimos contando: ((uno, dos, tres, muchos». Un navío en el hiperespacio marcha a un año luz por hora. Se puede ir de aquí a Excalibur en treinta horas. Pero uno podría enviar un mensaje por radio anunciando el nacimiento de un hijo y éste sería padre cuando fuera recibido. La Antigua Federación, donde usted piensa cazar a Dunnan, ocupa un volumen espacial de doscientos billones de años luz cúbicos. Y en eso usted quiere buscar a un hombre y a un navío. ¿Cómo va a lograrlo, lord Trask?
- No he empezado a pensar en el cómo; todo lo que sé es que tengo que hacerlo. Hay planetas en la Antigua Federación en donde los vikingos espaciales van y vienen; bases de ataque y comercio, como la que el Duke Angus planeaba establecer en Tanith. En una u otra de ellas, tendré noticias de Dunnan, tarde o temprano.
- Nos enteraremos de dónde estaba hace un año y para cuando lleguemos allí, se habrá ido para de año y medio a dos años- Hemos estado asaltando la Antigua Federación por casi trescientos años, lord Trask. En el presente, yo diría que hay cuanto menos doscientos navíos de vikingos espaciales en funcionamiento. ¿Por qué no lo hemos intentado hace tiempo?. Bueno, la respuesta es: distancia y tiempo del viaje. Ya sabe, Dunnan podría morir de viejo... lo que no es una causa ordinaria de muerte entre los vikingos espaciales... antes de que se le alcanzase. Y su grumete más joven podría morir de viejo antes de enterarse
- Bueno, puedo seguir persiguiéndole hasta que me muera entonces. Ninguna otra cosa significa algo para mí.
- Ya me imagino que sería una cosa así. Yo no estaré en su compañía toda la vida. Deseo un navío propio, como el Corisande, que perdí en Durendal. Algún día lo tendré. Pero mientras usted pueda mandar su nave, yo mandaré la mía a sus órdenes. Se lo prometo.
Alguna nota de ceremonia parecía indicada. Avisando a un robot, hizo que le sirviese vino y los dos hombres brindaron en silencio.
Rovard Grauffis había recuperado su aplomo para cuando regresó acompañado por el duque. Si Angus lo había perdido alguna vez, no daba señales de ello. El efecto en los demás fue literalmente sísmico. El punto de vista generalmente aceptado era que la razón de lord Trask había sido perturbada por su trágica pérdida; él admitía que podía haber algo de verdad en eso. Al principio, su primo Nikkolay se puso furioso por allanar la varonía del seno de la familia y cuando se enteró de que el Duke Angus le nombraba varón-vicario y le daba como residencia Traskon New House, comenzó a actuar inmediatamente como el que está en el lecho de muerte de una rica abuela. Los varones financieros e industriales de Wardshaven a quienes conociera muy de lejos, por otra parte, vinieron en rebaño en su torno, ofreciendo ayuda y saludándole como el salvador del ducado. El crédito del Duke Angus, casi anulado por la pérdida del Enterprise, quedó felizmente restablecido y el suyo con él.
Hubo una conferencia en la que abogados y banqueros discutieron de manera interminable; atendió unos cuantos al principio, se encontró por entero desinteresado y así se lo dijo a cada cual. Cuanto quería era una nave; la mejor nave posible, lo antes posible. Alex Gorram había sido el primero en ser notificado; comenzó el trabajo en el navío gemelo del Enterprise, no terminado, inmediatamente. Hasta que estuvo lo bastante fuerte para ir en persona a los astilleros, vigiló el trabajo en el esqueleto globular de setecientos metros de diámetro por la pantalla y conferencio, bien en persona o bien por dicha pantalla con ingenieros y capataces de astillero. De la noche a la mañana sus habitaciones en el palacio ducal se convirtieron de clínica en oficinas. Los doctores, que recientemente le apremiaron para que hallase nuevos intereses y actividades, ahora le prevenían de los peligros del agotamiento. Finalmente Harkaman añadió su voz a la de ellos.
- Cálmate, Lucas - habían abandonado toda formalidad y se tuteaban uno a otro -. Estás mal averiado; deja que la brigada de control de daños trabaje en ti y no fuerces la maquinaria hasta que esté arreglada. Tenemos tiempo en abundancia. No iremos a ninguna parte persiguiendo a Dunnan. El único modo de que le capturemos es por interceptación. Cuanto más se mueva por la Antigua Federación antes de que se entere de que le perseguimos, más rastros dejará. Una vez podamos es hacer un sistema de sus movimientos predecible, tendremos la gran posibilidad. Entonces, alguna vez, saldrá del hiperespacio en alguna parte y nos encontrará esperándole.
-¿Crees que se fue a Tanith?
Harkaman se levantó y recorrió trasteando la habitación durante unos minutos, luego volvió a sentarse.
- No. Eso era idea del Duke Angus, no suya. De todas maneras no podría instalar una base en Tanith. Ya sabes la clase de tripulación que tiene.
Había habido una investigación extensa en los socios y cómplices de Dunnan; el Duke Angus aún esperaba una prueba positiva que implicase en el acto de piratería a Omfray de Glaspyth. Dunnan llevaba consigo a docena y media de empleados de los astilleros Gorram a quienes sobornara. Había cierta habilidad técnica entre ellos, pero en su mayoría eran agitadores, alborotadores y trabajadores incompetentes. Bajo todas las circunstancias, Alex Gorram se alegraba de no verlos más. En cuanto a los propios mercenarios de Dunnan, era un atajo de antiguos hombres del espacio con un resto que comprendía desde bandidos, pasando por ladrones y cacos hasta criminales de la peor especie. El propio Dunnan era astrogador, no ingeniero.
- Esa pandilla no es ni siquiera buena para el ataque de rutina - dijo Harkaman -. Bajo ninguna circunstancia será capaz de instalar una base en Tanith. A menos que Dunnan esté completamente loco, lo que dudo, irá a algún planeta normal vikingo básico, como Hoth o Nergal o Dagon o Xochitl, para reclutar oficiales e ingenieros y hombres espaciales capaces.
- Toda esa maquinaria y equipo robótica, etc., que iba a ir a Tanith; ¿estaba a bordo cuándo tomó la nave?
- Sí, y ese es otro motivo del porqué tiene que ir a algún planeta como Hoth o Nergal o Xochitl. En un planeta ocupado por vikingos de la Antigua Federación, ese género casi valdrá su peso en oro.
-¿Cómo es Tanith?
- Casi por entero del tipo Tierra, el tercero de un sol clase G. Muy parecido a Haulteclere o Flamberge. Fue uno de los últimos planetas que colonizó la Federación antes de la Gran Guerra. Nadie sabe lo que pasó exactamente. No hubo ningún conflicto interestelar; por lo menos, no se encuentran grandes ruinas en donde debieron estar las ciudades. Probablemente lucharon mucho entre sí, después de salirse de la Federación. Hay algunos rastros de daños de combate por doquier. Han empezado a descivilizarse, bajando hasta el nivel premecánico. -. La energía la toman del viento, del agua y de los animales. Tienen bestias de tiro que parecen como carabaos terrestres introducidos en el planeta, y unos pocos barquitos de vela y canoas grandes en los ríos. Poseen la pólvora, lo que parece ser la última cosa que pierde todo pueblo.
»Estuve allí, hace cinco años. Me gustó Tanith como base. Hay una luna, casi como de níquel y de hierro sólidos, y depósitos de material nuclear. Luego, como un loco, me contraté para los elmersanos en Durendal y perdí mi navío. Cuando vine aquí, su duque pensaba en Xipototec. Le convencí que Tanith era un planeta mejor para sus propósitos.
Dunnan podía ir allí, a eso. Quizás pensase que estaba adelantándose al Duke Angus. Después de todo, tiene el equipo necesario.
- Y nadie que lo sepa usar. Si yo fuese Dunnan, iría a Nergal o a Xochitl. Allí, en cada uno de esos mundos, hay siempre un par de miles de vikingos espaciales, gastándose el botín o descansando entre ataques. Podría contratar en cualquiera de los dos a una tripulación completa. Yo sugiera que vayamos primero a Xochitl. Quizás, cuando menos, tengamos noticias de él.
Estaba bien, probarían primero Xotcliitl. Harkaman conocía el planeta y estaba en buenas relaciones con el noble Hautecler que le gobernaba. El trabajo prosiguió en los astilleros Gorram; se había tardado un año en construir el Enterprise, pero los altos hornos y las fábricas de maquinaria habían sobrepasado el trabajo preparatoria y el material y el equipo fluían en una corriente seguida. Dijo que le convencieran de descansar más y día a día se fortaleció. Pronto pasaba la mayor parte de su tiempo en el astillero, mirando como montaban los motores... ascensión y marcha Abbot para el espacio normal, y por motor Dillingham, convertidores de energía, seudogravedad, todo en el centro del navío globular. Los, alojamientos y talleres siguieron después, todos blindados con planchas de acero vibrado. Luego la nave se alzó hasta una órbita de mil seiscientos kilómetros de distancia del planeta, seguida por oleadas de naves de trabajo blindadas y transportadores de carga; el resto de la tarea, se hacía con mayor facilidad en el espacio. Al mismo tiempo, las chalupas de setenta metros que serían instaladas a bordo estaban siendo acabadas. Cada una de ellas tenía sus propios motores de hiperimpulsión y podía viajar tan lejos y tan de prisa como el propio navío.
Otto Harkaman comenzaba a apegarse porque la nave seguía careciendo de nombre. No le gustaba tener que hablar de manera imprecisa diciéndola simplemente «El navío», y habían muchas cosas que precisarían todo el nombre marcado. Elaine, pensó Trask de inmediato y casi enseguida lo rechazó. No quería que se asociara el nombre de ella con las cosas que el navío tendría que hacer en la Antigua Federación. Venganza, Vengador, Retribución, Vendetta; ninguno de estos nombres lo atraía. Un comentador de noticias, mórbidamente elocuente sobre el «Némesis» que el criminal Dunnan había provocado contra sí mismo, lo suministró; Némesis, eso era.
Ahora estaba estudiando su nueva profesión de ladrón y asesino interestelar contra la que antaño hablara con repugnancia. El puñado de seguidores de Otto Harkaman se convirtió en sus maestros. Vann Larch, cañones y proyectiles dirigidos, que también era pintor; Guatt Kirbey, triste y pesimista, el astrogador hiperespacial que trataba de expresar su ciencia en música; Sharll Renner, el navegante del espacio del mal, y Alvyn Karffard, el ejecutivo, que llevaba con Harkaman más tiempo que nadie. Y sir Paytrik Morland, un recluta local, antiguo capitán de la guardia del conde Lionel de Newhaven, quien mandaba a los combatientes de tierra y a la contragravedad de combate. Utilizaron las granjas y pueblos de Traskon para prácticas de navegación y descenso y advirtió que mientras el Némesis llevaría sólo quinientos combatientes de tierra y aire, sobre un millar estaban siendo adiestrados.
Lo Comentó con Rovard Grauffis.
- Sí. No lo nombres a nadie - dijo el lugarteniente del duque -. Tú y sir Paytrik, y el capitán Harkaman, cogeréis los quinientos mejores. El duque se llevará el resto incorporándolo a su servicio. Algún día de éstos, Omfray de Glaspyth sabrá lo que es en realidad el ataque de un vikingo espacial.
Y el Duke Angus cobraría nuevos tributos de Glaspyth para redimir los gastos de su nueva baronia de Traskon. Algún escritor preatómico, al que Harkaman gustaba de citar, había dicho: «El oro no siempre te conseguirá buenos soldados, pero los buenos soldados siempre conseguirán tu oro».
El Némesis volvió a los astilleros Gorram y se posó en sus curvadas patas de aterrizaje como una araña monstruosa. El Enterprise había llevado la espada Ward y el símbolo atómico; el Némesis llevaría su propia insignia, pero la cabeza de bisonoide, parda y verde, e Traskon, ya no le pertenecía. Eligió un cráneo clavado en una espada vertical y así se puso tal blasón en el navío cuando Harkaman él se lo llevaron para un viaje de crucero de pruebas.
Cuando volvieron a aterrizar en. los astilleros Gorram, doscientas horas después, se enteraron de que un carguero procedente de Morglay había entrado durante su ausencia en Bigglersport, con noticias de Andray Dunnan. Su capitán fue a Wardhaven ante la urgente invitación del Duke Angus y estaba esperándoles en el palacio ducal.
* * *
Se sentaron, una docena en total, en torno a la mesa de los apartamentos privados del duque. El capitán del carguero, un hombre pequeño y preciso con barba grisácea, alternativamente fumaba un cigarrillo y tomaba a sorbos el coñac de una copa.
- Salté al espacio desde Morglay hace doscientas horas – decía -. Estuve allí doce días locales, trescientas horas standard galácticas, y el viaje desde Curtana duró trescientas veinte. Ese navío, el Enterprise salió al espacio desde allí varios días antes que yo. Podría decirse que lleva salido de Windsor unas mil doscientas horas, ahora debe estar en Curtana.
La habitación estaba en silencio. La brisa hacía revolotear las cortinas de las ventanas abiertas; del jardín inferior, aladas aves nocturnas revoloteaban entre los árboles.
- Nunca lo esperaba - dijo Harkaman-. Pensé que se habría llevado de inmediato el navío a la antigua Federación - se sirvió vino. Claro, Dunnan está loco. Un loco tiene a veces cierta ventaja, como el luchador zurdo de cuchillos. Hace cosas inesperadas;
- No hubo ningún movimiento alocado - dijo Rovard Grauffis – tenemos poquísimo comercio directo con Curtana. Es una casualidad que nos hayamos enterado de esto ahora.
La copa del capitán del carguero estaba medio vacía. Se la llenó hasta el borde.
- Ese fue el primer navío Gram que llegó allí hace años – asintió -. Por lo tanto, es natural que llamase la atención. Y al hacer que cambiasen su blasón, de la espada y símbolo atómico hasta el azul creciente. Y el rencor por parte de los otros capitanes y empleados del lado planetario por los hombres que el les arrebató.
-¿ Cuántos hombres y de qué clase?
El hombre de la barba gris se encogió de hombros.
- Estaba demasiado atareado revolviendo carga para Morglay para prestar mucha atención. Casi un complemento de espacionaves oficiales y navegantes de todas clases. Y una cantidad de ingenieros industriales y técnicos.
- Entonces va a utilizar ese equipo que lleva a bordo e instalar una base en alguna parte - dijo alguien.
- Si abandonó Curtana hace doce horas, seguirá en el hiperespacio - afirmó Guatt Kirbey -. Hay Unas dos mil desde Curtana hasta el planeta más próximo de la Antigua Federación.
-¿Está muy lejos Tanith? - preguntó Duke Angus. Estoy seguro que es ahí donde irá. Esperaba que terminase la otra nave y le quitase como el Enterprise y la enviase al espacio; deseaba llegar el primero.
- Yo hubiera pensado que Tanith seria el último lugar al que fuese - dijo Harkaman, pero esto cambia toda la perspectiva. Ha podido irse a Tanith.
- Está loco y usted trata de aplicarse la misma lógica de una persona cuerda - dijo Guatt Kirbey-. Usted se imagina lo que haría en su caso pero usted no ha perdido la razón. Claro, yo tenía mis dudas, a veces, pero...
- Si, está loco, y el capitán Harkaman cuenta con eso - intervino Rovard Grauffis -. Dunnan nos odia a todos. Odia a su Gracia, aquí presente. Odia a lord Lucas, y a Sesar Karvall; claro, puede pensar que les mató a ambos. Odia al capitán Harkaman. ¿Así que cómo podría barrer al resto de nosotros de inmediato? Apoderándose de Tanith.
-¿Dice que compró suministros y munición?
- Cierto. Munición artillera, proyectiles dirigidos del navío y una buena cantidad de proyectiles también de defensa del suelo.
- ¿Conque los compraba? ¿Intercambiando maquinaria?.
- No. Oro.
Sí. Lothar Ffayle descubrió que una buena cantidad de oro había sido transferido a Dunnan desde los bancos en Glaspyth y Didreksburg - dijo Grauffis -. Se lo llevó a bordo cuando evidentemente tomó el navío.
- Está bien - dijo Trask -. No podemos estar seguros de nada, pero tenemos algunas razones para pensar que fue a Tanith y eso es más de lo que poseemos de cualquier otro planeta de la Antigua Federación. Yo no trataré de calcular las posibilidades en contra nuestra de que le encontremos allí, pero creo que son bastante mayores que en cualquier otra parte. Iremos primero a Tanith.

VII
La pantalla visora exterior, que había estado vacantemente gris durante tres mil horas, aparecía ahora como un torbellino vertiginoso de color, el color indescriptible de un colapso hiperespacial, de un campo de fuerzas. Nunca dos observadores lo vieron jamás igual y ninguna imaginación podría visionar su actualidad. Trask encontró con que estaba conteniendo el aliento. El se dio cuenta que lo mismo le pasaba a Otto Harkaman, a su lado. Era algo, evidentemente, a lo que nadie se acostumbraba. Ni siquiera Guatt Kirbey, el astrogador, que se sentaba, con su pipa aferrada en la boca, mirando la pantalla.
Luego, en un instante, las estrellas, que literalmente no habían estado allí antes, llenaron la pantalla con un brillo esplendoroso destacando contra el terciopelo negro del espacio normal. Precisamente en el centro más brillante que todo lo demás, la Estrella de Ertado, el sol de Tanith, ardía amarillenta. Su luz tenía diez horas de distancia.
- Bastante bien Guatt - dijo Harkaman, cogiendo su taza de café.
- Bueno, Gehenna; fue perfecto dijo alguien más.
Kirbey volvía a encender su pipa.
- Oh supongo que tendrá que hacerse gruñó, en torno al timón. Tenía el pelo gris y un bigote desaliñado y no había nada lo bastante bueno para que le satisficiera -. Pude haberlo hecho algo más cerca. Ahora necesitaré tres microsaltos y tendré que cortar el último muy ajustado. Ahora no me molesten - comenzó a oprimir botones para datos y a juguetear con los mandos de precisión.
Durante un momento, en la pantalla, Trask pudo ver el rostro de Andray Dunnan. Parpadeó para apartarlo, buscó sus cigarrillos y se puso uno en la boca por el extremo opuesto al filtro. Cuando le dio la vuelta y encendió su mechero, vio que le temblaba la mano. Otto Harkaman, que estaba a su lado, debió fijarse también.
- Cálmate, Lucas - susurró -. Controla tu optimismo. Sólo creemos que pude estar aquí.
- Estoy seguro de que lo está. Es preciso.
No; eso era el estilo propio de Dunnan, pensó. Seamos cuerdos.
- Tenemos que presumir que está. Si lo hacemos, y no está, será un desencanto. Si no lo hacemos, y está, es un desastre.
Otros, parecía ser, pensaban de la misma manera. El tablero de los puestos de combate era una llamarada sólida de luz roja indicando que estaban todos prestos para la lucha.
- Está bien - dijo Kirbey -. Saltamos.
Entonces giró el mando rojo hacia la derecha y lo empujó con furia. De nuevo la pantalla hirvió con turbulencia coloreada; de nuevo fuerzas oscuras y poderosas chocaron contra el navío como demonios en la torre de un hechicero. La pantalla se volvió monótonamente gris mientras los amplificadores perforaban ciegamente en algunas dimensiones de la nada. Luego se convulsionó con color y esta vez la Estrella de Ertado, aún en el centro, era un disco del tamaño de una moneda, las chispitas de sus siete planetas desparramadas en su torno. Tanith era el tercero.. el planeta habitable de la clase G. Tenía una sola luna, apenas visible en la pantalla telescópica, de ochocientos kilómetros de diámetro y a una distancia de ochenta mil.
- Ya sabes - dijo Kirbey, aunque sabía mal reconocerlo -, no fue tan mal. Creo que podemos lograrlo con un microsalto más.
Algún tiempo, supuso Trask, se vería capaz de utilizar la expresión «micro» para una distancia de noventa millones de kilómetros.
-¿Qué te parece? - le preguntó Harkaman, con tanta deferencia como si buscase el consejo experto en lugar de examinar a su aprendiz -. ¿Dónde nos pondrá Guatt?
- Lo más cerca posible, claro - eso sería como mínimo a un segundo luz; si el "Némesis" saliese del hiperespacio y se acercase a algo del tamaño de Tanith, el campo mismo al colapsarse lo despediría hacia atrás -. Tenemos que presumir que Dunnan ha estado aquí por lo menos novecientas horas. Para ese tiempo, ha podido instalar una estación detectora y quizás rampas de lanzamientos de proyectiles en la luna. El "Enterprise" lleva cuatro chalupas lo mismo que el "Némesis"; en su lugar, yo tendría por lo menos dos de patrulla fuera del planeta. Así que aceptamos que seremos detectados en cuando salgamos del último salto y saldremos con la luna directamente entre nosotros y el planeta. Si está ocupada, podemos atacarla en nuestro viaje de entrada.
- Muchos capitanes probarían de salir con la luna ec1ipsada por el planeta dijo Harkaman.
- ¿Y tú?
El hombretón sacudió la cabeza.
- No. Si tienen rampas de lanzamiento en la luna, podrían dispararnos dando una curva en torno al planeta, por los datos emitidos desde el otro lado y sería una respuesta desventajosa. Hay que ir derechos. ¿Oyes eso, Guatt?
- Si. Tiene sentido. Algo. Ahora, basta de molestarme. Charl, mira aquí un momento.
El astrogador del espacio normal conferenció con él; Alvyn Karífard, el oficial ejecutivo, se les unió. Por último, Kirbey sacó el gran mando rolo, lo giró y dijo:
- De acuerdo, saltamos - lo empujó hundiéndolo -. Supongo que lo cortaré demasiado justo ahora, en ese caso, recibiríamos una patada que nos haría retroceder medio millón de kilómetros.
La pantalla volvió a convulsionarse; cuando se aclaró, el tercer planeta estaba directamente en el centro; su lunita, con aspecto casi tan grande, quedaba un poco por encima y a la derecha, iluminada por el sol por un lado y por el planeta por el otro. Kirbey cerró en su puesto el mando rojo, cogió su tabaco y su encendedor y las demás cosas de la estantería, tapando el instrumento y cerrándolo con llave.
- Es tuyo, Charl - dijo a Rener.
- Ocho horas hasta la atmósfera contestó Rener -. Eso si no tenemos que perder mucho tiempo disparando contra el enemigo aquí.
Vann Larch estaba mirando a la luna en la pantalla de seiscientos aumentos.
- No veo nada contra lo que disparar. Ochocientos kilómetros; un destrozo de planetas, o cuatro o cinco termonucleares - dijo.
No era adecuado, pensó indignado Trask. Hace unos minutos, Tanith había estado a diez billones de kilómetros de distancia. Hace unos segundos, a ocho y pico millones. Y ahora, a ochenta mil kilómetros y se acercaba lo bastante como para rozar en la pantalla, aunque se tardarían ocho horas en llegar hasta él. O, en la hiperimpulsión uno podía recorrer un espacio increíble en ese tiempo.
Bueno, se necesitaba lo mismo que cruzar una habitación hoy para recorrer el espacio, en el mismo espacio de tiempo con que hubiese caminado veinticinco metros el Homo Sapiens primitivo.
En la pantalla telescópica Tanith parecía igual que cualquier fotografía de un planeta tipo Tierra visto desde el espacio, con sus contornos enturbiados por las nubes, con los mares y continentes y un vago moteado de gris y pardo y verde, fulminado en el polo por una capa de hielo. Ninguna de las características superficiales, ni siguiera las cordilleras mayores o los ríos, eran todavía distinguibles, pero Harkaman y Sir Rener y Alvyn Karffard y los veteranos parecieron reconocerla. Karffard estaba hablando por teléfono con Paul Roreff, el oficial detector de señales, que no podía captar nada de la luna ni tampoco nada que atravesase el cinturón Van Alíen del planeta.
Quizás sus deducciones se equivocaban en eso.
Puede que Dunnan no hubiera ido en absoluto a Tanith.
Harkaman, que tenía la cualidad de ponerse a dormir a voluntad, con un sexto o enésimo sentido preparado como centinela, se arrellanó en su sillón y cerró los ojos. Trask deseó poder hacerlo también. Pasarían horas antes de que nada ocurriera y hasta entonces necesitaría todo el descanso que pudiese obtener. Tomó más café, fumó cigarrillos en cadena; se levantó y vagó por la sala de mandos, mirando las pantallas. Señales y detección adquiría muchos informes rutinarios... cuenta Van Allen, microm meteors, temperatura superficial, potencia del campo gravitacional, radar y ecos del explorador. Volvió a su silla y se sentó, mirando la imagen de la pantalla. El planeta no parecía acercarse en absoluto y debiera hacerlo; se acercaban a una velocidad mayor que la de escape. Se sentó y clavó la vista...
Despertó con un sobresalto. La imagen de la pantalla era ahora mucho mayor. Cursos de los ríos y las líneas sombreadas de las montañas se veían con claridad. Debía ser a principios de otoño en el hemisferio norte; había nieve hasta el paralelo sesenta y un cinturón pardo se abría paso hacia el sur en contra de lo verde. Harkaman estaba incorporado almorzando. Por el reloj, habían pasado cuatro horas.
-¿Dormiste bien? - preguntó -. Estamos cogiendo ahora algún material. Señales de radio y de la pantalla. No mucho, sino algo. Los locales no habrían aprendido lo bastante para eso en los cinco años que pasaron desde que estuve aquí. Además, no permanecimos mucho tiempo.
En los planetas sin civilizar que eran visitados por los vikingos espaciales, los nativos captaban pedazos y retazos de tecnología con mucha rapidez. En cuatro meses de holganza y de largas conversaciones, mientras se encontraban en el hiperespacio se enteró de muchas historias que lo confirmaban. Pero el nivel al que Tanith se había hundido, la comunicación por radio y televisión en cinco años era un salto demasiado largo.
- No perdiste hombres, ¿verdad?
Ocurrió con frecuencia... hombres que se quedaron con mujeres locales, hombres que se habían hecho impopulares con sus compañeros, hombres a los que simplemente les gustaba el planeta y querían quedarse. Siempre eran bien recibidos por los nativos ya que eran capaces de enseñarles mucho.
- No, no estuvimos lo bastante para eso. Sólo trescientas cincuenta horas. Esto que estamos consiguiendo es material externo; hay alguien más aparte de los nativos.
Dunnan. Miró de nuevo al tablero de las estaciones de batalla; seguían uniformemente iluminando en rojo. Cada cual estaba en su puesto de combate. Avisó a un robot criado, seleccionó un par de platos y empezó a comer. Al primer bocado, llamó a Alvyn Karffard.
-¿Consigue Paul algo nuevo?
Karffard lo repasó todo. Una ligera contracción defecto de campo contragravitatorio. Aún estaba muy lejos para asegurarse. Volvía a ser muerto. Había terminado y encendió un cigarrillo mientras tomaba café cuando una luz muy roja destelló y por los altavoces se oyó el grito de una voz.
-¡Detección! ¡Detección del planeta! ¡ Radar y microrayos!
Karffard comenzó a hablar rápidamente en un micrófono de mano; Harkaman descolgó otro junto a él y escuchó.
- Viniendo de un punto definido, sobre veinticinco quince paralelo norte - dijo y aparte -: podría ser de un navío escondiéndose contra el planeta. No hay nada en absoluto en la luna.
Parecía el cielo acercarse al planeta más y más rápidamente. De hecho, lo hacían, el navío degeneraba para entrar en órbita, pero la decreciente distancia creaba l& ilusión de creciente velocidad. Las luces rojas destellaron de nuevo.
-¡Navío detectado! Precisamente fuera de la atmósfera, dando la vuelta al planeta por el oeste.
¿Es el "Enterprise"?
- Todavía no puedo decirlo - contestó Karffard y entonces gritó -: ¡ Ahí está, en la pantalla! Esa chispíta, a unos treinta grados al norte, saliendo del lado occidental.
A bordo, dos voces, desde los altavoces, gritaban:
- ¡Navío detectado! - y el tablero del puesto de batalla destellaría bien en rojo. Y Audray Dunnan, en el puesto de mando...
- Nos llama - era la voz de Paul Koreff saliendo del altavoz del pupitre -. Puede dar impulsos «standard» de los Mundos de la Espada. Interrogativo: -¿Qué navíos son ustedes? Informativo: su combinación de pantalla. Petición: por favor, comuníquense.
- Está bien - dijo Harkaman -. Seamos educados y comuniquémonos. ¿Cuál es su combinación de pantalla?
La voz de Koreff la proporcionó y Harkaman marcó. La pantalla de comunicación delante de ellos se encendió de inmediato; Trask se colocó su sillón junto al de Harkaman, las manos apretadas a sus propios brazos. ¿Sería el propio Dunnan y qué expresaría su rostro cuando le viese aparecer en su propia pantalla?
Le costó un instante darse cuenta de que la otra nave no era el "Entreprise" en absoluto. El "Enterprise" era gemelo del "Némesis"; las dos salas de mando eran idénticas. Aquella que aparecería resultaba distinta en su disposición y aparatos. El "Enterprise" era una nave nueva; aquella resultaba vieja y había sufrido las manipulaciones de un capitán y una tripulación anticuada durante años.
Y el hombre que se sentaba frente a él, en la pantalla, no era Andray Dunnan, ni lo había visto jamás. Era un tipo de rostro sombrío, con una vieja cicatriz que le bajaba por una mejilla desde algo más abajo del 'ojo; tenía pelo negro rizado, en la cabeza y una leve columnita rizada de humo se alzaba del cigarro mientras que una taza de café despedía vapores en una taza de plata labrada. Sonreía con alegría.
¡Bueno! ¡ El capitán Harkaman, del "Enterprise" según creo! Bienvenido a Tanith. ¿Quién es el caballero que le acompaña? ¿No será el duque de Wardshaven?
TANITH
I
Miró rápidamente al escenario por encima de la pantalla, para asegurarse de que su rostro no le traicionaba. A su lado, Otto Harkaman se carcajeaba.
- Hola, capitán Valkanhayn; esto es un placer inesperado. ¿Ocupa usted el "Space-Scourge"? ¿Qué hace usted en Tanith?
Una voz de uno de los altavoces gritó que se había detectado a una segunda nave viniendo por el polo norte. El hombre de rostro sombrío se agitó complacido.
- Es Garvan, en el "Lamia" - dijo -. Lo que estamos haciendo es que acabamos de ocupar el planeta. Nuestro propósito es conservarlo.
-¡ Bueno! De nuevo que Garvan y usted se han unido. Creo que han sido hechos el uno para el otro. Y quieren una planeta pequeño, para ustedes solos. Me alegro por los dos. ¿Qué van a sacar de él... además de quincalla?
La autoseguridad del otro empezó a desvanecerse. Con un esfuerzo la volvió a colocar en su sitio.
- No juegue conmigo; sabemos por qué está usted aquí. Bueno, llegamos primero. Tanith es nuestro planeta. ¿Piensa que nos lo puede arrebatar?
- Sé que podríamos y también usted - le contestó Harkaman -. Sobrepasamos en artillería a Spasso y a ustedes juntos, oh, un par de nuestras chalupas podrían hacer pedazos al "Larnia". La única cuestión es, ¿les molestaremos en eso?
Pero ahora sería recobrarles su sorpresa, pero no de su desilusión. Si este tipo creía que "Némesis", era el "Enterprise"... Antes de que pudiera revisarlo, había expresado el pensamiento en voz alta.
- ¡ Entonces el "Enterprise" no ha venido!
El hombre de la pantalla preguntó:
-¿Es que no van ustedes en el "Enterprise"?
- Oh, no. Perdón por mi olvido, capitán Valkanhayn - se excusó Harkaman -- Esto es el "Némesis". El caballero que lo acompaña, Lord Lucas Trask, es el propietario, en nombre de quien tengo el mando. Lord Trask, capitán WakeValkanhayn, del "Space-Scourge". El capitán Valkanhayn es un vikingo espacial - dijo como si esperara que se lo discutieran -. Así, como yo digo, es su socio, el capitán Spasso, cuyo navío se acerca.
- ¿Quiere usted decirme que el "Enterprise" no ha venido?
Valkanhayn estaba turbado, ligeramente aprensivo.
-¿Y ustedes quieren decir que el duque de Wardshaven tiene dos navíos?
- Por lo que sé, el duque de Wardshaven no tiene ninguna nave - respondió Harkaman -- Este navío es propiedad y aventura privada de Lord Trask. El "Enterprise", al que andamos buscando, es propiedad y está mandado por un tal Andray Dunnan.
El hombre de la cicatriz y del pecho peludo había cogido su cigarro y fumaba mecánicamente. Ahora se lo quitó de la boca y lo miró como si estuviese asombrado y se preguntara cómo había ido a parar allí.
-¿Pero el duque de Wardshaven nos envía a un navío aquí con el fin de establecer una base? Eso es lo que oímos decir. Nos dijeron que se habían ido ustedes de Flamberge a Gram para comandarle en su nombre.
-¿Dónde dijeron eso? ¿Y cuándo?
- En Hoth. Eso fue unas dos mil horas atrás; un Gilgamesher trajo la noticia de Xochitl.
- Bueno, considerando que era de quinta o sexta mano, su información resultaba bastante buena, siendo fresca. Tenía un año de antigüedad cuando le llegó, sin embargo. ¿Cuánto tiempo llevan aquí en Tanith?
- Un millar de horas - Harkaman soltó una risita triste al oírlo.
- Lástima que perdiese todo ese tiempo. Bueno, fue agradable hablar con usted, Boake. Salude a Garvan de mi parte, cuando se acerque.
-¿Significa eso que no se va a quedar? - Valkanhayn estaba horrorizado, una rara reacción para un hombre que había estado esperando una amarga batalla que les expulsa-. ¿Vuelve a subir otra vez al espacio?
Harkaman se encogió de hombros.
-¿Vamos a perder el tiempo aquí, Lord Trask? El "Enterprise" evidentemente se ha ido a otra parte. Aún estaban en el hiperespacio cuando el capitán Valkanhayn y su cómplice llegaron aquí.
-¿Hay algo que valga la pena de quedarse? - esa pareció ser la respuesta que Harkaman esperaba -. Quiero decir además de la quincalla.
Harkaman sacude la cabeza.
- Este planeta es del capitán Valkanhayn; suyo y del capitán Spasso. Que se queden con él.
- Pero, miren; en un benvioleta. Hay uno en cada ciudad local, quizás de diez o doce mil personas; templos y palacios y todo. Luego, hay un par de ciudades de la Antigua Federación. Aquella en que estamos está en buen estado y hay un gran espaciopuerto. Hemos trabajado mucho en él. Y los nativos no nos proporcionaran ninguna dificultad. Cuanto tienen son espadas, unos cuantos arcos y cachiporras...
- Lo sé. Estuve aquí.
-'Bueno, ¿no podríamos hacer alguna especie de trato? - preguntó Valkanhayn. Un gemido mendicante comenzaba a deslizarse en su voz -. Puedo hacer que aparezca Garvan en la pantalla y comunicarme con su navío...
- Bueno, tenemos a bordo mucha mercancía de los Mundos de la Espada - respondió Harkaman -. Podríamos hacerles precios buenos. ¿Cómo están ustedes de equipo robótico?
-¿Pero es que no van a quedarse? - Valkanhayn casi estaba dominado por el pánico -. Escuchen, supónganse que hablo con Garvan y decidimos todos en esto. Perdónenme un momento...
En cuanto hubo desaparecido, Harkaman echó atrás la cabeza y soltó una carcajada como si acabase de oír el chiste mejor de su vida. Trask en persona, no tenía ganas de reír.
- No le veo la gracia - admitió -. Venimos aquí haciendo el tonto.
- Lo siento, Lucas - Harkaman todavía se sacudía a carcajadas -. Sé que es una desilusión, pero tenemos esa pareja de aves de presa. Casi les tengo lástima, si no me hicieran tanta gracia - volvió a reír
¿Sabes cuál era su idea?
Trask volvió la cabeza.
-¿ Quiénes son?
- Lo que yo les llamé, un par de ratas de corral. Atacan planetas como Set y Hertha y Melkarth, en donde los nativos no tienen nada con qué luchar... ni' nada que valga Ja pena para combatir. No sabía que se habían unido, pero eso concuerda. Nadie más se uniría a cualquiera de ellos. 1,0 que debe haber ocurrido es que la historia de la aventura de Tanith del duque Angus debe haberse filtrado hasta sus oídos y pensaron que si llegaban primero, yo pensaba que era más barato aceptarles que despedirles con lucha. Probablemente no hubiera sido. Tienen navíos, de cierta clase, y atacan de manera anticuada. Pero ahora, no hay nada que sea una base en Tanith y carecen de un planeta lo suficientemente bueno, para conservarlo.
-¿Es que no pueden sacar nada de sí mismos?
-¿Como qué? - volvió a preguntar Harkaman -. No tienen equipo ni hombres. No para un trabajo como ese. Lo único que pueden hacer es salir al espacio y olvidarse de la pérdida de tiempo.
Podríamos venderles equipo.
- Podríamos si tuviesen ellos algo que utilizar como dinero. No lo tienen. Una cosa, queremos bajar y dar a los hombres oportunidad de caminar sobre el suelo y mirar al cielo durante una temporada. Las chicas aquí no son malas del todo - dijo Harkaman -. Por lo que recuerdo, hay algunas que de vez en cuando toman un baño.
- Esa es la clase de noticias de Dunnan que vamos a conseguir. Para cuando lleguemos a donde haya estado, se hallará a un par de miles de años de luz de distancia - dijo disgustado -. Estoy de acuerdo; tenemos que dar a los hombres una oportunidad para desembarcar. Nos es posible convivir con esta pareja durante una temporada y no tener ninguna dificultad con ellos.
Los tres navíos convergían lentamente hacia un punto situado a veinticinco mil kilómetros del planeta y sobre la línea ecuatorial. El "Space-Scourge" llevaba la insignia de un puño cerrado cogiendo a un corneta por la cola; parecía algo más que un garabato, aunque no del todo un blasón. El "Lamia" llevaba una serpiente enroscada con la cabeza, brazos y busto de mujer. Valkanhayn y Spasso se tornaban tiempo antes de volver a la pantalla y comenzó a preguntarse si no estarían maniobrando para colocar al "Némesis" en una posición de fuego cruzado. Mencionó esto a Harkaman y a Alvyn Karffard; ambos se carcajearon.
- Hay que estar acostumbrado a las reuniones entre navíos - dijo Karffard -. Estarán charlando con energía hasta dentro de un par de horas aún.
- Sí, Valkanhayn y Spasso no son dueños de sus navíos - explicó Harkaman -. Están en deuda con sus tripulaciones por sueldos y mantenimiento hasta llegar un momento en que todos los poseen todo en común. Los navíos igual. Ni siquiera mandan, en realidad; presiden consejos de mando electos.
Finalmente tuvieron los más o menos comandantes en la pantalla. Valkanhayn se había cerrado la camisa y puesto una chaqueta. Garvan Spasso era pequeño, en parte calvo. Sus ojos estaban una pizca demasiado juntos y su boca fina tenía una expresión amargada. Comenzó a hablar de inmediato:
- Capitán, Boake me dice que ustedes no piensan quedarse ni están al servicio del duque de Wardshaven dijo en tono de agravio, casi acusador.
- Cierto - contestó Harkaman -. Vinimos aquí porque Lord Trask pensó que otro navío de Gram, el "Enterpríse", había venido. Puesto que no está, es inútil que continuemos en Tanith. Sin embargo, esperamos que no nos causen ustedes muchas dificultades sobre descender y dar a nuestros hombres un par de centenares de horas de libertad. Llevan tres mil horas en el hiperespacio.
- ¡ Comprendo! - exclamó Spasso -. Quiere engañamos para dejarle aterrizar...
- Capitán Spasso - intervino Trask -. Tenga usted la bondad de dejar de insultar a la inteligencia de todo el mundo, usted incluido - Spasso le miró fulminante, combativo pero esperanzado -. Entiendo que ustedes creyeron que nos dirigíamos aquí para quedarnos. Ustedes esperaban que el capitán Harkaman estableciera una base en nombre del duque de Wardshaven y creyeron, que si se adelantaban y ocupaban una posición defensiva, también les tomaría el servicio del duque antes que desperdiciar municiones y arriesgarse a daños y bajas combatiendo contra ustedes y barriéndoles. Bueno, lo siento, caballeros. El capitán Harkaman está a mi servicio y yo soy el menos interesado en establecer una base en Tanith.
Boake y Spasso se miraron uno a otro. Por lo menos, en las dos pantallas una junto a otra, sus ojos cambiaron de dirección.
- Lo entiendo! - gritó de pronto Spasso -. Hay dos navíos, el "Enterprise" y éste. El duque de Wardshaven equipó el "Enterprise" y otra persona hizo lo mismo con este otro. ¡ Ambos quieren instalar aquí una base!
Eso abría un panorama glorioso. En lugar de nuevamente capitalizar su valor como estorbos, podían encontrarse así mismos en la posibilidad de desequilibrar los brazos de la balanza del forcejeo por ocupar el planeta. En todo caso perfidias beneficiosas eran posibles.
Oh, claro que pueden aterrizar, Otto - dijo Valkanhayu -. Yo sé lo que es estar tres mil horas en el hiperespacio.
- Ustedes están en la vieja ciudad de los dos edificios altos como torres, ¿verdad? - preguntó Harkaman. Miró a la pantalla visora -. Debe ser ahora casi media noche. ¿Qué tal está el espaciopuerto? Cuando estuve aquí, se encontraba en bastante mal estado.
- Oh, lo hemos arreglado. Tenemos una gran brigada de nativos trabajando por nuestra cuenta...
La ciudad resultaba familiar, por las descripciones de - Otto Harkaman y por las fotografías que Vaun Larch convirtió después en pinturas durante el largo salto desde Gram. Cuando entraron, parecía impresionante, extendida durante kilómetros en torno a los edificios gemelos que subían a unos mil metros por encima, con un gran espaciopuerto como un ocho apuntando a las estrellas a un lado. Quien lo construyera, en el esplendor del ocaso de la vieja Federación Terrena, debía haberlo hecho con la confianza de que se convertiría en la metrópolis de un mundo populoso y próspero. Luego el sol de la Federación se ocultó. Nadie sabía lo que pasó en Tanith después de aquello, pero evidentemente no fue en absoluto bueno.
Al principio, las dos torres parecieron como recién hechas; ocasionalmente se hizo aparente que una estaba rota en su cima. En la mayor parte, los edificios más pequeños y desparramados ampliamente que la rodeaban se mantenían en pie, aunque habían tres montones de escombros amontonados donde uno se desplomó. El espaciopuerto parecía bastante bueno, un octavo de central de edificios en masa, las rampas de lanzamiento y, más allá, las áreas triangulares de los muelles de navíos y almacenes. La construcción central estaba exteriormente intacta y los muelles de navíos parecían limpios de escombros y basuras.
Para cuando "Némesis" seguía en su descenso al "Space-Scourge" y al "Lamía", remolcado por sus chalupas, la ilusión de que se acercaban a una ciudad viva se había desvanecido. Los espacios entre los edificios estaban cubiertos de maleza crecida, rota por algunos huertos pequeños y jardines. En un tiempo vieron allá tres de los altos edificios, ciudades verticales literalmente en sí mismas. Donde se alzó la tercera había un cráter vidrioso, con un montículo de escombros caídos alejándose de él. Alguien debió lanzar un proyectil medio dirigido, de unos veinte quilo tones, cayendo sobre su base. Algo por el estilo debió ocurrir en el extremo opuesto del espaciopuerto y una de las ocho puntas de flecha de muelles y almacenes era indiscutiblemente un montón de ruinas.
El resto de la ciudad parecía haber muerto de descuido más que de violencia. Ciertamente no había sido bombardeada. Harkaman pensó que la mayoría de los combates se hicieron con bombas subneutronas o rayos omega, que mataron a las personas sin causar daños a sus haciendas. O armas biológicas; una plaga artificial que se escapó de todo control y despobló casi por entero al planeta.
- Se necesita una terrible cantidad de gente, trabajando juntos en diversos empleos, para mantener en marcha una civilización. Destruye las instalaciones y mata a los auto técnicos y científicos, y las masas no sabrán cómo reconstruir. Volverán al hacha.
Caen sobre un pueblo, sacan a los nativos, reúnen los que hay y lo traen aquí. De vez en cuando se produce alguna escaramuza, pero como sólo tienen como armas arcos de flechas y unos cuantos mosquetones de antecarga, nada pueden hacer. Si se resisten, les quemamos el pueblo y nos apoderamos de cuantas armas poseen.
- Ese es buen género - aprobó Harkaman -. Si la vaca no quiere ser ordenada, se la ata. Claro, que ya no se vuelve a sacar mucha leche de ella, pero...
La habitación a la que les guiaban sus anfitriones estaba en el extremo opuesto del pasillo. Probablemente había sido un salón de conferencias o algo por el estilo, y originalmente tuvo paneles cubriendo sus muros, pero éstos hacía tiempo que desaparecieron. En las paredes se habían efectuado agujeros de trecho en trecho y recordó haber advertido que la puerta faltaba y que las vías de metal por las que se deslizó habían sido arrancadas.
Había una gran mesa en el centro y sillas y divanes cubiertos con una especie de colchas multicolores. Todos los muebles se veían hechos a mano, de una manera tosca pero muy pulidos. En las paredes colgaban trofeos y armas... venablos y lanzas, arcos y rompecabezas, y un cierto número de cañones pesados, todo tosco pero hecho con esmero.
- ¿Y recogieron todo este material de las nativos? - preguntó Harkaman.
- Sí, conseguimos la mayoría en la gran ciudad que se alza en la confluencia del río - contestó Valkanhayn -. La pasamos un par de veces. Ahí es donde reclutamos a los tipos que empleamos para mandar a los trabajadores.
Entonces recogió un bastón con un puño de cuero labrado y dio un golpe a un gong, bramando porque le trajesen vino. Una voz respondió desde algún lugar
- ¡Sí, amo; ya voy!
A los pocos momentos entró una mujer, llevando un jarro en cada mano. Vestía una túnica azul varios tamaños demasiado grande para ella, en lugar de los ponchos que vestían los esclavos del pasillo. Tenía un pelo pardo oscuro y ojos grises; si no hubiese estado tan evidentemente asustada, habría sido hermosa. Colocó los jarros sobre la mesa y trajo tazas de plata de un armario junto a la pared; cuando Spasso la despidió, se fue presurosa.
- Supongo que es tonto preguntar si pagan ustedes algo a esta gente por el trabajo que hacen o por las cosas que les proporcionan dijo Harkaman. Por el modo en que los del "Space-Scourge" y el "Lamia" se rieron evidentemente así era. Harkaman se encogió de hombros -. Bueno, el planeta es suyo, hagan lo que quieran con él, aunque sea injusto.
-¿Piensa usted que deberíamos pagarles? Spasso pareció incrédulo -. ¡ Condenado rebaño de salvajes!
- No son tan salvajes como los nativos de Xochitl eran cuando Haulteclere le dominó. Ustedes estuvieron allí; y han visto lo que el príncipe Viktor hizo ahora con ellos.
- No tenemos ni hombres ni equipo como poseen en Xochit} - dijo Valkanliayn -. No podemos arriesgarnos a hacer su vida a los nativos.
- No pueden arriesgarse a eso - contestó Harkaman -. Aquí tienen dos navíos. Pueden sólo utilizar uno para el ataque; el otro tendrá que quedarse para mantener al planeta. Si se llevan a los dos, los nativos, a quienes ustedes han puesto estudiadamente en antagonismo saltarán sobre los que se quedaron. Y si no dejan a nadie atrás, ¿para qué sirve tener una base planetaria.
- Bueno, - por que no se unen a nosotros? - Spasso finalmente abordó cl tema importante -. Con tres navíos podríamos instalar una cosa verdaderamente importante aquí.
Harkaman le miró inquisitivo;
- Los caballeros - dijo Trask -~ se están equivocando quieren decir, ¿por qué no les dejamos que se unan a nosotros?
- Bueno, si usted lo quiere así - admitió Valkanhayn -. Reconoceremos, que su "Némesis" sería la pieza fuerte. Pero. ¿por qué no? Tres naves, podría ser una verdadera base. El padre de Nickv Gratham sólo tenía dos cuando empezó en Jaganath, y fíjense en lo que han conseguido ya los Grathams ahora.
-¿Nos interesa? - preguntó Harkaman.
- No mucho, me temo. Claro, acabamos de aterrizar; Tanith puede tener grandes posibilidades. Supongo que debemos reservarnos la decisión durante cierto tiempo y echar un vistazo a nuestro alrededor.
* * *
Habían estrellas en el firmamento y, con una buena medida, una luna plateada en el horizonte occidental. Era muy pequeña, pero estaba próxima. Caminó hasta el borde de la cubierta de observación y sintió cómo Elaine le acompañaba. El ruido desde el interior, en donde la tripulación del "Némesis" estaba de banquete con la del "Lamía" y el "Space-Scourge" se hizo más débil. Hacia el sur se movió una estrella; una de las chalupas que habían dejado de guardia fuera del planeta. Había fuego estelar muy lejos y en la parte inferior y pudo oírla cantar. De pronto se dio cuenta de que eran los pobres diablos nativos a quienes Valkanhayn y Spasso habían esclavizado. Elaine se alejó rápidamente.
¿Te has llenado de encanto de vikingo espacial, Lucas?
Se volvió. Era el barón Rathmore, que se había inscrito para servir un año poco más o menos y luego volver a casa desde algún planeta base y cobrar políticamente el haber estado con Lucas Trask.
- De momento. Se me ha dicho que este grupo no es muy típico.
- Espero que no. Son una manada de bestias sádicas y de cerdos en total.
- Bueno, la brutalidad y las malas maneras se pueden perdonar, pero Spasso y Valkanhayn son un par de granujas ignominiosos y estúpidos además. Si Andray Dunnan hubiese venido aquí antes que nosotros, podría haber hecho algo bueno en su maldita vida. No comprendo por qué no vino.
- Creo que lo hará - dijo Rathmore -. Le conozco y conozco a Nevil Ormm. Ormm es ambicioso y Dunnan es un loco vengativo... - se interrumpió con una risa triste -. Te lo aseguro!
-¿Por qué no vino entonces directamente aquí?
- Quizás no desea una base en Tanith. Eso sería algo constructivo; Dunnan es un destructor. Creo que ocupo ese equipo de carga para llevarlo a alguna parte y venderlo. Pienso que esperará hasta que esté del todo seguro de que el otro navío ha sido terminado. Entonces vendrá y destruirá el lugar, del modo... - lo cortó bruscamente.
- Del modo que lo hizo con mi boda; he pensado en eso siempre.
A la mañana siguiente, Harkaman y él tomaron un vehículo aéreo y fueron a echar un vistazo a la ciudad de la confluencia de los ríos. Estaba completamente nueva, como en el sentido de que había sido construida desde el colapso de la civilización de la Federación y la pérdida de las técnicas civilizadas. Se apiñaba en un montículo grande e irregularmente triangular, evidentemente para alzarse del nivel del suelo. Generaciones de trabajo con azadas y carretas boyunas debieron haber transcurrido. A los ojos de una civilización que utilizaba la contragravedad y el equipo energético no era en absoluto impresionante. De cincuenta a cien hombres con equipo adecuado podían haber conseguido lo mismo en un verano. Era sólo por obligarse a Sí mismo a pensar en términos de azada tras azada, de capazo tras capazo de tierra, de carreta cargada tras carreta cargada crujiendo tras las esforzadas bestias, de leña tras leña, cortada con hachas y pulida con azadones, con hachuelas, con piedra tras piedra y ladrillo tras ladrillo, que podía apreciarse todo. Incluso la habían amurallado, con una empalizada de troncos de árbol detrás de los que la tierra y las rocas formaban una especie de riera a lo largo del río se veían muelles, en donde las lanchas estaban amarradas. Los locales le llamaban simplemente Tradetoun.
Mientras se acercaron, un enorme gong comenzó a sonar y una nube blanca de humo siguió al estampido de una pistola de señales. Las lanchas, naves parecidas a largas canoas y muchas barcazas de proa redonda, zarparon apresuradamente al río; mediante binoculares pudieron ver cómo la gente se desparramaba desde los campos de labor de los contornos, llevando por delante conducido al ganado. Para cuando estuvieron en la ciudad, no se veía a nadie. Parecían haber desarrollado un sistema de avisos bastante eficiente que les indicase los ataques en las novecientas horas y pico que estaban expuestos a las mercedes figurativas de Boake Valkanhayn y Garvan Spasso. Eso no les había salvado por entero; una parte de la ciudad había sido incendiada y se veían evidencias de bombardeo. Material ligero compuesto por explosivos químicos; esta ciudad era demasiado buena vaca para que incluso aquellos dos la matasen antes de que el ordeño se hubiese efectuado.
Dieron la vuelta circularmente a una altura de trescientos metros. Cuando se volvieron, el humo negro volvía alzarse de lo que podía haber sido un montón de ladrillos en las afueras. Otras columnas de humo negro se alzaron a través del campo a ambos lados del río.
- Ya se sabe, esas gentes están civilizadas, si uno no limita el término de la contragravedad y la energía nuclear - dijo Harkaman -- Tienen pólvora, como una cosa sola y creo que algunas bastante impresionantes civilizaciones de la Vieja Tierra no tenían tanto. Poseen una sociedad organizada y cualquiera que tiene eso está en los comienzos de la civilización.
- Me sabe mal pensar lo que pasaría a este planeta si Spasso y Valkanhayn se quedasen mucho tiempo.
- Quizás fuera bueno a lo largo. Las cosas que son buenas a la larga, a menudo son rudas cuando están sucediendo. Sé lo que ocurriría sin embargo a Spasso y Valkanhayn. Empezarían ellos mismos a descivilizarse. Se quedarían aquí una temporada y cuando necesitaren algo que no pudiesen tomar de los nativos irían a robarlo, pero el mayor tiempo permanecerían aquí enseñoreándose sobre sus esclavos y finalmente sus naves se desgastarían y no podrían arreglarías. Luego, en algún tiempo, los locales les saltarían encima cuando no estaban vigilando y les barrerían. Pero mientras, los nativos habrán aprendido mucho de ellos.
Giraron el vehículo hacia el oeste de nuevo a lo largo del río. Vieron unos cuantos pueblos. Uno o dos databan del período de la Federación; habían sido plantaciones antes de que ocurriese lo que pasó. Muchos más fueron construidos en los pasados cinco siglos. Un par se veían recientemente destruidos, en castigo por el crimen de la defensa propia.
- Ya sabes - dijo por fin -. Voy hacer a todo el mundo un favor. Permitiré a Spasso y a Valkanhayn que me convenzan de que les quite este planeta.
Harkaman, que pilotaba, se volvió vivamente.
-¿Estás loco?
-«Cuando alguien hace una afirmación que uno no entiende, no hay que decirle si está loco. Se le pregunta lo que significa». ¿Quién dijo eso?
- Diste en el blanco - sonrió Harkaman -. «¿Que quiere usted decir, Lord Trask?».
- No puedo capturar a Dunnan mediante la persecución; tendré que pescarle por la intercepción. Ya sabes también ese sistema. Esto me parece un buen sitio para interceptarlo. Cuando se entere de que yo tengo una base aquí, la atacará, tarde o temprano. Incluso si no lo hace, podemos captar más información sobre él, cuando las naves comiencen a venir, qué obtendríamos vagando en torno a la Antigua Federación.
Harkaman pensó un momento, luego asintió.
- Sí, si podemos alzar una base como Nergal o Xochitl - asintió -.. Habrán cuatro o cinco navíos, vikingos espaciales, comerciantes, Gilgamesher, etc., en cualquiera de esos planetas siempre. Si tuviésemos la carga que Dunnan se llevó al espacio en el "Enterprise", podríamos empezar una base como esas. Pero no tenemos nada cercano a lo que necesitamos y ya sabes lo que poseen Spasso y Valkanhayn.
- Se puede obtener de Gram. Tal y como están las cosas, los que invirtieron en la aventura de Tanith, desde el duque Angus hacia abajo, lo perdieron todo. Si voluntariamente aceptan a poner algo de buen dinero encima del malo, podrán recuperarlo y con un oneroso beneficio. Y deben haber planetas que estén por encima del nivel de la carreta y de la lancha de remos no muy lejos que pudieran ser atacados por muchas cosas que nos hagan falta.
- Es verdad; conozco a media docena dentro de quinientos años luz. No serán de la clase que Spasso y Valkanhayn tienen costumbre de atacar, sin embargo. Y además de maquinaria, podemos obtener oro y mercancías valiosas que podrían venderse en Gram. Y si conseguimos seguir adelante, mejor cazarías a Dunnan sentándote aquí en Tanith que yendo a buscarle. Ese es el sistema que utilizamos para cazar cerdos silvestres en Colada, cuando yo era niño; se buscaba simplemente un buen lugar y no había más que sentarse y esperar.
Recibieron a Valkanhayn y a Spasso a bordo del "Némesis" para cenar; no costó mucho conducir la conversación al asunto de Tanith y sus recursos, ventajas y posibilidades. Por último, cuando habían llegado al coñac y al café, Trask dijo con indiferencia:
- Creo que juntos podríamos realmente sacar algo de este planeta.
- Eso es lo que hemos estado diciéndole todo el rato - irrumpió Spasso ansiosamente -. Es éste un maravilloso pl .......
- Podría serlo. Todo lo que tiene ahora son posibilidades. Necesitamos primero que nada un espaciopuerto.
- Bueno, ¿y qué es esto? - preguntó Valkanhayn.
- Esto era un espaciopuerto - le confesó Harkaman -. Podría volver a serlo. Y necesitamos un astillero capaz de cualquier clase de pesada reparación. Capaz de construir una nave completa, de hecho. Jamás vi que un navío entrase en un planeta base vikingo sin ninguna avería seria y trayendo una carga que valiera la pena. El príncipe Viktor de Xochitl gana casi la mitad de su dinero con reparaciones navíos y los mismos Nicky Gratham en Jaganath y Elerradrs en Hoth.
- Y fábricas de motores, de hiperimpulsión, de aparatos para la navegación para el espacio normal -producción de seudogravedad - añadió Trask, una fundición de acero y una planta que aprovecha los desperdicios. Y fábricas de equipo robótico, y~.
Oh eso queda fuera de toda razón - exclama Valkanhayn ,- Se necesitarían veinte viajes con un navío de este tamaño para conseguir traer todo ese material, ¿y cómo lograríamos pagarlo?
- Esta ea la clase de base que el duque Angus de Wardshaven planeó. El "Enterprise", prácticamente un duplicado del "Némesis", portaba todo lo necesario para empezarla cuando fue pirateado.
-¿Cuándo fue…?
- Ahora vas a tener que contar a los caballeros la verdad - rió Harkaman.
- Ese era mi propósito - dejó su cigarro, dio un sorbo al coñac y explicó lo de la aventura de Tanith del duque Angus -. Era parte de un plan mayor; Angus quería ganar su primacía económica para Warshaven con el fin de fomentar sus ambiciones políticas. Era, sin embargo, un negocio del todo práctico. Yo me opuse, porque pensé que sería una proposición demasiado buena para Tanith y que funcionaría en desventaja del planeta patria al final - les contó lo del Enterprise, y la carga de equipo industrial y de construcción que portaba y luego les habló dé cómo Andray Dunnan se apoderó del navío.
- Eso no me habría enojado en absoluto; no tenía ningún dinero invertido en el proyecto. Lo que me enojó, para decirlo con suavidad, fue que antes de sacar al navío, Dunnan apareció en mi boda,- nos hirió a mí y a mi suegro y mató a la dama con la que hacía menos de media hora que acababa de casarme. Equipé este navío a mis propias expensas, tomé en él al capitán Harkaman, que se quedó sin mando cuando fue pirateado el Enterprise y vine aquí buscando a Dunnan para matarle. Creo que puedo hacer lo mejor estableciendo una base en el propio Tanith. La base tendrá que ser dirigida en plan comercial, buscando beneficios, o no funcionará en absoluto - cogió el cigarro de nuevo y fumó despacio -. Caballeros, les invito a que se unan conmigo como socios.
- Bueno, todavía no nos ha dicho cómo vamos a conseguir el dinero para financiarlo - insistió Spasso.
- El duque de Wardshaven, y los otros que invirtieron en la original aventura de Tanith lo pondrán. Es la única manera que tienen de recobrar lo que perdieron en el Enterprise.
- Pues entonces, este duque de Wardshaven lo dirigirá, no nosotros - objetó Valkanhayn,
- El duque de Wardshaven - le recordó Harkaman -, está en Gram. Nosotros nos encontramos aquí, en Tanith. Hay tres mil años de luz entre medio.
Eso parecía una respuesta satisfactoria. Spasso, sin embargo, deseaba saber quién mandaría aquí, en Tanith.
Tendremos que celebrar una reunión de todas las tripulaciones - empezó.
- No haremos nada de eso - le contestó Trask -. Yo gobernaré aquí en Tanith. Ustedes pueden permitirse que sus órdenes sean debatidas y votadas pero yo no. Informarán a sus respectivas tripulaciones a ese efecto. Cualquier orden que ustedes les den en mi nombre será obedecida sin discusión.
- No sé cómo lo tomarán mis hombres - dijo Valkanhayn.
- Yo sí que sé cómo lo tomarán si son listos - afirmó Harkaman-. Y ahora sé también lo que ocurrirá si no lo son. Conozco cómo han estado gobernando sus navíos, o cómo las tripulaciones de sus naves han estado gobernándoles a ustedes. Bueno, nosotros no lo haremos así. Lucas Trask es el propietario y yo soy el capitán. Yo obedezco sus órdenes acerca de lo que debe hacerse y todo el mundo obedezca las mías en cómo hacerlo.
Spasso miró a Valkanhayn, luego se encogió de hombros.
- Es así como el hombre lo quiere, Boake. ¿Deseas discutirle? Yo no.
- La primera orden - dijo Trask -, es que estas gentes que tienen trabajando aquí reciban sueldo. No han de ser golpeadas por esos tipos brutales que tienen para guardarlos. Si alguno quiere marcharse, podrá hacerlo; se le darán regalos y se le proporcionará transporte a su casa. Los que deseen quedarse recibirán raciones, ropas Y cama, y cuanto necesiten, y cobrarán su salario. Elaboraremos alguna especie de sistema de pagos e instalaremos una comisaría en donde puedan comprar cosas.
Discos de plástico de titanio o algo, estampado e infalsificable. Que Alvyn Karffard se ocupase de ello. Se organizarían brigadas de trabajo y se promocionaría ascendiendo a los mejores y más inteligentes al cargo de capataces. Y esos guardas podrían ser metidos en cintura por algún sargento de combate en el suelo y Juego recibirían armas tipo Mundos de la Espada y entrenamiento táctico; se les utilizaría para adiestrar a los demás; no necesitarían el látigo; en cambio liaría falta una especie de cuerpo policial de cualquier clase. Incluso la mejor buena voluntad no sustituye a Ja fuerza armada, conspicua mente desplegada y dispuesta a ser utilizada cuando es necesario.
- Y no habrán más ataques a los pueblos para comida o cualquier otra cosa. Pagaremos todo lo que consigamos de los nativos.
Tendremos dificultades en eso - predijo Valkanhayn -. Nuestros hombres creen que cualquier cosa que posea un nativo es propiedad de alguien que pueda quitárselo.
- Lo mismo creo yo - dijo Harkaman -. En un planeta al que ataque. Este es nuestro planeta y son nuestros nativos. Nosotros no atacamos a nuestro propio planeta o a nuestro propio pueblo. Tendrán que enseñarle eso a sus tripulantes.

III
Les costó a Valkanhayn y Spasso más tiempo y discusiones para convencer a sus tripulaciones de lo que Trask consideró necesario. Harkaman parecía satisfecho y lo mismo el barón Rathmore, el político de Wardshaven.
- Es como abonar a un grupo de pequeños terratenientes para que den alojamiento y comida a alguien - dijo este último -. No se puede utilizar demasiada presión; hay que hacerles pensar que fue idea suya.
Hubieron reuniones de ambas tripulaciones, con discusiones acaloradas; el barón Rathmore pronunció frecuentes discursos, mientras lord Trask de Tanith y el almirante Harkaman, los títulos fueron sugerencia de Rathmore, permanecieron distantes. En ambas naves, todo el mundo lo poseía todo en común, lo que significaba que nadie poseía nada. Habían ocupado Tanith bajo las mismas bases de propiedad difundida y nadie de ninguna tripulación era lo suficientemente estúpido como para creer que podrían hacer algo en el planeta por sí solos. Uniéndose al Némesis parecía que iban a conseguir algo a cambio de nada. Al final, votaron para situarse a sí mismos bajo la autoridad de lord Trask y del almirante Harkaman. Después de todo, Tanith sería una señoría feudal y los tres navíos juntos su flota.
El primer acto de autoridad del almirante Harkaman fue ordenar una inspección general de las unidades de la flota. No se sorprendió por la condición de los dos navíos, ya que esperaba encontrarlos mucho peor. Valían para ir por el espacio, después de todo, ya que habían llegado aquí desde Hoth bajo sus propios motores. Eran sólo dignos de combatir si la batalla no era demasiado severa. Su cálculo original de que el Némesis podía haber derribado a ambos pedazos era, por lo menos, superconservador. Los motores estaban en buen estado pero el armamento en malísimo.
- No vamos a pasarnos el tiempo aquí en Tanith - dijo a los dos capitanes -. Este planeta es una base de ataque y atacar es la palabra operativa. Y no vamos a atacar a planetas fáciles. Un planeta que puede estar atacado con impunidad no vale el tiempo que cuesta llegar hasta él. Vamos a tener que luchar en cada planeta que lleguemos y no voy a jugar con las vidas de los hombres a mi mando, lo que incluye a sus tripulaciones lo mismo que la mía, a causa de navíos de baja potencia y subarmados.
Spasso trató de discutir.
- Nos las hemos arreglado bien.
Harkaman soltó una maldición.
- Sí. Sé cómo se han comportado; robando quincalla en planetas como Set y Xipototec y Melkarth. No ganando lo bastante para cubrir al mantenimiento; por eso sus navíos están como están. Bueno, pasaron esos días. Ambas naves deben recibir una plena revisión, pero tendremos que dejar eso a un lado hasta que tengamos un astillero propio. Pero yo insisto, por lo menos, en que sus cañones y rampas de lanzamientos de proyectiles estén en orden. Y su equipo de detección; ustedes no captaron al Némesis, hasta que estuvimos a menos de treinta mil kilómetros del planeta.
- Será mejor que pongamos en condiciones al Lamía - dijo Trask -. Lo podemos situar fuera del planeta de guardia, en lugar de ese par de chalupas.
El trabajo sobre el Lamia comenzó al día siguiente y una considerable fricción se generó entre suboficiales y los ingenieros enviados desde el Némesis. El barón Rathmore subió a bordo y volvió riéndose.
- ¿Saben cómo se gobierna ese navío? - preguntó. Hay una especie de soviet de oficiales; ingeniero jefe, ejecutivo, cañones y proyectiles, astrogador, etcétera. Spasso es simplemente un muñeco de ventrílocuo animado. Hablé con todos. Ninguno me negó nada, pero creen que vamos a quitar del mando a Spasso y a nombrar a uno de ellos, y cada cual piensa que será él. No sé cuánto durará, es un juego de tira y afloja el que tendremos que emplear en ese navío. Aguantará hasta que consigamos algo mejor.
- Tendremos que desembarazarnos de Spasso - asintió Harkaman -. Creo que colocaremos en su lugar a uno de los nuestros. Valkanhan puede quedarse al mando del Space Scourge; es hombre del espacio. Pero Spasso no vale para nada.
El problema nativo también resultó complicado. Los indígenas hablaban una especie de idioma terrestre, como cada descendientes de la raza que se fue del sistema solar en el siglo tercero, pero apenas era comprensible. Los planetas civilizados el idioma se había congelado inalterablemente en los microlibros y cintas magnéticas. Pero los microlibros sólo pueden leerse y las cintas sonoras oírse con ayuda de la electricidad, cosa que Tanith había perdido hacía mucho tiempo.
La mayor parte de las personas que Spasso y Valkanhayn habían raptado y esclavizado venían de pueblas dentro de un radio de setecientos cincuenta kilómetros. Casi la mitad querían ser repatriados; se les dieron regalos de cuchillos, herramientas, mantas y pedazos de metal que parecían ser el principal standard de valor y medio de intercambio, y se les envió a casa. Encontrar su adecuado pueblo no fue fácil. En cada población de aquéllas la noticia se extendía de que los vikingos espaciales pagarían cuanto recibieran.
El Lamia fue desmontado lo más rápidamente posible. Después de las reparaciones aún quedaba lelos de ser un buen navío, pero estaba más cerca de serlo que antes. Se le adaptó el mejor equipo de detección que pudo montarse y se le colocó en órbita; Mvyn Karffard tomó el mando, con alguno de los oficiales de Spasso, otros de Valkanhayn y unos pocos del, Némesis. Harkaman trataba de autorizarlo para contener a todos los oficiales del Lamía y del Space Scourge, por lo que le hizo girar incesantemente.
Los vigilantes del trabajo, buena cantidad de ellos fueron relevados de sus obligaciones, se les proporcionó armas de fuego utilizadas en los Mundos de la Espada y un adiestramiento intensivo. Los elementos de comercio, estampados en plástico de colores, fueron introducidos y se alzó un almacén donde podían cambiarse por mercancías de los Mundos de la Espada. Al cabo de un rato, comprendieron los nativos que el dinero podía utilizarse también para comerciar entre sí; esa especie de monedas parecían ser uno de los aditivos de la civilización que se perdió a lo largo del sendero de descenso de Tanith. Unos cuantos fueron capaces de utilizar elevadores manuales de contragravedad y carretillas autosuspendidas de operación también manual; varios aprendieron a operar cosas como bulldozers, por lo menos hasta el extremo de saber qué palanca o botón efectuaba cierta clase de trabajo. Concediéndoles algún tiempo, pensó Trask, vigilando como trabajaba una brigada en el suelo del espaciopuerto, no pasarían muchos años antes que la mitad de ellos pudiesen pilotar vehículos aéreos.
En cuanto el Lamía estuvo de vigilancia orbital, el Space-Scourge fue instalado en el espaciopuerto y el trabajo comenzó en su interior. Se decidió que Valkanhayn lo llevase a Gram con bastante gente del Némesis iría para asegurarse la buena fe de su parte y para hablar con el duque Angus y los inversores de Tanith. El barón Rathmore y Paytrik Morland, con otros varios caballeros aventureros de Wardshaven, fueron destinados a esta última función; Alvyn Karffard actuaría como ejecutivo de Valkanhayn, con órdenes privadas de sobreseirle en el mando si era necesario y Guatt Kirbey se ocuparía de la astrogación.
- Tendremos que sacar al Némesis y al Space-Scourge primero y hacer un gran ataque - dijo Harkaman -. No podemos enviar vacío a Gram al Space-Scourge. Cuando el barón Rathmore y lord Valpry y el resto hablen al Duke Angus y a los inversores de Tanith, tendrán que presentar algo más que películas de viaje sobre Tanith. Tendrán que ser capaces de demostrar que Tanith es productivo. Debemos también tener algo de dinero propio nuestro para invertir.
- Pero, Otto, ¿ambos navíos? . Eso le preocupaba -. ¿Supónte que Dunnan viene y no encuentra nadie aquí excepto Spasso y el Lamía?
- Es un riesgo que tendremos que correr. Personalmente, creo que tenemos de año en año y medio antes de que Dunnan aparezca por aquí. Lo sé, nos engañaron tratando de imaginar qué es lo primero que haría. Pero la especie de ataque que tengo en la cabeza necesita el empleo de dos navíos, y en cualquier caso, no quiero dejar a ambos de estos navíos aquí mientras estemos fuera, aun cuando tú lo desees.
- Pensando en eso, no creo que me guste a mí tampoco. ¿Pero podemos confiarnos en Spasso aquí a solas sin que nadie lo controle?
- Dejaremos a bastante de nuestro personal para estar seguros. Dejaremos a Ovins... eso significará mucho trabajo para mí que él hubiese hecho, en la nave. Y al barón Rathmore y al joven Valpry y a los hombres que han estado adiestrando nuestros capataces. Podemos establecer las cosas y dejar algunos hombres de Valkanhayn en el lugar de los de Spasso. Incluso podemos convencer a Spasso de que se venga también. Eso supondrá tener que soportarle en nuestra mesa, pero quizás fuera prudente.
-¿Has encontrado ya el lugar que atacar?
- Tres. Primero - Khepera. Queda a sólo treinta años luz de aquí. No importa eso mucho; es como robar quincalla. Pero dará a nuestros novatos algún adiestramiento de combate y nos proporcionará alguna idea de cómo la gente de Spasso y de Valkanhayn se comportan y al mismo tiempo les proporcionará a esos confianza para el siguiente trabajo.
-¿Y luego?
- Amaterasu. Mis informes acerca de Amaterasu tienen una antigüedad de unos veinte años. En ese espacio de tiempo pueden ocurrir muchas cosas. Tal y como lo conozco... yo nunca estuve en persona... está muy civilizado. Es como la Tierra poco antes del principio de la Era Atómica. No hay energía nuclear, les falta eso, y claro, nada más allá de ello, pero tienen energía hidroeléctrica y térmica, y ninguna nave a reacción no nuclear, y algunas armas muy buenas compuestas de explosivos químicos, que utilizan con libertad contra unos y otros. Lo último que supe fue que resultó atacada por un navío de Excalibur hace veinte años.
- Eso suena prometedor. ¿Y el tercer planeta?
- Beowulf. No recibiríamos daños suficientes en Amaterasu, para que haya alguna diferencia, pero si guardamos Amaterasu para el final, quizá necesitemos entonces unas reparaciones muy fuertes.
-¿Es así?
- Sí. Tienen energía nuclear. No creo que sería prudente mencionar Beowulf al capitán Spasso y a Valkanhayn. Esperemos hasta que ataquemos primero Khepera y Amaterasu. Quizás entonces ya se sientan como héroes.

IV
Khepera le dejó un mal gusto de boca. Aún estaba saboreándolo cuando se apagó de la pantalla la turbulencia coloreada y dejó paso a la nada gris del hiperespacio. Garvan Spasso, al que no habían tenido dificultad en convencer para que viniese, miraba con avidez a la pantalla como si aún pudiese ver el planeta saqueado que habían dejado atrás.
- Eso fue bueno; eso fue bueno! - estaba rumiando. Desde que despegaron lo había dicho una docena de veces-. Tres ciudades en cinco días y el género que reunimos en ellas. Nos llevamos dos millones de estelares.
E hicieron diez veces más daño del valor obtenido, y no había escala de valores por la que calcular la muerte y el sufrimiento.
- Basta, Spasso. Ya dijo eso antes.
Hub0 un tiempo en que no hubiese hablado a un compañero o a nadie más de aquel modo. La raíz de Greaham, extendida: los malos modales producen malos modales. Spasso se volvió hacia él indignado.
-¿Quién se cree usted que es?
- Cree que es lord Trask de Tanith - dijo Harkaman-. Y tiene razón - miró inquisitivo a Trask durante un momento, luego se volvió a Spasso-. Yo estoy tan harto como él de oír cómo su bocaza no deja de hablar de los piojosos dos millones de estelares. Cerca de un millón y medio, pero no dos millones. - Quizás bastaría para el Lamía, pero tenemos una flota de tres navíos y una base planetaria, lo que supone muchos gastos. De este ataque, un pleedor terrestre o un hombre del espacio capaz conseguirán ciento cincuenta estelares. Nosotros mismos nos quedaremos un millar. ¿ Cuánto tiempo cree que podemos estar negociando si efectuamos esta clase de robo de gallinas?
-¿Llama usted a esto robo de gallinas?
- Lo llamo robo de gallinas y usted también lo hará antes de que volvamos a Tanith. Si vive tanto tiempo.
Durante un momento Spasso se sintió avergonzado. Luego, temporalmente, su rostro lobuno expresó avariciosa esperanza y nueva aprensión. Con toda evidencia conocía la reputación de Otto Harkaman y algunas de las cosas que Harkaman había hecho 'no coincidían con su ideas de un modo fácil de obtener dinero.
Khepera había sido fácil; los nativos no habían tenido nada con qué luchar. Armas pequeñas, un cañón ligero que ni siquiera fue capaz de disparar más que unas cuantas veces. A donde quiera que intentaron la resistencia, los carros de combate les barrieron, dejando caer bombas y disparando sus ametralladoras y autocañones. Sin embargo, lucharon amarga y desesperadamente... como él hubiese hecho defendiendo Traskon.
Se afanó consiguiendo café y un cigarrillo de uno de los robots. Cuando alzó la vista, Spasso se había alejado y Harkaman se sentaba al borde del escritorio, cargando su corta pipa.
- Bueno, viste el elefante, Lucas – dijo -. No parece haberte gustado.
-¿Elefante?
- Una vieja expresión terrestre que leí en alguna parte. Todo lo que sé es que el elefante fue un animal casi del tamaño de uno de nuestros megaterios de Gram. La expresión significa experimentar algo por primera vez que causa enorme impresión. Los elefantes debieron ser algo digno de verse. Este fue su primer ataque vikingo. Ahora ya lo has visto.
Lucas estuvo antes en combate; condujo a los luchadores de Traskon durante la disputa por límites con el barón Manniwel y siempre habían bandidos y cuatreros. Se había imaginado que la cosa sería parecida. Recordó con, cinco días, o cinco termiodes atrás, su excitada anticipación cuando la ciudad creció y se extendió en la pantalla y el Némesis cayó hacia ella. Las chalupas, las cuatro suyas y las dos del Space-Scourge, habían salido a describir espirales a ciento cincuenta kilómetros más allá de la urbe; el Space.Seourge entró en un circulo más apretado a treinta kilómetros de su centro; el Némesis continuó su lento descenso hasta que estuvo a quince kilómetros del suelo, antes de empezar a esparcir naves de desembarco, carros de combate y las pequeñas monturas en forma de huevo monoplazas que se llamaban caballería aérea. Había sido emocionante. Todo fue a la perfección; ni siquiera la pandilla de Valkanhayn se echó atrás.
Luego comenzaron a recibirse vistas por la pantalla. La breve y desesperada lucha en la ciudad. Aún podía ver aquel inofensivo cañón de campaña, debía tener setenta u ochenta milímetros de calibre, en un armón de grandes ruedas, tirado por seis peludas y zanquilargas bestias. Lo sacaron y trataron de apuntar contra un blanco cuando un cohete de un coche aéreo se coló derecho por el cañón. Pieza de artillería, armón, dotación, incluso el equipo de servicio de municiones a cincuenta metros de detrás se desvanecieron sencillamente.
Con la pequeña compañía, en parte de mujeres, tratando de defender la cumbre de un alto y semírruinoso edificio con rifles y pistolas. Un simple jinete aéreo les barrio con sus ametralladoras.
- No tuvieron la menor oportunidad -dijo entonces, medio enfermo. Pero siguieron luchando.
- Sí; estúpido por su parte, ¿no? - había comentado Harkaman a su lado.
-¿Y qué harías tú en su lugar?
- Pelear. Tratar de matar a cuantos vikingos espaciales pudiese antes de que me matasen a mí. Loa humanos terrestres son así de estúpidos. Por eso somos nosotros humanos.
Si tomar la ciudad fue una matanza, el saqueo que siguió resultó ser un infierno hecho para el hombre. El descendió, junto con Harkaman, durante la pelea, si así puede llamarse, seguía su proceso. Harkaman había sugerido que los hombres debieran verlo moverse por entre ellos; por su propia parte, sintió una compulsión a compartir la culpa.
Sir Paytrik Morlandy él estaban a pie juntos en uno de los grandes edificios cóncavos que estaban edificados desde que Khepera fuese miembro como república de la Federación Terrestre. Era sorprendente cuanto podía quemarse, en esta ciudad de cemento y de piedra vitrificada. Era sorprendente también lo bien conservado que estaba todo, por lo menos a nivel del suelo. Aquella gente había estado orgullosa de su ciudad.
Se encontraban a solas, en un gran vestíbulo vacío; el ruido y el horror del saqueo se habían alejado de ellos, o acaso al contrario, fueron ellos quienes se alejaron del horror y entonces, cuando entraron a un pasillo lateral vieron a un hombre, un nativo, agazapado en el suelo, con el cuerpo de una mujer acunado en su regazo. Ella estaba muerta, la mitad de su cabeza había volado, pero él la apretaba con fuerza, la sangre de la víctima manchándole la camisa, sollozando con el corazón destrozado. A un costado yacía olvidada en el suelo una carabina.
- Pobre diablo - dijo Morland, y se adelantó.
- No.
Trask le detuvo con su mano izquierda. Con la otra sacó la pistola y mató al hombre. Morland estaba horrorizado.
- ¡Gran Satán, Lucas! ¿Por qué lo has hecho?
- Ojalá Andray Dunnan me hubiese hecho a mi lo mismo - puso el seguro y enfundó la pistola ~. Nada de esto habría ocurrido. ¿Cuántas felicidades más crees que hemos destrozado aquí hoy? Y nosotros ni siquiera tenemos la locura como tiene Dunnan para excusarse.
A la mañana siguiente, recogido todo lo de valor y enviado a bordo empezaron a cruzar el país recorriendo ochocientos kilómetros hasta otra ciudad, loa primeros centenares fueron sobre un campo oculto por el humo de las poblaciones incendiadas que loa hombres de Valkanhayn habían asaltado la noche antes. No hubo aviso; Khepera había perdido la electricidad, la radio y el telégrafo, y la divulgación de las noticias se basaba en la velocidad de una de las bestias que los nativos insistían en llamar caballos. A media tarde habían acabado con aquella ciudad. La cosa fue tan horrible como en la primera.
Un detalle, era el centro de una comarca considerable especializada en la ganadería. El ganado era natural del planeta, unicornios corpulentos del tamaño de un bisonoide de Gram, o de alguno de los poco mutados carabaos terrestres de Tanith, con pelo largo como un yak terráqueo. Había destacado a una docena de los combatientes de tierra del Némesí5 que fueron vaqueros en sus ranchos de Traskon para recoger unas cuantas reses y cuatro semitoros con bastante forraje para que pudiesen soportar el viaje. Habían muy pocas probabilidades de que cualquiera de ellos viviese para aclimatarse en Tanith, pero si lo lograban, quizá fuesen entonces unas de las más valiosas piezas del botín sacado de Khepera.
La tercera ciudad estaba en la confluencia de dos nos, como Tradetown en Tanith. Pero a diferencia de aquella ésta era una verdadera metrópolis. Debieron haber ido allí primero que nada. Pasaron dos días sistemáticamente saqueándola. Los Keperianos efectuaban un considerable tráfico fluvial, con barcos de ruedas de paletas en popa movidas por calderas de vapor, y los muelles estaban rebordeados de almacenes atestados con toda clase de mercancías. Todavía mejor, los kheperianos poseían dinero y la mayor parte resultó en especie áurea de la que las cajas fuertes de los bancos estaban repletas.
Por desgracia, la ciudad había sido construida después' de la caída de la Federación y del ascenso desde el barbarismo que siguiera, y buena parte de la urbe era de madera. Los incendios empezaron casi enseguida y al final del segundo día toda la urbe prácticamente ardía en llamas. Resultó visible en la pantalla telescópica incluso después de que salieron de la atmósfera, una mancha negra hasta que dando vuelta al planeta se perdió en la oscuridad para quedar en los aires un difuso resplandor.
- Fue un asunto sucio.
Harkaman asintió.
- El robo y el asesinato siempre lo son. No tienes que preguntarme quien dijo que los vikingos espaciales son asesinos ~ ladrones profesionales, pero quien lo dijese no se preocupaba de cuántos planetas han sido atacados y cuántos inocentes murieron asesinados en la Antigua Federación.
- Un hombre muerto. Lucas Trask de Traskon. No sabía de qué hablaba.
-¿Ahora desearías haber conservado Traskon y quedado en Gram?
- No. Si así fuese, hubiese pasado cada hora deseando estar haciendo lo que hago ahora. Puedo acostumbrarme a esto, supongo.
- Creo que sí. Por lo menos, te mantendrás firme. Yo vomité durante mi primer ataque y tuve pesadillas después durante un año - entregó su taza de café al robot y se puso en pie -. Descansemos un poco, un par de horas. Luego tomaremos algunos comprimidos vitaminados del botiquín. En cuanto las cosas estén seguras habrá fiestas por todo el navío y se esperará que aparezca en cada una de ellas, tomemos una copa y digamos: «¡ Bien hecho, muchachos!»
Se le apareció Elaine, mientras descansaba. Le miró horrorizada y él trató de esconder su rostro y se dio cuenta de que trataba de apartarse de sí mismo.

V
Bajaron derechos sobre Eglonsby en Amaterasu, el Némesis y el Space-Scourge, uno junto a otro. El radar les había localizado a 0,5 segundos luz; para este tiempo todo el planeta ya sabía que venían y nadie se preguntaba por qué. Paul Koreff estaba sintonizando cuanto menos veinte estaciones de radio, asignando a alguien a cada una a medida que las identificaba. Lo que se recibía era uniformemente excitado, en parte con pánico y todo en el idioma standard de origen terrestre.
Garvan Spasso parecía perturbado. Así, en la pantalla de comunicación desde el Space-Scourge, apareció del mismo modo Boake Valkanhayn.
- Tienen radio y radar - clamó.
- Bueno, ¿y qué? - preguntó Harkaman-. Tenían radio y radar hace veinte años, cuando Rock Morgan vino aquí con el Coalsack. Pero no poseen energía nuclear, ¿verdad?
- Bueno, no. Estoy captando una buena cantidad de descargas industriales, pero nada nuclear, todo eléctrico.
- De acuerdo ~ Un hombre con una cachiporra puede vencer al que emplea sólo los puños. El hombre con un revólver puede matar a una docena de tipos con cachiporra. Y dos navíos con armas nucleares pueden derrotar a todo un planeta sin ellas. ¿Crees que es el momento, Lucas?
Lucas asintió.
- Paul, ¿puedes interrumpir ya en esa estación de Eglonshy?
-¿Qué vamos a hacer? - quiso saber Valkanhayn, con anticipación.
- Convocarles para que se rindan. Si no lo hacen, dejaremos caer un infierno sobre ellos y luego escogeremos otra ciudad y la amenazaremos para que se entregue. No creo que la segunda se niegue. Si vamos a ser asesinos, en esta ocasión lo haremos bien.
Valkanhayn estaba lleno de miedo, probablemente ante la idea de incendiar una ciudad sin saqueo previo. Spasso murmuraba algo acerca de: <...enseñar a esos sucios neobárbaros una lección.. ~». Koreff le dijo que estaba conectado. Tomó un micrófono de mano.
- Vikingos espaciales Némesis y Space-Scourge, llamando a la ciudad de Eglonsby. Vikingos espaciales...
Lo repitió durante un minuto; no hubo respuesta.
- Van - llamó a artillería y proyectiles dirigidos -. Efectúa una pequeña exhibición, a unos cinco kilómetros por encima de la ciudad.
Dejó el micrófono y miró hacia la parte inferior según el polo sur de la nave. La pantalla telescópica se apagó y la normal se oscureció al funcionar los filtros. Valkanhayn, a bordo de la otra nave, estaba gritando un aviso por sus propias pantallas. La única sin filtro a bordo del Némesis era la sintonizada por el proyectil que caía. La ciudad de Eglonshy subía hacia él y luego se quedó de pronto a oscuras. Se vio un resplandor amarillo naranja en las demás pantallas. Al cabo de un rato los filtros cambiaron y se conectó otra vez la pantalla telescópica. Cogió el micrófono.
- Vikingos espaciales llamando a Eglonsby; éste es su último aviso. Comuníquense de mediato.
Menos de un minuto después entró una voz por uno de los altavoces:
Eglonsby llamando a vikingos espaciales. Su bomba ha hecho gran daño. ¿Quieren suspender el fuego hasta que alguien con autoridad se comunique con ustedes? Este es el operador jefe de la estación tele-emisora central del Estado t no tengo autoridad para decirles nada, ni para discutir tampoco.
Oh, bueno, eso suena como una dictadura - decía Harkaman -. Coja al dictador y póngale una pistola en la cara y así lo tendrá todo.
- No hay nada que discutir. Consiga a alguien que tenga autoridad ara rendirnos la ciudad. Si no lo ha hecho dentro una hora, la urbe y todo el mundo serán aniquilados.
Sólo minutos más tarde una nueva voz dijo:
- Aquí Gunsalis Jan, secretario de Pedrosan Pedro, presidente del Consejo de Síndicos. Le conectaremos con el presidente Pedrosan en cuanto podamos hablar directamente con la persona al mando supremo de sus navíos.
- Soy yo mismo; pónganme con él enseguida. Al cabo de un retraso de menos de quince segundos tuvieron en línea al presidente Pedrosan Pedro.
Estamos preparados para resistir, pero nos damos cuenta de lo que eso nos costaría en vidas y destrucción de propiedades comentó.
- No es preciso. ¿Sabe usted algo acerca de armas nucleares?
- Por la historia; carecemos de energía nuclear en absoluto. En este planeta no se encuentran materias fisionables.
- El coste, como usted dijo, sería todo el mundo y todas las cosas en Eglonsby y durante un radio de casi ciento ochenta kilómetros. ¿ Siguen preparados para resistir?
El presidente del Consejo de Síndicos no lo estaba y así lo dijo. Trask le preguntó cuánta autoridad le daba su posición.
- Tengo todos los poderes en caso de emergencia. Creo - añadió la voz de manera Inexpresiva, que esto es una emergencia. El consejo automáticamente rectificará cualquier decisión que yo tome.
Harkaman soltó el botón que tenía delante.
- Lo que dije; dictadura, con una falsa pantalla parlamentaria.
-A no ser que sea un dictador pantalla para cualquier oligarquía - hizo un gesto a Harkaman para que quitase el pulgar del botón y conectase el micrófono -. ¿Es muy grande este Consejo?
- Dieciséis, elegidos por los sindicatos que representan. Tenemos el Sindicato del Trabajo, el Sindicato de los Fabricantes, el Sindicato de los Pequeños Negocios, el...
- Estado corporativo, siglo primero de la Preatómica en la Tierra. Benny The Moose - dijo Harkaman -. Bajemos y hablemos con ellos.
Cuando estuvieron seguros de que el público había sido advertido para que no hiciese resistencia, el Némesis bajó hasta tres kilómetros del centro de la ciudad. Los edificios eran bajos según las normas corrientes de la gente que utiliza la contragravedad, los más altos apenas se alzarían trescientos metros y muy pocos pasaban de los doscientos cincuenta y estaban más cuidadosamente cimentados que los naturales de los Mundos de la Espada acostumbraban, con amplias calzadas entre ellos. En varios lugares habían disposiciones extrañas de calzadas entrecruzadas, en apariencia sin llevar en ninguna parte. Harkaman se rió al verlas.
- Pistas de aterrizaje. Las vi en otros planetas en donde habían perdido la contragravedad. Para aviones con ala impulsados por combustible químico. Espero que tengamos tiempo para echar un vistazo por ahí. Apuesto que hasta tienen ferrocarriles.
El «gran daño» causado por la bomba era casi igual al efecto de un huracán medio; le había parecido peor desde los temporales de Traskon. En su mayor parte el perjuicio había sido moral, que es lo que se habían propuesto.
Conocieron el presidente Pedrosan y al Consejo de Síndicos en una espaciosa cámara bien amueblada cerca de lo alto de uno de los edificios de mediana altura. Valkanhayn estaba sorprendido; en un aparte consideró que aquella gente debía estar casi civilizada. Fueron presentados. Los apellidos de Amatarasu antecedían a los nombres personales, lo que demostraba que se trataba de una obligación cultural y política que hacía abundante uso del registro y archivo por orden alfabético. Todos vestían atuendos que poseían la apariencia indefinible pero inconfundible también de uniformes. Cuando se hubieron sentado ante la gran mesa ovalada, Harkaman saco su pistola y utilizó la culata como mazo.
- Lord Trask, ¿quiere usted tratar directamente con estas personas? – preguntó, rígidamente formal.
- Con certeza, almirante - habló el presidente, ignorando a los demás -. Queremos que quede entendido que deseamos controlar esta ciudad, que de hecho lo hacemos y que esperamos la completa sumisión. En cuanto ustedes permanezcan sometidos a nosotros, no perjudicaremos nada excepto de llevarnos las cosas que deseemos y no habrá violencia a ninguna de sus personas, ni tampoco ningún acto de indiscriminado bandolerismo. Esta visita que efectuamos les costará mucho, no se confundan en eso, pero
- Cualquiera que sea el coste, será barato evitando otras cosas que podríamos hacer.
El presidente y los Síndicos intercambiaron miradas de alivio. Que los contribuyentes se preocuparan por el coste; ellos saldrían con el pellejo intacto.
- Comprenda usted, queremos el máximo valor y el mínimo volumen – continuó -. Pieles, joyas, objetos de arte, las mercancías del máximo grado de lujo de cualquier clase. Metales raros. Y metales monetarios, oro y platino. Supongo que tienen ustedes una moneda de base metálica.
- ¡ Oh, no! - el presidente Pedrosan parecía ligeramente escandalizado -. Nuestra moneda se basa en un servicio a la sociedad. Nuestra unidad monetaria se llama simplemente crédito.
Harkaman rezongó de manera poco educada. Con evidencia había visto antes sistemas económicos así. Trask quería saber si utilizaban oro o platino en absoluto.
- Oro, hasta cierto punto, para joyería - evidentemente no eran puritanos económicos completos -. Y el platino, claro, en la industria.
- Si quieren oro debieran haber atacado Stolgolaud - dijo uno de los síndicos -. Tienen moneda con patrón oro - por el modo de decirlo, igual parecía acusarles de comer con los dedos y posiblemente de devorar a sus propios retoños.
- Lo sé, hasta hace pocos siglos conozco los mapas utilizados para este planeta; Stolgoland no aparece en ellos.
- Ojalá no apareciese tampoco los nuestros - exclamó el general Dagró Ector, síndico por la Protección del Estado.
- Hubiera sido un buen asunto para todo el planeta si ustedes se decidieran a atacarles a ellos en vez de a nosotros - dijo otro.
Aún no es demasiado tarde para que estos caballeros tomen esa decisión - afirmó Pedrosan-. Presumo que el oro es metal monetario entre su gente, ¿no? Cuando Trask asintió, prosiguió: También es la base de la moneda stolgoniana. El dinero actual es de papel, redimible teóricamente en oro. En la actualidad, la circulación del oro ha sido prohibida y toda la riqueza aúrea de la nación se concentra en las cajas fuertes de tres depósitos. Sabemos exactamente dónde están.
- Empieza usted a interesarme, presidente Pedrosan.
-¿De veras? Bueno, tienen ustedes dos espacionaves grandes y seis naves más pequeñas. Poseen armas nucleares, cosa que nadie en este planeta tiene. Conocen la contragravedad, algo apenas más que una leyenda aquí. Por otra parte, nosotros tenemos millón y medio de soldados terrestres, aviones a reacción, vehículos blindados y armas químicas. Si emprenden ustedes un ataque a Stolgoland, colocaremos todas estas fuerzas a su disposición; el general Dagró las mandará según las instrucciones suyas. Todo lo que pedimos es que, cuando hayan cargado el oro de Stolgoland en sus navíos, dejen a nuestras tropas en posesión de la comarca.
Eso fue todo en aquella reunión. Hubo una segunda, con solo Trask, Harkaman y sir Paytrik Morland representando a los espacios vikingos, y el gobierno de Eglonsby más íntimamente en una habitación mucho más pequeña y lujosa del mismo edificio.
- Si van a declarar la guerra a Stolgoland, sería mejor que sigan adelante - aconsejó Morland -. No pensamos quedarnos aquí siempre.
-¿Qué? - Pedrosan parecía tener sólo la más vaga idea de lo que se hablaba -. ¿Se refieren, a avisarles? Ciertamente, no. Les atacaremos por sorpresa. No se hará nada excepto en evidente defensa propia - añadió con aire de justicia -. Los capitalistas oligárquicos de Stolgoland han estado planeando atacarnos a nosotros durante anos.
-Sí. Si ustedes hubiesen llevado a cabo su propósito original de saquear Eglonsby, nos habrían invadido nada más que despegaran sus naves. Exactamente lo que yo haría en su lugar.
-¿Pero mantienen ustedes relaciones amistosas normales con ellos?
- Pues claro. Somos civilizados. El gobierno y el pueblo de Eglonsby aman Ja paz...
- Sí, señor presidente; comprendo. ¿Y tienen una embajada aquí?
- Así lo llaman! - exclamó Dagró -. ¡ En un nido de víboras, un lugar de espionaje y subversión...!
- Nos apoderaremos de eso nosotros mismos, de inmediato - dijo Harkaman -. Ustedes no podrían reunir a sus agentes exteriores y si nosotros lo intentásemos, despertaría sospechas. Tendremos que preparar una fachada para engañarles.
- Sí. Ustedes se remontarán de inmediato, llamando a la gente para que colabore con ustedes... y ordenarán específicamente que sus tropas queden inmovilizadas para ayudarnos a recoger el tributo que han impuesto a Eglonsby - dijo Trask -. De esa manera, si algún espía stolgoniano ve sus tropas concentradas en torno a nuestra nave de aterrizaje, creerán que nos ayudan a cargar el botín.
- Y anunciaremos que una gran parte del tributo consistirá en equipo militar - añadió Dagró -. Eso explicará por qué nuestros cañones y tanques están siendo cargados en sus vehículos contragravedad.
Cuando la embajada stolgoniana fue tomada por los vikingos espaciales, el embajador pidió ser llevado de inmediato en presencia del jefe. Tenía una proposición: si los vikingos espaciales desarmaban por completo el ejército de Eglonsby y admitían a las tropas stolgonianas cuando estuvieron indispuestos para zarpar, los invasores les traerían diez mil kilos de oro. Trask aceptó acoger agradablemente la oferta.
Stolgoland se extendía a través de un mar estrecho y profundo desde el Estado de Eglonsby; estaba salpicado de islas y en cada una de ellas había, a su torno, una multitud de pozos petrolíferos. El petróleo era lo que servía de combustible a las naves y vehículos terrestres de Amaterasu; el aceite, más que la ideología, era la raíz de la enemistad entre las dos naciones. En apariencia, el espionaje stolgoniano en Eglonsby estaba completamente engañado y los informes de Trask permitieron al embajador cautivo confirmar esta decepción. Sombríamente las estaciones de radio de Eglonsby vertieron exhortaciones a la gente para cooperar con los vikingos espaciales, con alguna lamentación ocasional acerca de las masas de material de guerra que se llevaban. El espionaje de Eglonsby en Stolgoland desempeñaba similar actividad. Los ejércitos stolgonianos estaban siendo concentrados en cuatro puertos marinos de la costa dando frente a Eglonsby y allí había una reunión frenética de todas las clases asequibles de navíos. Para esta vez, cualquier simpatía que Trask pudiese sentir hacia ambos bandos se había evaporado.
La invasión de Stolgoland empezó la quinta mañana después de su llegada a Eglonsby. Antes del alba, las seis chalupas entraron, haciendo una barrida lateral en torno a la curvatura del planeta y viniendo desde el norte, dos a cada lado de los depósitos de oro. Fueron detectadas por radar, eventualmente pero demasiado tarde para cualquier resistencia efectiva organizada. Dos depósitos fueron ocupados sin un disparo; a mitad de mañana los tres estaban abiertos y los lingotes y demás metal empezaban a ser extraídos.
Los cuatro puertos desde donde la invasión stolgoniana de Eglonsby iba a efectuarse fueron neutralizados por bombardeo nuclear. La neutralización fue un buen trabajo, pensó Trask; no hubo ni eco en las pantallas de vida, desmembrada y quemada y cegada en torno a los bordes de la zona cero del suelo. El Némesis y el Space-Scourge, desde las naves de desembarco y de los propios navíos, colocaron en Stolgonopolis a las tropas de Eglonsby. ~1ientras saqueaban la ciudad, con las atrocidades de ordinario, los vikingos espaciales cargaban el oro y cualquier otra cosa de valor más que de ordinario, a bordo de las naves.
Aún estaban en ello a la mañana siguiente cuando el presidente Pedrosan llegó a la recién conquistada capital, anunciando su intención de juzgar como criminales de guerra al jefe del Estado stolgoniano y a su gabinete. Antes de ponerse el sol, habían vuelto a Eglonsby. El saqueo podía evaluarse en medio millón de estelares de Excalibur. Boake Valkanhayn y Garvan Spasso estaban simplemente a más allá de todo asombro e incapaces de pronunciar palabra.
Entonces comenzó el saqueo de Eglonsby.
Recogieron maquinaria y géneros de acero y de aleaciones metálicas' ligeras. La ciudad estaba rellena de almacenes v los almacenes atestados de cosas valiosas. A pesar de la verborrea socialistas e igualitaria detrás de la que operaba el gobierno, parecía haber una numerosa clase selecta y si el oro no era un metal monetario tampoco era despreciado como propósito de ostentación. Habían varios grandes museos de arte. Van Larch, el más experto especialista artístico, se encargó de llevarse lo mejor de ellos.
Y también una gran biblioteca pública. Dentro desapareció Otto Harkaman, con media docena de hombres y una carretilla contragravedad. Sección histórica en el futuro sería mucho más pobre.
- El presidente Pedrosan estaba hablando por radio desde Stolgonopolis aquella noche.
-¿Es así como ustedes los vikingos espaciales cumplen lo pactado? - preguntó indignado -. Me han abandonado a mí y a mi ejército aquí, en Stolgoland, y están saqueando Eglonsby. Prometieron dejar en paz a Eglonsby si les ayudaban a conseguir el oro de Stolgoland.
- No prometí nada de eso. Prometí ayudarle a apoderarse de Stolgoland. Ya la tiene en su poder - le contestó Trask-. Le prometí evitar daños o violencia necesarios. Ya han ahorcado a una docena de mis propios hombres por violaciones, asesinatos y vandalismo. Ahora, esperamos salir de aquí dentro de veinticuatro horas. Será mejor que vuelva usted antes. Su propia gente empieza a dedicarse a la rapiña. No prometimos controlarlos en su beneficio.
Eso era verdad. Con las pocas tropas que habían quedado, y la policía, las autoridades eran incapaces de tener a raya las turbas que saqueaban siguiendo la estela de los vikingos espaciales. Cada cual parecía tratar de coger lo que pudiese y que echasen después las culpas a los vikingos. El pudo mantener en orden a su propia gente. Por lo menos habían habido una docena de casos de violación y asesinato '~ y los causantes fueron prontamente ahorcados. Ninguno de sus tripulantes, ni siquiera de los que viajaban abordo del Space.Scourgc, parecía molesto. Se daban cuenta de que los culpables habían merecido el castigo; no por lo que hubiesen hecho en los locales, sino por desobedecer las órdenes.
Unas cuantas tropas habían sido estacionadas en Stolgoland para cuando tuvieron arreglo para sus vehículos y ya despegaban. No parecían tener mucha delantera. Harkaman, quien ha visto ya su carga de microlibros almacenada y estaba en el pupitre de mandos, rió de buena gana.
- No sé lo que hará Pedrosan. Gehenna, ni siquiera sé lo que haría yo, si me hubiese metido en un lío como éste. Probablemente hará volver a la mitad de su ejército, dejará la otra mitad en Stolgoland y perderá ambas cosas. Supongamos que nos dejamos caer, dentro de unos tres o cuatro años, sólo por curiosidad. Si sacamos el veinte por ciento de lo que esta vez, el viaje valdría la pena.
Después entraron en el hiperespacio y una vez allí tuvieron el navío asegurado; las fiestas duraron tres días galácticos «standard» y nadie estuvo del todo sereno. Harkaman rebuscaba por entre la masa de material histórico que había encontrado. Spasso parecía jubiloso. Nadie p odia llamar a esto robos menores. Siguió repitiendo la misma frase mientras fue capaz de decir algo. Khepera, admitió, había sido fácil. ¡Piojosos dos o tres millones de estelares; bah!

VI
Beowulf fue malo.
Valkanhayn y Spasso se habían opuesto al ataque. Nadie atacaba a Beowulf; Beowulf era demasiado duro. Beowulf tenía energía nuclear y armas nucleares y contragravedad y naves y naves de espacio normal, incluso poseían colonias en un par de otros planetas de su sistema. Lo tenían todo excepto los hipermotores. Boewulf era un planeta civilizado y no se atacan a los planetas civilizados saliéndose luego de rositas.
Y además, ¿ acaso no habían conseguido bastante botín en Amaterasu?
- No, no lo conseguimos les contestó Trask -. Tenemos que sacar algo de Tanith, necesitaremos energía y no me refiero a la producida por molinos de viento ni saltos de agua. Como ustedes acaban de observar, Beowulf posee energía nuclear. De ahí sacaremos nuestro plutonio y nuestras unidades energéticas.
Y así fueron a Beowulf. Salieron del hiperespacio a ocho horas luz de la estrella F-7 de la que Boewulf era el cuarto planeta, y se hallaba a veinte minutos luz de distancia. Guatt Kirbey efectuó un micro salto que hizo que las naves se quedasen a distancia prácticamente de comunicación Y comenzaron a trazar planes en una conferencia internaval, para ponerse de acuerdo.
Hay, o habían, tres fuentes importantes de minerales fisionables - dijo Harkaman -. El último navío que atacó aquí y escapó fue el Princess of Lyones de Stefan Kintour, hace sesenta años. Atacó una base del continente Antártico; según su informe, todo allí era nuevo reciente. No destrozó demasiado las cosas y aún debe estar en funcionamiento. Nosotros entraremos desde el Polo Sur y tendremos que hacerlo deprisa.
Trasladaron equipo y personal, irían en un grupo, las chalupas por delante; ellos y el Space-Scourge bajarían hasta el suelo, mientras que el Némesis, mejor armado, volaría por encima de la pelea para enfrentarse con las naves locales de contragravedad, destruir los proyectiles dirigidos y proporcionar generalmente una protección desde arriba. Trask se trasladó al Space-Scourge, llevando consigo a Morlaud y a doscientos de los combatientes de tierra del Némesis. La mayor parte de las monturas individuales, naves de aterrizaje, manipuladores y elevadores pesados fueron con él, atestando las cubiertas en torno a las entradas de vehículos de la nave de Valkanhayn.
Saltaron hasta seis minutos de luz y mientras el astrogador de Valkanhayn seguía operando con los mandos, comenzaron a sentir a detección por radar y microrayos. Cuando salieron de nuevo, se encontraban a dos segundos luz del Polo Sur y media docena de navíos, o bien estaban en órbita o subían del planeta. Todas naves de espacio normal, claro, pero algunos casi tan grandes como el propio Némesis.
Los entonces todo fue como una pesadilla, navíos les batían con cañones y ellos les devolvían el fuego. Proyectiles dirigidos despegaron y contra proyectiles dirigidos les detuvieron rápidamente haciéndolos estallar en fulgurantes globos de luz. Luces rojas destellaron en el tablero de averías y las sirenas aullaron y los claxons bramaron. En las pantallas visoras exteriores vieron al Némesis desvanecerse en un destello de radiación y luego, mientras sus corazones estaban inmóviles por el miedo, aparecer de nuevo. Luces rojas se apagaron en el tablero mientras las brigadas de reparaciones y sus robots sellaban las brechas en el casco y bombeaban aire en las zonas evacuadas.
En ocasiones miraba hacia Boake Valkanhayn, que estaba sentado inmóvil en su sillón, masticando un cigarro apagado bastante tiempo atrás. No disfrutaba de la emoción, pero tampoco mostraba miedo. Una vez que un beowulfiano desapareció en una super nova y cuando la bola incandescente se amplió hasta la nada, el navío se había esfumado. Todo lo que el Valkanhayn dijo fue:
- Espero que uno de nuestros muchachos lo hiciese.
Se abrieron paso luchando y bajando, hacia la atmósfera. Otra nave de Beowulf estalló, casi del tamaño del Lamia de Spasso. Un momento después, otra; Valkanhayn batía con el puño el pupitre ante sí y gritaba.
-¡ Ese fue uno de los nuestros! ¡ Buscad quien disparó: quiero su nombre!
- Ahora los proyectiles dirigidos venían del planeta. El oficial de detección de Valkanhayn trataba de localizar su punto de procedencia. Mientras lo intentaba, una cosa grande en forma de melón se desprendió del Némesis y en la desgarrada brillantez de la comunicación entre los navíos la imagen de Harkaman estaba riéndose.
- Acabo de disparar un «Infierno»; blanco 50 grados sur, 25 grados este de la línea del horizonte. De Ahí venían esos proyectiles.
Otros proyectiles de contraataque volaron hacia el gran melón metálico; cohetes defensivos, disparados automáticamente, les salieron al encuentro. El rastro del ((Infierno)) estaba marcado primero por globos crecientes rojos y naranja en el espacio sin aire y luego por núcleos de fuego en cuanto el artefacto entró en la atmósfera. Desapareció en la oscuridad más allá del horizonte y luego produjo un sol propio. Era luz solar; una reacción Beta.Solar.Fénix y se mantendría a sí mismo durante horas. Esperó que no hubiese caído a menos de mil quinientos kilómetros de su objetivo.
La operación en el suelo fue una pesadilla pero de, clase distinta. Bajó en un vehículo comando, con Paytrik Morland y un par más de sus hombres. Habían cohetes y baterías artilleras. Se advertían los trazos de vuelos de vehículos de combate, de balas de cañón y de vehículos monotripulados que pasaban o estallaban ante ellos. Robots en aparatos contragravedad... robots militares, lanzando proyectiles, y robots trabajadores con sólo su propia masa para lanzarse, arrojándose a si mismos contra el enemigo. Las pantallas parecieron enloquecer por la radiación; los locutores daban órdenes contradictorias. Finalmente, la batalla, que se desenvolvió en el aire por encima de cinco mil metros cuadrados de minas y refinerías y plantas nucleares, se convirtió en dos combates distintos y concentrados, uno en la planta de embalaje y en las arcas de almacenamiento, y otro en la factoría de cartuchos de unidades energéticas.
Tres chalupas bajaron para formar un triángulo en cada una de las zonas; el Spece-Scourge se colocó en el medio, vertiendo una riada de vehículos y de manipuladores de grandes zarpas arma das; elevadores blindados y naves de aterrizaje subieron y bajaron con rapidez. El coche comando saltó v esquivó de un blanco a otro; en uno de ellos, barriles metálicos de plutonio, pesando varias toneladas cada pieza, eran sacadas de las arcas v en el otro los ascensores traían cargas de cartuchos de energía electronuclear, algunos tan grandes como un jarro de diez litros, para proporcionar potencia al motor de una espacionave y otros tan pequeños como un carga de munición de pistola, para aparatos del de linternas.
Cada hora o así miraba su reloj para darse cuenta habían pasado sólo cuatro minutos.
Por fin, cuando estuvo del todo convencido de realmente la habían matado y que estaba con toda la eternidad en aquel caos infinito, el Némesis comenzó a disparar bengalas rojas, los altavoces de todos los vehículos convocaron a llamada. Subió sin saber cómo a bordo del Spece-Scourge, después de asegurarse de que nadie que viviese se había quedado atrás.
Habían veinte y pico que no existían ya y la enfermería estaba repleta de heridos subidos con los cargueros, y otros más descendían de los vehículos a' medida que éstos entraban en sus lugares de amarre. El coche en el que viajó fue alcanzado varias veces y uno de los artilleros sangraba por debajo del casco aunque parecía no haberse dado cuenta. Cuando llegó a la sala de mandos, encontró a Boake Valkanhayn, su rostro tenso y cansado, tomando café de un robot y aderezándolo con coñac.
- Ya está dijo, soplando a la hirviente taza. Era un recipiente de plata que estuvo ante él cuando hizo su primera aparición en la pantalla del Némesis. Hizo un gesto con la cabeza hacia la pantalla de averías, todo había sido remendado, y las cubiertas exteriores en torno a las porciones rasgadas del casco selladas. La nave está segura - dejó la taza de plata y encendió un cigarro -. Para repetir las palabras de Garvan Spasso: «Nadie puede llamar a esto robar gallinas».
No. Ni siquiera si cuenta usted a los pájaros jirafa de tizona como pollos. Ese coñac de Gram que le sirve en el café... debe ser bueno. Tomaré lo mismo,. Sólo que yo lo quiero sin café.

VII
La detección del Lamía les captó en cuanto salieron del último microsalto; el mordiente temor que Dunnan pudiese haber atacado en su ausencia carecía de fundamento. Increíblemente, comprendió, habían estado fuera sólo treinta y pico d días «standard)) galácticos, y en aquel tiempo Alvyn Karflard hizo una considerable cantidad de trabajo
Había logrado que se limpiase por completo e espaciopuerto de basuras y escombros y aclararon los bosques en torno a los dos altos edificios. Los nativo llamaban a la ciudad Rivvinton, unas cuantas inscripciones encontradas de techo en trecho indicaban que el nombre original había sido Rivington. Karffar hizo un mapa considerable, con algún detalle del continente en el que la urbe se localizaba y, en general del resto del planeta. Y había establecido amistosa relaciones con los habitantes de Tradetown, haciéndose amigo de su rey.
Nadie, ni aquellos que lo habían realizado, podían creer del todo a sus ojos cuando se descargó el botín El pequeño rebaño de peludos unicornios, los locales de Khepera les llamaban Kreggs, sin duda una corrupción del nombre de algún naturalista que lo estudió por primera vez, habían sobrevido en e viaje e incluso la batalla de Boewulf en buenas condiciones. Trask y unos cuantos de los antiguos ganaderos de Traskon les cuidaban con ansiedad y el médico del navío, actuando de veterinario, hizo elaboradas pruebas de vegetación apta para su comida. Tres de las vacas parieron ternera; estos animales fueron aislados y vigilados con especial solicitud.
Los nativos al principio tenían reparos acerca de los kreggs. El ganado debía tener dos cuernos, uno a cada lado, curvados hacia atrás. No era ganado adecuado el que tuviese un sólo cuerno, en el centro, apuntando hacia adelante.
Ambos navíos habían sufrido fuertes daños. El Némesis tenía una de las escotillas de la chalupa abierta del todo y todo el mundo se alegró de que los beowulfianos no se hubiesen dado cuenta e introducido en el interior un proyectil. El Space-Scourge había recibido un impacto directo en su polo sur mientras ascendía del planeta y buena parte de esa zona del navío estaba herméticamente sellada del resto cuando aterrizó. El Némesis se reparó en todo lo posible y se colocó fuera del planeta de patrulla, luego se pusieron a trabajar en el Space-Scourge, transfiriendo a las defensas terrestres la mayor parte de su armamento, limpiando todo el asequible espacio de carga y reparando el casco en la medida máxima. El arreglarlo por completo era tarea de un astillero normal, como el de Alex Gorram en Gram. Ahí precisamente es donde debería hacerse el trabajo.
Boake Valkanhayn mandaría la nave en el viaje hasta y desde Gram. Después de Beowulf, Trask no sólo había dejado de sentir antipatía por aquel hombre, sino que empezaba a admirarle. Antaño fue un buen tipo, antes de que la mala suerte de cuya acción era sólo en parte culpable, se hubiese apoderado de él. Ahora se había mostrado tal y como era dejando de preocuparse por sí mismo. Se reprimía y volvía a ser un hombre. Eso comenzó a mostrarse después de aterrizar en Amaterasu. Comenzaba a vestirse de manera más sencilla y hablar de un modo más gramatical; es decir, aparecía y se comportaba más como un hombre del espacio que como un granuja. Sus hombres empezaron a obedecerle cada vez que daba una orden. Se había opuesto al ataque de Beowulf, pero había sido un forcejeo moribundo del raterillo que fuera antaño. Al atacar se asustó; bueno, ¿y quién no se había asustado, excepto los pocos novatos poseedores del valor de la ignorancia? Pero entró en el combate y luchó con su navío muy bien y mantuvo su puesto por encima de la planta de materias fisionables en medio de un infierno de bombas y proyectiles, y se aseguró de que todo el mundo que había bajado y que viviese todavía subiese a bordo antes de zarpar.
Volvía a ser de nuevo un vikingo espacial.
Garvan Spasso no lo era y nunca lo sería. Estaba furioso cuando se enteró de que Valkanhayn ocuparía su nave, cargada con la mayor parte del pillaje de los tres planetas, para ir a Gram. Fue a Trask casi echando chispas.
-¿Sabe lo que ocurrirá – preguntó -. Se marchará con ese cargamento y no lo volveremos a ver jamás. Probablemente lo llevará a Joyeuse o Excalibur y se comprará con lo que le den una señoría.
- Oh, lo dudo, Garvan. Mucha de nuestra gente le acompañará... Guatt Kirbey será el astrogrador; usted confía en él, ¿verdad? Y sir Paytrik Worland, y el barón Rathmore, y lord Valpry, y Riove Hemmerding... -guardó silencio durante un momento, sobresaltado por la idea- . ¿ Quisiera ir usted también en el Space.Scóurge?
Spasso asintió decidido. Trask hizo un gesto con la cabeza.
- Bueno. Entonces estaremos seguros de que no se prepara ninguna granujada - dijo muy en serio.
Después de que Spasso se hubo ido, se puso en contacto con el barón Rathmore.
- Procura que cobre cuantos dineros se le deba en cuanto lleguéis a Gram. Y pide al duque Angus que haga el favor de darle algún puesto insignificante con un título convenientemente impresionante, lord Chambelán del Lavabo Ducal, o algo por el estilo. Luego que le proporcione falsa información y le dé una oportunidad de vendérsela a Omfray de Glaspyth. Entonces, claro, podrá, establecer contactos para vender a Angus a su enemigo Omfray. Dentro de un par de veces esta maniobra alguien le clavará un puñal y nos habremos desembarazado de él para siempre.
Cargaron el Space-Scourge con oro de Stolgoland y pinturas y estatuas de los museos de arte, tejidos, pieles y joyas y porcelanas, de los mercados dé Eglonsby. Cargaron sacos y barriles de especies de Khepera. La mayor parte del pillaje de esta ciudad no valía la' pena de llevar a Gram, pero resultaba una prueba bastante de avance en su propia tecnología para ser inapreciable de los nativos de Tanith.
Algunos aprendían las simples operaciones con máquinas y unos pocos eran capaces de gobernar vehículos contragravedad que habían sido adaptados con apropiados aparatos de seguridad. Los antiguos guardias de los esclavos se habían hecho sargentos y tenientes en un regimiento de infantería que se formó, y el rey de Tradetown pidió prestados a unos cuantos para su propia guardia. Algún genio del taller mecánico alteró el mosquete de pedernal convirtiéndolo en de retrocarga y enseñó a los armeros locales cómo hacerlo.
Los kreggs continuaron viviendo después de que el Space-Scourge partiera. Nacieron varias terneras y todo pareció ir muy bien; las bioquímicas de Tanith y Khepera eran muy parecidas. Trask esperaba mucho de esas reses. Cada navío vikingo tenía sus propios almacenes de carne, pero los hombres estaban cansados de las conservas y había abundante demanda para la carne fresca. Algún día, esperaba, las reses kreggs serían una mercancía de venta para los navíos que entrasen en Tanith y las peludas pieles incluso encontrarían mercado en los Mundos de la Espada. Tenían aparatos de contragravedad arando entre Rivington y Tradetown regularmente, ahora, y camiones aéreos enlazaban los pueblos. Los barqueros de Tradetown alguna vez alborotaban contra esta competencia poco noble. Y en la propia Rivington las máquinas de construcción y las palas mecánicas trabajaban y había siempre una nube creciente de polvo por encima de la urbe.
Había mucho que hacer y sólo menos que veintiocho horas standard galácticas para realizarlo. Pasaron días enteros en los que ni siquiera penso ni una sola vez en Andray Dunnan.
Ciento veinticinco días hasta Gram y ciento veinticinco días para regresar. Ya habían pasado hacía tiempo. Claro, habría el trabajo' de reparar el Space-Scourge, las conferencias con los inversores de la aventura original de Tanith, el negocio de reunir el equipo necesario para una nueva base. Incluso así, empezaba a preocuparse un poco. Se preocupaba por algo tan lejos de su control como el Space-Scourge, cosa que era absurda y 10 sabía. Sin embargo, no podía evitarlo. Incluso Harkaman, de ordinario imperturbable, empezó a sentir temores al cabo de doscientos setenta días.
Estaban relajándose en la sala de estar que habían preparado en lo alto de un edificio del espacio puerto antes de retirarse, tumbados los dos cansinos en sus sillones que procedían de uno de los mejores hoteles de Eglonsby, sus vasos con refrescos entre ellos en una mesita baja, cuyo tablero estaba incrustado de algo parecido al marfil, pero que no lo era. En el suelo estaban los planos de una fábrica reactora y convertidora de masa en energía que construirían en cuanto el Space-Scourge regresase con equipo para producir pantallas de planchas de colapsio.
- Claro, podríamos seguir adelante con ello, ahora - dijo Harkaman -. Podríamos arrancar bastante blindaje del Lamía para blindar cualquier fábrica reactora.
Era la primera vez que abordaban de cerca la posibilidad de que el navío no regresase. Trask dejó su cigarro en el cenicero, cigarro procedente del despacho particular del presidente Pedrosan Pedro, y se sirvió más coñac en su copa.
- Vendrá antes de mucho. Tenemos bastantes gentes nuestras a bordo para asegurarse de que nadie intente apoderarse de la nave. Y, ahora, creo realmente que podemos fiarnos de Valkanhayn.
- Yo también. No me preocupa lo que pueda ocurrir al navío. Pero no sabemos lo que está sucediendo en Gram. Glaspyth y Didreksburg han podido aliarse y asaltar Wardshaven antes que el duque Angus estuviese dispuesto para invadir Glaspyth. Boake pudo haber hecho aterrizar su nave en una trampa de Wardshaven.
- Tendría que ser una catástrofe que esa trampa se cerrase sobre él. Seria la primera vez en la historia de que un vikingo espacial atacase al Mundo de la Espada Harkaman miró a su copa medio vacía, luego la llenó hasta el borde. Era el mismo licor con que empezó, igual que un regimiento que ha sido diezmado y repuesto con reclutamiento se refuerza unas cuantas veces pero sigue siendo el mismo regimiento.
El zumbido de la pantalla de comunicación, una de las pocas de la habitación que no había sido robada de ninguna parte, le interrumpió. Ambos se levantaron; Harkaman, aún con la copa en la mano, fue para conectaría. Era el hombre de servicio en la sala de control, arriba de todo, informando que dos emergencias acababan de ser detectadas a veinte' minutos luz al norte del planeta. Harkaman se tragó el licor de golpe y dejó la copa vacía.
- Está bien. ¿Dio la alarma general? Conecte a esta pantalla cualquier cosa que venga - sacó su pipa y comenzó a cargarla de tabaco mecánicamente. Estarán saliendo del último microsalto y a cosa de dos segundos luz dentro de muy pocos minutos.
Trask volvió a sentarse, vio que su cigarrillo se había consumido casi hasta el filtro y encendió uno nuevo de la colilla, deseando poder estar tan tranquilo como Harkaman. Tres minutos más tarde, la torre de control captó dos emergencias a un segundo y medio de luz, a unos cuantos millares de kilómetros de distancia. Luego la pantalla chisporroteó y Valkanhayn asomó por ella, desde su escritorio en el nuevo puesto de mando del Space-Scourge.
También era un nuevo Boake Valkanhayn. Su gruesa y bordada chaqueta de capitán parecía hecha por uno de los mejores sastres de Gram y en el pecho había una gran y adornada estrella de caballero, de diseño poco familiar, llevando, entre otras cosas, la espada y el símbolo atómico de la casa de Ward.
- Príncipe Trask; conde Harkaman – saludó -. Space-Scourge, Tanith; tres mil doscientas horas fuera de Wardshaven, en Gram, Barón Valkanhayn al mando, acompañado del carguero Rozinante, Durendal, capitán Morbes. Pidiendo permiso e instrucciones para entrar en órbita.
-¿Barón Valkanhayn? - preguntó Harkaman.
- Eso mismo - sonrió Valkanhayn -. Tengo un pergamino del tamaño de una manta para demostrarlo. Traigo todo un cargamento de pergaminos. un0 dice que tú eres Otto, conde de Harkaman y otro dice que eres almirante de la Real Marina de Mardukan.
- ¡Lo logró! - exclamó Trask -. ¡ Se hizo rey de Gram!
- Cierto. Y tú eres su bien amado Lucas, príncipe Trask, y virrey del reino de Tanith de su Majestad.
Harkaman silbó ante eso.
- Y un diablo. Este es nuestro reino de Tanith.
-¿Acaso su Majestad ha hecho algo para que valga la pena aceptar su soberanía? - preguntó Trask -. Es decir, además de pergaminos.
Valkanhayn siguió sonriendo.
- Esperad hasta que empiece a descargar el cargamento. Y esperad hasta que veáis lo que está atestando la otra nave.
-¿Volvió Spasso contigo? - preguntó Harkaman,
- Oh, no. Sir Garvan Spasso entró al servicio de Su Majestad, el rey Angus. Es jefe de policía en Glaspyth, ahora, y nadie puede llamar a lo que hace allí como robo de gallinas tampoco. Si tiene que robar gallinas, roba toda la granja entera.
Esto no parecía bueno. Spasso podía difamar el nombre del rey Angus por todo Glaspyth. O quizás eso permitiría a Spasso aplastar a los partidarios de Omfray y luego colgarle acusado de opresión al pueblo. Había leído de alguien que hizo cosa por el estilo, en uno de los antiguos libros de historia terrestre de Harkaman.
El barón Rathmore se había quedado en Gram; lo mismo Rolve Hemmerding. El resto de los caballeros aventureros, todos con flamantes títulos nobiliarios, regresaban. Por ellos, como por los dos navíos que entraban en órbita, se enteró de lo que había ocurrido en Gram desde que el Némesis despegara.
El duque Angus había anunciado su intención de seguir adelante con la aventura de Tanith y empezó la construcción de una nueva nave en los astilleros Gorram. Esto había servido plausiblemente para explicar todas las utilidades de preparación de la invasión de Glaspyth y había engañado al duque Omfray por completo. Omfray ya había empezado un navío propio; los recursos enteros de su ducado fueron amontonados en un esfuerzo de terminarlo y enviarlo al espacio por delante del que construía Angus. Se trabajaba frenéticamente en la nave cuando los invasores de Wardshaven entraron en Glaspyth; ahora estaba casi terminado como unidad de la Real Marina. El duque Omfray había logrado escapar a Didreksburg; cuando las tropas de Angus penetraron en este último ducado, tomó a escapar, esta vez fuera del planeta. Ahora estaba comiendo el amargo pan del exilio en la corte del tío de su esposa, el rey de Haulteclere.
El conde de Newhaven, el duque de Bigglersport y el lord de Northport, todos los que habían favorecido el establecimiento de una monarquía planetaria, reconocieron inmediatamente a Angus como soberano. Así, con un cuchillo en su garganta, tuvo que reconocerlo también el duque de Didreksburg. Muchos otros magnates feudales habianse negado a rendir su soberanía. Eso significaba lucha, pero Paytrik, ahora barón Borland, lo dudaba.
- Cuando se enteraron de la base aquí y vieron lo que llevábamos a Gram, empezaron a cambiar de idea. Sólo a los súbditos del rey Angus se les permitiría - invertir dinero en la aventura de Tanith. Esto resultó - algo muy bueno para conseguir partidarios.
En cuanto a aceptar el anexionamiento de Tanith por el rey Angus y su soberanía, la cosa resultaría aconsejable. Necesitarían una salida a un Mundo de la Espada para poder tomar u obtener por trueques lo que necesitasen de los otros vikingos especiales y hasta que tuviesen industrias adecuadas propias, dependerían de Gram para muchas cosas que no podían obtenerse con ataques.
-¿Supongo que el rey sabe que no estoy aquí para cuidar mi salud ni su beneficio? - preguntó a lord Valpry durante una de las conversaciones por pantalla mientras el Space-Scourge entraba en órbita -. Mi asunto es Andray Dunnan.
- Oh, sí - replicó el lord noble de Wardshaven -. De hecho, me dijo, con muchas palabras, que se consideraría el más feliz si le enviases la cabeza de su sobrino dentro de un bloque de lucita. Dunnan ofendió también su honor. Los príncipes soberanos nunca ven nada gracioso en cosas como esas.
-¿Y acaso sabe que tarde o temprano Dunnan atacará Tanith?
- Si no lo sabe, no es porque yo no se lo dijese con bastante frecuencia. Cuando veas el armamento defensivo que traemos, cambiarás de idea.
Era impresionante, pero nada en comparación con el equipo de ingeniería industrial. Robots mineros para utilizar el hierro de la luna de Tanith y transportes del espacio normal para el viaje hasta el satélite. Un productor de materia colapsada; ahora podrían tener las placas de colapsio para su propio blindaje. Una fundición de acero pequeña y enteramente automática podría instalarse y operar en el satélite. Robots industriales y maquinaria para fabricar máquinas. Y, mejor que nada, doscientos ingenieros y técnicos expertos.
Unas pocas baronías industriales en Gram comprenderían, antes de mucho, lo que habían perdido con aquellos hombres. Se preguntó lo que lord Trask de Traskon hubiera pensado de ello.
El príncipe de Tanith va no se interesaba en lo que pasase en Gram. Quizás, si las cosas prosperaban durante el próximo siglo, sus sucesores habrían convertido a Gram en un vicerreinato del reino principal de Tanith.

VIII
En cuanto fue descargado el Space-Scourge, se le envió en órbita fuera del planeta para vigilar; Harkaman inmediatamente salió para el espacio en el Némesis, mientras Trask se quedaba. Empezaron a descargar el Rozinante, después de posarlo en el espaciopuerto de Rivington. Cuando se terminó la operación sus oficiales y tripulación se tomaron un mes de vacaciones, hasta el regreso del Némesis. Harkaman debió haber efectuado rápidos ataques en media docena de planetas. Ninguna de la carga que trajo era espectacularmente valiosa y le quitó importancia a todo el asunto diciendo que era robar gallinas, pero había perdido unos cuantos hombres y la nave mostraba unas pocas nuevas cicatrices. Buena cantidad de lo que fue transbordado al Rozinante eran manufacturas que competirían con las mercancías producidas en Gram.
- Esta carga será inferior si contamos lo que llevó el Space-Scourge, pero no queremos que el Rozinante vuelva de vacío – dijo -. Una cosa, entre paradas tuve tiempo de leer un poco.
- Por libros de la biblioteca de Eglonsby?
- Sí. Me enteré de algo curioso acerca de Amaterasu. ¿Sabes por qué ese planeta fue tan extensamente colonizado por la Federación, cuando no parecía poseer minerales fisionables? El planeta producía gadolinio.
El gadolinio era esencial para los motores hiperimpulsión; los motores del navío del tamaño del Némesis necesitaban unos veinticinco o treinta kilos.
En los Mundos de la Espada el mineral valía varias veces su peso en oro. Si seguían extrayéndolo, Amaterasu compensaría de una segunda visita.
Cuando lo mencionó, Harkaman se encogió d. hombros.
-¿Y por qué van a seguir extrayéndolo? Sólo sirve para una cosa y no se puede dirigir una espacionave con combustible a base de aceite pesado. Supongo que las minas pueden reabrirse y construirse nuevas refinerías, pero...
- Podríamos cambiar el plutonio por gadolinio. Ellos no tienen plutonio. Ganaríamos nuestros precios y no es necesario decirles cómo se vende el gadolinio en los Mundos de la Espada.
- Podríamos, si fuese factible negociar con alguien de allí, después de lo que hicimos a Eglonsby y Stolgoland. ¿Pero de dónde sacaríamos el plutonio?
-¿Por qué no crees que los beowulferianos carecen de hipernavios, cuando tienen todo lo demás?
- Harkaman chasqueó los dedos.
- ¡ Por Satán, eso es! - luego miró a Trask alarmado -. Eh. ¿no pensarás vender plutonio de Amaterasu y gadolinio de Beowulf, verdad?
-¿Por qué no? Por ambos extremos podríamos obtener un gran beneficio.
- Sabes lo que sucedería después, ¿no? Habrían naves de ambos planetas por todo lugar dentro de pocos años. Deseamos tanto eso como que nos hagan un agujero en la cabeza.
No pudo ver la objeción. Tanith y Amaterasu y Beowulf podían elaborar un buen comercio triangular; los tres se beneficiarían. No costaría hombres, ni daños a los navíos, ni municiones, tampoco. Quizás una mutua alianza defensiva también. Se pensaría en eso más tarde; había demasiado que hacer aquí en Tanith de momento.
Hubieron minas en la luna de Tanith antes del colapso de la Federación; se les había quitado su equipo después, mientras Tanith seguía luchando una batalla perdida contra el barbarismo, pero las cámaras subterráneas y las cavernas artificiales se podían seguir siendo usadas y con el tiempo las minas fueron reabiertas e instalada la fundición, y al poco lingotes de acero terminado bajaban mediante las naves lanzaderas. Mientras, el astillero había sido diseñado y estaba tomando forma.
El navío de Gram, Queen Flavia, el que estaba sin terminar en Glaspyth cuando la toma del ducado, vino tres meses después de que el Rozinante regresase; debía haber sido terminado mientras Valkanhayn estaba aun en el hiperespacio. Llevaba un cargamento considerable, en parte superfluo pero en su generalidad útil; todo el mundo invertía ahora en la aventura de Tanith y el dinero tenía que ser gastado en algo. Valkanahayn trajo cerca de un millar de hombres y mujeres; la filtración de cerebros y capacidad de los Mundos de la Espada se estaba convirtiendo en una avenida. Entre e11os iba Basil Gorram. Trask lo recordaba como un joven terco e insufrible, parecía ser un buen maestro de astilleros. Francamente predijo que al cabo de pocos años los muelles de su padre En Wardshaven serian una obra inútil y en paro y todo los navíos de Tanith estarían construidos en el propio Tanith. El socio menor de Lothar Ffayle también vino, para establecer una sucursal del banco de Wardshaven en Rivington.
En cuanto el Queen Flavia se hubo librado de su cargamento de pasajeros, tomó quinientos luchadores terrestres del Lamia, Némesis y Space-Scourge y salió al espacio en un viaje de ataques, mientras se marchaba el segundo navío, el que comenzó el duque Angus en Wardshaven y terminó el rey Angus, el B!ack Star, entro.
Trask se mostraba ligeramente incrédulo al darse cuenta de que había salido de Gram casi exactamente dos años después de la partida del Némesis. Seguía sin tener ninguna idea de dónde estaba Andray Dunnan, o que hacia donde encontrarle.
Las noticias de la base Gram en Tanith se extendieron despacio, primero por los navíos, de líneas regulares y por los cargueros de cabotaje que entraban a los Mundos de la Espada y luego por las naves comerciales y por los vikingos espaciales que se dirigían a la Antigua Federación. Dos años v seis meses después de que el Némesis hubiese salido del hiperespacio para encontrar en Tanith a Boake Valkanhayn y a Garvan Spasso, el primer vikingo espacial independiente entró, para vender un cargamento y hacerse reparar. Compraron lo que traía, había estado atacando algún planeta bastante por encima del nivel de Khepera y por debajo del de Amaterasu, y cicatrizaron las heridas de su navío obtenidas en campaña. Había estado tratando antes con la familia Heverrart en Hoth y se demostró mas satisfecho con los tratos que consiguió en Tanith que juró volver.
No había oído hablar nunca de Audray Dunnan ni del Enterprise.
Fue un gilgamesheriano quien trajo las primeras noticias.
La primera vez que oyó hablar de los gilgamesherianos, la palabra que Sir utilizaba indiscriminadamente para navíos nativos o procedentes de Gilgalmesh, fue en Gram, por parte de Harkaman y Karffard y Van Larch y los demás. Desde su venida a Tanith oyó hablar de ellos a cada vikingo espacial, nunca en alabanza y raras veces en términos imprimibles.
Gilgalmesh estaba catalogado, con ciertas reservas, como un planeta civilizado aunque no al nivel de 0dm, o Isis, o Baldur, o Marduk, o Aton, o cualquiera de los otros mundos que habían mantenido ininterrumpidamente la cultura de la Federación Terrestre. Quizás Gilgalmesh merecía más crédito; su pueblo había soportado dos siglo la oscuridad y logró elevarse mediante una gran fuerza de voluntad. Habían recobrado todas las antiguas técnicas, incluyendo los hipermotores.
Ellos no atacaban; comerciaban. Tenían objeciones religiosas a la violencia, aunque las mantenían dentro de límites sensatos v eran capaces y voluntariosos de luchar con ferocidad fanática en defensa de su planeta patrio. Cosa de un siglo antes, hubo un ataque de cinco navíos vikingos a Gilgalmesh, uno tuvo que regresar y ser vendido como chatarra después de llegar a una base amiga. Las naves de Gilgalmesh iban a todas partes para comerciar y en donde comerciaban unos cuantos solían instalarse de ordinario y cuando se instalaban ganaban dinero, mandando la mayor parte de él a su patria. Su sociedad parecía ser un suave teosocialismo y su religión una absurda mezcla de la mayor parte de los monoteísmos del período de la Federación, más innovaciones doctrinales y ritualísticas propias. Aparte de su propensión al negocio, su terca negativa a considerar a nadie que no fuese de su especie como algo más que semihumano, y a la masa de prohibiciones en las que se escondían del contacto social con los demás, les hacía generalmente antipáticos.
Después de que su nave entrase en órbita, tres bajaron para negociar. El capitán y su ejecutivo llevaban abrigos largos, casi hasta la rodilla, abotonados hasta la garganta y capitas blancas como mantoncilIos; el tercero, uno de sus sacerdotes, llevaba una especie de túnica o sotana con el símbolo de su religión, un triángulo azul dentro de un círculo blanco, en el pecho. Todos llevaban barbas que pendían desde sus mejillas, con las barbillas y los labios superiores afeitados. Todos poseían los mismos rostros rígidos y desaprobadores, todo rechazaron cualquier clase de refresco y se sentaron incómodos como si temieran contaminación de los asientos utilizados por quiénes ocuparon las sillas antes que ellos. Habían reunido aquí y allá una carga heterogénea, procedente de planetas subcivilizados, que no interesaba en absoluto a Tanith. Pero también tenían algún buen género ámbar vegetal y plumas de pájaro flamígero de Irminsul; marfil o algo parecido de otra parte; diamantes y ópalos orgánicos de Uller y piedras solares del Zarathustra. También llevaban algo de platino. Querían maquinaria, especialmente motores de contragravedad y robots.
Lo malo era que deseaban regatear. El regateo, según parecía, era el deporte planetario de Gilgamesh.
-¿Oyeron ustedes hablar de un navío y vikingo llamado Enterprise? - le preguntó, en el séptimo u octavo descanso de la negociación -. Lleva como emblema un creciente, azul claro sobre negro. Su capitán se llama Andray Dunnan.
- Un navío de ese nombre, con tal emblema, atacó Chermosh hace más de un año - dijo el sacerdote sobrecargo -. Algunas de nuestras gentes van a Chernosh para comerciar. Ese navío saqueó la ciudad en la que estaban; unos cuantos perdieron una fortuna en mercancías mundiales.
- Lástima.
- El sacerdote gilgamesheriano se encogió de hombros.
- Es voluntad del Todopoderoso - dijo, luego se iluminó ligeramente -. Los de Chermosh son paganos y adoradores de falsos dioses. El vikingo espacial saqueó su templo y lo destruyó profundamente; se llevaban las imágenes esculpidas y las abominaciones. Nuestros paisanos son testigos de que los idólatras gimieron y se lamentaron mucho.
De modo que ésta era la primera entrada en el Gran Tablero. Cubría, optimísticamente, toda una pared de su despacho y para algún tiempo la única nota escrita en tiza sobre el ataque a Chermosh, y la fecha, poco más o menos aproximada, pareció muy solitaria. El capitán del Black-Star trajo material para un par de anotaciones más. Habían tocado varios planetas conocidos por verse temporalmente ocupados por los vikingos espaciales, para cambalachear el pillaje, dio a sus hombres algún permiso e hizo investigaciones, y tenía los nombres de un par de planetas atacados por el navío del azul creciente. Una era sólo de seis meses de antigüedad.
Del modo en que las noticias se propagaban por la Antigua Federación eso era prácticamente una comunicación fresca y recién salida del horno.
El capitán propietario del Aiborak tuvo algo que añadir, cuando entró con su navío seis meses más tarde. Sorbió su bebida despacio, como si se hubiese limitado a sí mismo a una sola y quisiera hacerla durar lo más posible.
- Casi hace dos años, en Jagannath – dijo -. El Enterpríse estaba en órbita allí efectuando unas reparaciones ligeras. Me encontré con ese hombre unas cuantas veces. Se parece al de esas fotografías, pero ahora lleva una barbita puntiaguda. Vendió mucho botín. Mercancías generales, piedras preciosas y semipreciosas, una buena cantidad de muebles labrados que parecían sacados de algún real neobárbaro y material de un templo. Eudista; había un par de grandes dioses de oro de Dai Butsus. Su tripulación invita a beber a los recién llegados. Algunos estaban muy morenos por encima del cuello, como si hubieran vivido en un planeta de estrella caliente no mucho tiempo atrás. Y él tenía para vender una buena cantidad de pieles de Imhotep, un género sencillamente fabuloso.
-¿Qué clase de reparaciones? ¿Daños de combate?
- Esa fue mi impresión. Salió al espacio un centenar de horas después de que yo entrase en compañía de otra nave. El Star Hopper, capitán Teodor Vaglin. Se decía que iban a atacar juntos a alguna parte - el capitán del Alborak penso un momento. Otra cosa más. Compraban munición, todo desde cartuchos de pistola hasta proyectiles infernales. Adquiría toda clase de equipo aire-agua, y conservas de carne y equipo hidropónico cuanto pudo conseguir.
Eso era algo digno de saberse. Dio las gracias al vikingo espacial y luego preguntó:
- ¿En aquel tiempo sabía que estoy buscándole?
- Si estaba en enterado, nadie más en Jagannath lo sabía. No oí en persona nada hasta seis meses después.
Aquella tarde reprodujo la grabación de la conversación celebrada para que Harkaman, Valkanhayn, Karfard y algunos más la oyesen. Alguien dijo al instante
- Ese género del templo vino de Chermosh. Allí son budistas. Eso concuerda con la historia del gilgamesheriano.
- Obtuvo las pieles en Imhotep; mediante intercambio - afirmó Harkaman -. Nadie consigue nada de Imhotep atacando. El planeta se encuentra en mitad de una glaciación, la superficie terrestre hasta el paralelo 15 es hielo sólido. Hay una ciudad, de diez o quince mil habitantes y el resto de la población se desparrama en pequeños puestos de un par de centenares a lo largo de la fachada de los glaciares. Todos son cazadores y tramperos. Poseen algo de contragravedad y cuando entra un navío comunican la noticia por radio y todo el mundo lleva las pieles a la ciudad. Utilizan miras telescópicas y cada cual que ya sea de diez años de edad puede alcanzar un hombre en la cabeza, a quinientos metros. Y las armas de nada sirven; están en exceso dispersos. Así que el único medio de sacar algo de ellos es comprando.
- Creo que sé de dónde era todo eso - dijo Alvyn Karfard -. En Imhotep, la plata es un metal monetario. En Agni, utilizan plata para cañerías de desagüe. Agni es un planeta de estrella caliente sol clase B -3. Y en Agni son duros y tienen, buenas armas. Allí podía ser donde el Enterprise recibió esas averías de combate.
Se inició una discusión sobre si habría ido a Chermosh primero. Era seguro que hubiese ido a Agni y luego a Imhotep. Guatt Kirbey trató de calcular ambos rumbos.
- Eso, de todas maneras, no nos dice nada - murmuró por último -. Chermosh está lejos y lateral de Agní e Imhotep en cada caso.
- Bueno, tiene una base en algún lugar y no es en ningún planeta tipo Tierra - dijo Valkanhayn -. De otro modo ¿para qué querría todo ese aire y agua, y comestibles hidropónicos v conservas de carne?
La zona de la Antigua Federación estaba llena de planetas no del tipo Tierra, ¿y para qué alguien se iba a molestar en ir a cualquiera de ellos? Un planeta que no tuviese atmósfera de oxígeno, desde diez a doscientos kilómetros de diámetro y en una zona temperada, no valía la pena de perder el tiempo en él. Pero un planeta así, si se poseía equipo de supervivencia, sería un estupendo escondite.
-¿Qué clase de capitán es ese Teodor Vaglin? - preguntó Trask.
- Bueno - se apresuró a contestar Harkaman -. Tiene una cierta tendencia sadista pero conoce el negocio y posee un buen navío y una tripulación perfectamente adiestrada. ¿Crees que Dunnan v el se han unido?
-¿Y tú no? Creo que, ahora que tiene una base, Dunnan va a reunir una flota.
En estos momentos ya sabrá que vamos tras él - dijo Van Larch-. Y conoce donde estamos y eso le da un tanto de ventaja sobre nosotros.
IX
De modo que Andray Dunnan volvía a asediarle. Fragmentos pequeños de información vinieron... el navío de Dunnan había sido visto en Hoth, en Nergal, vendiendo el botín conseguido. Ahora cambiaba oro o platino y compraba unas pocas armas y municiones. Aparentemente, su base, donde quiera estuviese, era plenamente autosuficiente. Resultaba seguro, también, que Dunnan sabía que se le perseguía. Un vikingo espacial que habló con él, afirmó que dijo:
- No quiero ningún jaleo con Trask, y si es listo tampoco querrá tener que ver nada conmigo.
Esto sirvió para convencerles positivamente que en alguna parte Dunnan estaba reforzándose para atacar a Tanith. Dispuso como norma general que siempre por lo menos dos navíos orbitasen Tanith, además del Lamia, que estaba de patrulla permanente e instaló más estaciones lanzadoras de proyectiles tanto en la luna como en el planeta.
Habían tres naves que llevaban la espada y el símbolo atómico de Ward, y una cuarta construyéndose en Gram. El conde Lionel de Newhaven fabricaba una propia y tres cargueros enlazaban a través de los tres mil años luz que separaban Tanith de Gram. Sesar Karvall, que nunca se recuperó del todo de sus heridas, había muerto; lady Lavina entregó la baronia y el negocio a su hermano, Burt Sandrasan, y se fue a vivir a Excalibur. Los astilleros de Rivington habían sido terminados y ahora construían las patas de aterrizaje del Corísande II, de Harkaman, y estaban ya montando el armazón.
Y comerciaban ahora con Amaterasu. Pedrosan Pedro había sido derrocado y condenado a muerte por el general Dagró Ector durante los desórdenes siguientes al saqueo de Eglonsby; las tropas que se quedaron en Stolgoland se amotinaron e hicieron causa común con sus finados enemigos. Las dos naciones se mantenían en una inestable alianza, con otros varios países combinándose contra ellas, cuando el Némesis, y el Space-Scourge regresaron y declararon la paz contra todo el planeta. No hubo lucha; todo el mundo sabía lo que ocurrió a Stolgoland y Eglonsby. Al final, los gobiernos de Amaterasu se unieron en un suave tratado para reabrir las minas y reanudar la producción de gadolinio y compartir las materias fisionables que se importaran para el intercambio.
Resultó más duro y costó todo un año negociar con Beowulf. Los beowulfianos tenían un único gobierno planetario y estaban propensos a disparar primero y a negociar después actitud bastante natural en vista de las experiencias del pasado. Sin embargo, tenían bastantes antiguos libros de texto de la Federación microimpresos para saber lo que podía realizarse con el gadolinio. Decidieron borrar el pasado, olvidándose de las luchas, y recomenzar de nuevo.
Pasarían algunos años antes de que cada planeta tuviese hipernavios propios. Mientras, ambos resultaron buenos clientes y rápidamente se convirtieron en excelentes amigos. Un buen número de jóvenes amaterasuanos y beowulfianos vinieron a Tanith a estudiar diversas disciplinas tecnológicas.
Los nativos de Tanith también estudiaban. En el primer año, Trask reunió a los más inteligentes chavales de diez a doce años de cada comunidad y empezó a enseñarles. En el pasado año mandó los más inteligentes a la Universidad de Gram. Cinco años después, volvieron para ser profesores; entre tanto, importaba maestros a Tanith desde Gram. Había una Universidad en Tradetown, y otras en algunos de los pueblos mayores, y en Rivington había algo que podía llamarse un Colegio Superior. Dentro de unos diez años más Tanith sería capaz de solicitar el estado de pueblo civilizado.
Eso si Andray Dunnan y sus naves no atacaban demasiado pronto. Trask confiaba en que los derrotarían, pero los daños que sufriese Tanith, en la defensa, podrían retrasar su trabajo hasta varios años. Conocía demasiado bien lo que los navíos espaciales vikingos podían hacer a un planeta. Necesitaba encontrar la base de Dunnan, destrozarla, destruir sus naves, matar al propio individuo, primero. No para vengar aquel asesinato de seis anos atrás en Gram; eso quedaba ya distante, y Elaine se había desvanecido, lo mismo que el Lucas Trask que la amó y la perdió. Lo que ahora importaba era cimentar y cultivar la civilización en Tanith.
¿Pero dónde encontraría a Dunnan, en doscientos billones cúbicos de años luz? Dunnan no tenía tal problema. Sabía dónde estaba su enemigo.
Y Dunnan se fortificaba. El Yo.Yo, del capitán Van Humfort: había informado dos veces una vez en compañía del Star Hoper, y otra con e! Enterprise. Llevaba como blasón una mano femenina sosteniendo a un planeta colgado de una cuerdecita; una buena nave y un capitán capaz e implacable. El Bolide, junto con el Enterprise, atacó Ithunn. Los gilgarnesherianos se instalaron allí y una de sus naves trajo la historia.
Y reclutó dos navíos a la vez en Melkarth, y eso causo preocupaciones a los vikingos espaciales de Tanith.
Melkarth era estrictamente un corral de gallinas. Su pueblo se había hundido hasta el nivel de villanos campesinos; no tenían riqueza que se pudiera llevar. Era, sin embargo, un lugar donde podía Posarse una nave, en el que habían mujeres v los locales no habían perdido el arte de la destilación, fabricando licores fuertes. Una tripulación se divertiría allí, con muchos menores gastos que en un corriente planeta base vikingo y durante los últimos ocho años un tal capitán Nial Bunik, del Fortuna, había estado ocupándolo, sacando a su nave para ataques ocasionales y rápidos y pasando la mayor parte del tiempo viviendo de día a día casi a nivel indígena. De vez en cuando, un gilgamesheriano acudía para ver si tenían algo que comerciar. Fue uno de ésto5 quien trajo la historia a Tanith y ya tenía, cuando la contó, casi dos años de antigüedad.
- Nos la contaron los habitantes del planeta, los que vivían en donde Eurrik tuvo su base. Primero, se instaló allí un navío comercial. Debieran haberlos oído; el navío se llamaba el Honest Horris.
Trask soltó la carcajada. El capitán, Horris Sasstroff, se apodaba a sí mismo «Honest Horris», un apodo que también puso a su nave. Era un cambalachero. Incluso los gilgamesherianos le despreciaban, ni siquiera un gilgamesheriano hubiese aceptado viajar en una nave tan vetusta como el Honest Horris.
- Había estado antes en Melkarth -dijo el gilgamesheriano -. El y Burrik son amigos - pronunció eso como un criterio final y condenatorio de ambos -. La historia que nos contaron nuestros hermanos del Fairdealer fue que el Honest Horrís había aterrizado junto al navío de Burrik y estaba allí diez días cuando entraron otras dos naves. Dijeron que una llevaba la insignia del azul creciente y la otra un monstruo verde saltando de estrella a estrella.
El Enterprise y el Star Hopper. Se preguntó por qué habían ido a un planeta como Melkarth. Quizás supiesen por anticipación a quién encontrarían allí.
- Los locales pensaron que habría lucha, pero no la hubo. Se celebró una gran fiesta, con las cuatro tripulaciones. Luego cada cosa de valor se cargó a bordo del Fortuna y los cuatro navíos salieron juntos al espacio. Dijeron que Burrik no se dejó nada de valor tras él; eso les dejó muy desencantados.
-¿Ha vuelto alguno de ellos desde entonces?
Los tres gilgamesherianos, capitán, ejecutivo y sacerdote sacudieron sus cabezas.
- El capitán Gurrash, del Fairdealer dijo que había transcurrido un año antes de entrar allí con su nave. Aún pudo ver dónde se posaron en el suelo las patas de aterrizaje de los navíos, pero los locales afirmaron que no habían vuelto.
Eso aumentaba a dos navíos más el número de naves cuyos movimientos debían vigilarse. Se preguntó, durante un momento, por qué diablos Dunnan quería naves como aquellas; eso haría que el Space-Scourge y el Lamía que tuvo primero pareciesen por comparación potentes unidades de la Marina Real de Excalibur. Luego se asustó, con un miedo retrospectivo y racional ante lo que podía haber ocurrido. Pudo pasar, también, en cualquier momento del año y medio transcurrido; cualquiera o ambos navíos podían haber entrado en Tanith sin levantar sospechas en absoluto. Era sólo por la más pura casualidad que descubría, incluso ahora, su relación con el jurado enemigo mortal.
Todo el mundo pensó que se trataba de una enorme broma. Creían que sería mayor broma si Dunnan enviaba esas naves ahora a Tanith, cuando estaban prevenidos y preparados para recibirlas.
Habían otras cosas de qué preocuparse. Una era la cambiante actitud de Su Majestad Angus 1. Cuando el Space-Scourge regresó, el flamante barón Valkanhayn vino con él, junto con el título principesco y la comisión de vicerrey de Tanith, un saludo personal más que cordial, cálido y amistoso. Angus le hizo sentarse a su mesa, descubierto y fumando un cigarrillo. El que tenía que venir en el siguiente navío fue igualmente cordial, pero el rey no fumaba y llevaba una pequeña corona de oro. Para cuando tuvieron tres naves en servicio que llegaban a intervalos de tres meses, un año y medio más tarde, hablaba desde su trono, empleando una corona mayor y utilizando para sí mismo la primera persona en plural y finalmente la tercera persona en singular para Trask. Al fin del cuarto año, ya no hubo mensaje audiovisual para él en persona y sí una rígida esquela de Rovard Grauffis al efecto de que Su Majestad se sentía indigno de que un sujeto se le dirigiese a su soberano estando sentado, incluso por aquellas pantallas audiovisuales. Eso se acompañó por un mensaje personal bastante excusativo de Grauffis, ahora primer ministro, al efecto de que Su Majestad se sentía impulsado a mantener su dignidad real en todo momento y que, después de todo, no había diferencia entre la posición y línea del duque de Wardshaven y la del rey planetario de Gram.
El príncipe Trask de Tanith no podía comprenderlo por entero. El rey era simplemente el primer noble del planeta. Incluso monarcas como Rodolf de Excalibur, o Napolyon de Flamberge no trataban de nada más. Por tanto, dirigió sus saludos e informes al primer ministro, siempre con un mensaje personal que Grauflis le replicó con amabilidad. No sólo la forma sino también el contenido de mensajes de Gram sufrieron cambio. Su Majestad se encontraba muy insatisfecho. Su Majestad se sentía profundamente desencantado. Su Majestad notaba que el reino colonial de Su Majestad en Tanith no contribuía suficientemente a la Hacienda Real. Y Su Majestad advertía que el príncipe Trask ponía por entero demasiado énfasis en el comercio y no lo bastante en los ataques; después de todo, ¿por qué comerciar con los bárbaros cuando era posible quitarles a la fuerza lo que uno necesitaba?
Y hubo el asunto del Blue Comet, el navío del conde Lionel de Newhaven. Su Majestad estaba más que molesto porque el conde de Newhaven comerciase con Tanith desde su propio espaciopuerto. Todas las mercancías de Tanith deberían pasar a través del espaciopuerto de Wardshaven.
- Mira, Rovard - dijo a la cámara audiovisual que grababa su respuesta a Grauflis -. Vistes al Space. Scourge cuando entró, ¿verdad? Eso es lo que le ocurre a un navío que ataca a un planeta en donde hay algo que valga la pena. Boewulf es peligroso con materias fisionables; nos darán todo el plutonio que podamos cargar, a cambio de gadolinio, que les venderemos a dos veces el precio que se paga en los Mundos de la Espada. Cambiaremos plutonio platonplutonio en Amaterasu por gadolinio, y lo obtendremos a mitad de precio que en los Mundos de la Espada oprimió el botón de paro, hasta que pudo acordarse de la antigua fórmula -. Puedes citarme como diciendo que quien quiera que haya aconsejado a Su Majestad le que esto no es un buen negocio, ni es amigo de Su Majestad, ni del reino.
»En cuanto a la queja acerca del Blue Comet; en cuanto es propiedad y está operado por el conde de Newhaven, que es accionista en la aventura de Tanith, tiene todos los derechos del mundo para Comerciar aquí.
Se preguntó por qué Su Majestad no impedía que el conde Lionel de Newhaven despegase su Blue Comet desde Gram. Se enteró gracias a su patrón, la vez siguiente que vino.
No se atreve, esa es la razón. Es rey mientras los grandes señores como el conde Lionel y Jons de Bigglersport y Alan de Northport quieran que lo sea, El conde Lionel tiene más hombres y más artillería y aparatos de contragravedad que el rey, ahora, y eso sin la ayuda que conseguiría de todos los demás. El pueblo está tranquilo en Gram ahora, incluso la guerra en el continente sur ha terminado. Cada cual desea conservar su modo de vivir. Incluso el rey Angus no es lo bastante loco para hacer nada que inicie una guerra. Todavía no, de todas maneras.
-¿Todavía no?
El capitán del Blue Comet, que era uno de los barones vasallos del conde Lionel, guardó silencio durante un momento.
- Debiera saberlo, príncipe Trask – dijo -. La abuela de Andray Dunnan fue madre del rey. Su padre fue el viejo barón Zarvas de Blackliffe. Era lo que se suele llamar un inválido, durante los últimos veinte años de su vida. Siempre estaba atendido por dos enfermeros casi del tamaño de Otto Harkaman. También se dice que era algo excéntrico.
El infortunado abuelo del duque Angus siempre había sido una materia de conversación que la gente evitaba. El infortunado abuelo del rey Angus era probablemente cuestión de conversación que todo el mundo que apreciase su pellejo esquivaba también.
Lothar Ffayle vino también en el Blue Comet. Se mostró igualmente locuaz.
- No regreso. Transfiero la mayor parte de los fondos del banco de Wardshaven aquí; de ahora en adelante, habrá allí una sucursal del Banco de Tanith. En esta plaza es donde se hacen los negocios. Es imposible negociar en Wardshaven. Quedan muy pocos asuntos financieros que hacer.
-¿Qué es lo que está ocurriendo?
- Bueno, impuestos, principalmente. Parece que cuanto más dinero viene de aquí, mayores impuestos recibe en Gram. Impuestos discriminatorios, también; estrujando al pequeño terrateniente y a los varones industriales y favoreciendo a los grandes propietarios. Spasso y a su grupo.
-¿El barón Spasso? Fayle asintió.
- De casi la mitad de Glaspyth. Una buena parte de los barones de Glaspyth perdieron sus baronías algunos hasta sus cabezas después de expulsar al duque Omfray. Parece que hubo un complot contra la vida de Su Majestad. Fue descubierto el celo y vigilancia de sir Galvan Spasso, que elevado de rango y recompensado con las tierras haciendas de los conspiradores.
- ¿Has dicho que el negocio era malo, como tal? volvió a asentir.
- El gran crecimiento de Tanith lo ha destrozado. Los precios han subido; todo el mundo quería partir en esta aventura. Y seguramente nunca hubiesen construido esos dos últimos navíos, el Speedwell y el Goodhope;; la inversión en ellos no justifica el gasto. Luego, tú has creado tus propias industrias y instruido tu propio equipo y armamento aquí; eso originado un bajón en la industria de Gram. Me alegro de que Lavina Karvall tenga bastante dinero invertido para vivir. Y finalmente, el mercado de mercancías para el consumidor se va viendo inundado genero que viene de aquí y que compite con la industria de Gram.
Bueno, eso era comprensible. Uno de los navíos hacían el viaje regular a Gram llevaría bastante en sus cajas fuertes, en oro, joyas y por el estilo, que el viaje resultase muy beneficioso. Las mercancías de mucho bulto iban en los cargueros que prácticamente lo aceptaban todo, cualquier cosa que tuviese a mano, género que nadie ordinariamente pensaría en embarcar para el comercio interestelar. Un carguero de setecientos metros tenía bodegas en que cabía una inmensidad de género.
El barón Trask de Traskon ni siquiera había comenzado a darse cuenta de lo que la base de Tanith a costarle a Gram.

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